solo eso. Habia mucho mas.

Haver espero la continuacion, cual era el significado de ese «mas», pero al parecer Fredriksson habia perdido el hilo.

– ?Asi que «primor» y «bombon» es lo mismo?

– Mas o menos -dijo Fredriksson, y esbozo una sonrisa.

– Bea ha ido para alla -informo Haver.

Estaba contento de haberse librado aun cuando deberia haberla acompanado. El primer encuentro con un familiar podia aportar testimonios y experiencias valiosas.

Recordo a la mujer de un suicida. El hombre habia saltado por los aires detras de un granero cerca de Hagby. Cuando Haver y su companera, Mia Rosen, llamaron a la puerta de la viuda para contarle la triste noticia, ella comenzo a desternillarse. Rio sin parar durante medio minuto hasta que Rosen la agarro y zarandeo con fuerza. Se sereno un poco y murmuro una disculpa, pero no consiguio ocultar su satisfaccion por la muerte del marido.

Resulto que el marido estaba muy borracho, 2,8% de alcohol en sangre, y no se podia descartar que alguien le hubiera colocado la carga explosiva en el cuerpo. Habia huellas de neumaticos en un pequeno y embarrado camino de tractores detras del granero. Un coche habia conducido hasta alli y despues se habia largado marcha atras. Probablemente un coche azul, pues descubrieron rastros de un choque en un pino joven al borde del camino.

Cuando unos cuantos dias despues interrogaron de nuevo a la mujer, habia un hombre en la casa. Era dueno de un Audi rojo.

Fredriksson interrumpio las cavilaciones de Haver.

– ?Quien asesina con un cuchillo? -pregunto, y retomo los pensamientos del propio Haver.

– Alguien bajo los efectos del alcohol, en una pelea que acaba en homicidio, o en una reyerta entre pandillas.

– O un cabron desaprensivo que no queria hacer mucho ruido -propuso Fredriksson.

– Primero lo rajaron y maltrataron.

– ?Que conclusion podemos sacar de los dedos?

– Lo primero que pense fue que querian intimidarlo -dijo Haver-. No se, quiza vea demasiada television - anadio al observar la mirada de Fredriksson.

– Yo creo que Johny estaba al corriente de algo que alguien deseaba saber -continuo, y se separo de la mesa rodando con la silla.

– Johny era un tipo callado y obstinado -apostillo Fredriksson.

Se dirigio hacia la ventana, pero, de repente, se dio la vuelta y miro a Haver.

– ?Sabes algo de Ann?

– La vi hace un par de semanas. Manda recuerdos.

– Hace un par de semanas, muchas gracias. Vaya mensajero mas rapido. ?Como esta?

– No le gusta mucho eso de andar por casa.

– Y el nino, ?esta bien?

– Creo que si. Hablamos sobre todo de trabajo. Creo que Ann interrogo al hermano de Johny una vez.

Fredriksson se fue y dejo a Haver rumiando las palabras de su companero sobre la mujer de John. Sentia curiosidad por oir los comentarios de Bea. Conociendola bien, tardaria un rato en volver. Ella era, quiza, la que mejor se relacionaba con la gente, amable sin ser demasiado impertinente y sentimental, minuciosa sin ser quisquillosa. Creaba una confianza que requeria tiempo, pero tambien conseguia informacion a la que otros colegas no accedian.

Haver llamo al movil de Ryde. Resulto, como sospechaba, que este aun seguia en Libro.

– ?Habeis encontrado algo interesante?

– No mucho, excepto que ha empezado a nevar de nuevo.

– Llamame si veis algo que valga la pena -pidio Haver, que sentia una cierta impaciencia. Ryde debia de haber encontrado algo. Aunque fuera poca cosa. Haver queria resultados rapidos.

