Recordo lo que Edvard decia de Asta y Anton, que eran muy fisicos; lo mucho que se abrazaban y besaban aunque hubiera gente a su alrededor. Para Edvard, los Lundin representaban el ideal de fidelidad en la pareja y en la vida.

– Quiza no tengas noticias de Graso -dijo Asta.

– ?Vive todavia alli?

– Si. Viola esta un poco indispuesta, creo que en otono sufrio una embolia, pero ya se ha restablecido.

– Que bien -dijo Ann sin emocion.

– ?Nos tomamos un cafe? -pregunto Asta.

Se sentaron en una mesita y bebieron el cafe gratuito en pequenos vasos de plastico. Erik lloriqueo y Ann se desprendio de la mochila del bebe y le aligero la ropa.

– Parece que sabe lo que quiere -indico Asta.

Ann deseaba preguntar muchas cosas, pero se contuvo. Resultaba extrano estar sentada junto a esa anciana como si se conocieran de toda la vida, sin que ese fuera el caso. Tambien se sentia avergonzada. Habia traicionado a Edvard y, por lo tanto, a sus amigos intimos. Sabia que lo habia herido, ofendido, pero el rostro de Asta no denotaba ni amargura ni odio por su traicion.

– Edvard esta bien -dijo Asta-. Paso por casa hara un mes. Me visita de vez en cuando.

«Ha estado aqui, en la ciudad -penso Ann-. Quiza nos hayamos cruzado, quiza me haya visto.»

– Creo que esta muy ocupado con su trabajo -continuo Asta-. Trabaja tanto como antes. Toda la familia Risberg ha sido siempre muy trabajadora. Conoci a su padre, y tambien a su abuelo.

Ann asintio. Recordo a Albert Risberg, el viejo que vivia en el piso de arriba en Ramnas Gard, donde Edvard trabajaba cuando lo vio por primera vez.

– Se ha convertido en un autentico tipo de Roslagen.

Asta guardo silencio, le dio un sorbo al cafe y miro a Ann.

– Fue una locura -prosiguio-. Fue una pena.

– Si, no estuvo bien -coincidio Ann.

– Edvard no es una persona fuerte, ya lo decia Anton.

Ann no deseaba oir mas y parecio que Asta lo intuyera, pues guardo silencio.

– La vida no resulta siempre como una quiere -dijo, y la sonrisa se transformo en mueca.

– Se ha…

– No, vive solo -interrumpio Asta.

– Lees mis pensamientos -dijo Ann.

– Pareces un libro abierto. ?Todavia lo quieres?

Ann asintio enmudecida. No deseaba llorar. Y menos aun en un supermercado con tanta gente alrededor. Derramaria sus lagrimas cuando estuviera sola. Como no iba a quererlo.

– Tendra que pasar tiempo -advirtio Asta-. Ya veras como mas adelante ves la vida de otro color.

«Tendra que pasar tiempo -penso Ann-. ?Habra hablado con Edvard? Quiza quiera verme, quiza pueda perdonarme.» Deseo preguntarle a la mujer sentada frente a ella el significado de sus palabras, pero temia la respuesta.

– Quiza -dijo.

Se puso en pie.

– Tengo que seguir con la compra. Gracias por la compania.

Asta no dijo nada; permanecio sentada a la mesa y ahi seguia un rato despues, cuando Ann paso camino del mostrador de embutidos. Su cabello gris, las delgadas manos sobre la mesa. Ann sospecho que pensaba en Anton.

5

Le gustaba el musgo que se adivinaba bajo la nieve. Si fuera verano se habria tumbado. Solo un rato. Descansar un poco. Inspiro. Hondo. Una vez, dos veces. Ella encendio una lampara en el salon. Vislumbro su figura durante un corto instante.

– Soy un guerrero del bosque -dijo el en voz alta.

Le gustaba la idea. Era un ser venido de fuera, del musgo y la oscuridad, acercandose a la calida ventana.

De pronto, se encendio otra lampara en la habitacion contigua. Ella se habia quitado la ropa de arriba, menos el sujetador. Abrio la puerta del armario, cogio una camiseta y en un solo movimiento se la paso por la cabeza y los brazos, tan rapido que el blasfemo. Deseaba verla. Cuantas veces habia sonado con esos pechos.

Ella permanecio en la habitacion, contorneandose y dandose la vuelta, se miraba al espejo, arreglaba algo. Se acerco al espejo, se inclino hacia delante. El tuvo que hacer lo mismo para poder estudiarla con detalle. Cinco metros separaban la ventana del arbol tras el que se ocultaba. Olio el tronco. Humedad, nada mas.

Ella apago la luz y salio de la habitacion. El espero diez minutos antes de acercarse sigilosamente al porche y deslizarse tras la diminuta barandilla. ?Que plan tenia? La incertidumbre sobre esto le hizo dudar. Creia que tenia una idea, pero al encontrarse alli, tan cerca de uno de sus torturadores, esta no parecia especialmente tentadora.

A Vincent Hahn le parecio viajar en el tiempo, al pasado, veinticinco, treinta anos. Tambien entonces tuvo momentos de grandeza, momentos en los cuales el tomaba decisiones. Decisiones que, sin embargo, siempre se diluian al enfrentarse a la realidad. Ella todavia le causaba inseguridad. Esto lo enfurecio en su interior, pero aun no podia superar la sensacion de inferioridad y dependencia.

6

Un cuchillo -penso Haver-. ?Quien mata a alguien con un cuchillo?» Las heridas del pecho y los brazos, los dedos mutilados, las quemaduras daban muestras de tortura y nada mas. Escribio unos garabatos en su bloc antes de rodar con la silla hasta el ordenador y comenzar a escribir su informe. Cuando habia rellenado los primeros datos llamaron a la puerta. Fredriksson asomo la cabeza.

– Johny -dijo Fredriksson.

– He sacado sus datos.

– Joder, que frio hace.

Fredriksson parecia congelado.

– Su hermano aun sigue actuando de vez en cuando -apunto, y se sento.

Haver movio su silla y miro a su companero. Tenia ganas de escribir el informe, pero comprendio que Fredriksson deseaba hablar.

– Pero eso fue hace tiempo.

– Lennart Albert Jonsson fue interrogado la primavera pasada por robo y amenazas.

– ?Con que resultado?

– El caso se cerro -respondio Fredriksson-. Los testigos se echaron atras.

– ?Los amenazaron?

– Creemos que si.

– Tendremos que interrogar al hermano.

– Lo raro es que John se comporto correctamente durante muchos anos -sopeso Fredriksson.

Se puso en pie y se apoyo en un archivador; ahora parecia extranamente relajado, como si lo que necesitara antes de Navidad fuera precisamente un asesinato con arma blanca.

– Sabras que esta casado. Tambien conozco a su mujer, un autentico primor. Tienen un chaval. Se llama Justus.

– Joder, ?como puedes acordarte de todo?

– Esa familia tenia algo que me gustaba. La mujer de Johny era un bombon muy especial. Era guapa, pero no

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