«?Ojala vaya bien!», penso deseando que la primera investigacion por asesinato que dirigia resultara en una rapida detencion. Tenia experiencia. Habia trabajado junto a Lindell en varios casos y se consideraba capacitado para el trabajo; no obstante, sentia un cosquilleo de inseguridad e impaciencia en todas sus extremidades.

Tomo de nuevo el telefono y llamo al fiscal, y a continuacion busco a un tal Andreas Lundemark, que era el responsable del vertedero de nieve de Libro. Haver queria saber como se desarrollaba el trabajo en ese lugar. Habian pasado por alli multitud de camioneros, de eso daba fe la ingente masa de nieve. Quiza alguno hubiera visto algo. Habria que interrogarlos a todos.

A traves de la centralita del ayuntamiento consiguio el numero de movil de Lundemark, pero nadie respondio. Haver dejo un mensaje en el contestador.

Colgo el telefono y supo que era hora de trabajar. Se sento frente a los papeles de John y los de su hermano. Hojeo los documentos. Unos gruesos legajos, sobre todo el referido a Lennart. Haver anoto los nombres que figuraban en distintas investigaciones, en total cincuenta y dos personas. Habria que interrogar a todos y cada uno de ellos.

El mas importante era el grupo que en el archivo de Lennart estaba calificado como «amigos intimos»: ladrones, receptadores, companeros de borrachera y otras personas con las que Lennart pudiera estar relacionado.

Permanecio sentado. Volvio a pensar en Rebecka. El era un buen investigador, pero cuando se trataba de su propia casa era un desastre. No podia ver con claridad que era lo que la atormentaba. No era la primera vez que ella se quedaba en casa de baja por maternidad, y hasta entonces todo habia sido un campo de rosas.

Quiza lo mas sencillo era preguntarle. Sentarse con ella, cuando los ninos se hubieran dormido, y llevar a cabo un autentico interrogatorio. No dejar nada al azar, ser sistematico e intentar abstraerse de que el mismo podia ser el culpable.

– Esta noche -se dijo en voz alta mientras se ponia en pie, sabiendo en ese mismo instante que se enganaba a si mismo.

Nunca tendria fuerzas para mantener una conversacion con ella al llegar a casa despues del primer dia de una investigacion de asesinato. Ademas, ?a que hora regresaria a casa?

– No puedo olvidarme de llamar -murmuro.

*****

Beatrice se detuvo un momento en el portal, leyo los nombres de los inquilinos, constato que habia dos Andersson, un Ramirez y un Oto. ?De donde viene Oto? ?Africa, Malasia, otro pais lejano? Y tambien habia un J. y B. Jonsson, segundo piso.

Estaba sola y ello la satisfacia. Ir a notificar una muerte era lo mas dificil de todo. En estos casos a Beatrice le incomodaban los companeros. Ella tenia de sobra con sus propios sentimientos y preferia no tener que cargar con los del companero, quien quiza parloteaba demasiado o, refrenandose, permanecia callado creando inseguridad.

La puerta estaba recien reparada y aun olia a pintura. Intento imaginarse que habia ido alli a visitar a un buen amigo, quiza a alguien a quien no veia desde hacia anos. La excitacion y la alegria del reencuentro.

Paso la mano por la pared rugosa verde mate. El olor a pintura se mezclaba con el de comida, olia a cebolla frita. «Oto prepara su plato nacional porque voy a visitarlo. Oto, que bueno volver a verte. ?Oh, cebolla frita, mi plato favorito!»

Dio un paso y se detuvo. El movil vibraba en su bolsillo. Comprobo quien la llamaba. Ola.

– Acabamos de recibir una llamada -dijo el-. Es de Berit Jonsson denunciando la desaparicion de su marido anoche.

– Estoy en su escalera.

– Le hemos dicho que enviariamos a un policia.

– ?Y esa soy yo?

– Si, eres tu -indico Ola Haver con una voz muy seria.

«Joder -penso-, sabe que estoy en camino. Cree que vengo aqui a causa de la desaparicion y traigo la noticia

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