monstruos. Mi superioridad reluciria como la luz de una estrella en la noche. Christina pediria perdon, y con la explosion todo se consumaria.

Beata hizo un alto en su relato y bebio un poco de Coca-Cola. Annika estaba a punto de desmayarse.

– Desgraciadamente no fue asi -dijo Beata-. La verdad ante todo. No quiero ser una heroina. Se que mucha gente pensara que hice mal. Tienes que escribir lo que paso en realidad y no adornarlo.

Annika asintio, fingiendo sinceridad.

– Todo salio mal. Christina no se desmayo tras el golpe de martillo, solo se enfurecio. Como una poseida comenzo a chillar que yo era una loca incompetente y que la dejara en paz. Yo la golpeaba donde podia con el martillo. Un golpe la alcanzo en la boca, perdio algunos dientes. Gritaba y gritaba, y yo golpeaba y golpeaba. El martillo bailaba sobre su cara. Una persona puede sangrar mucho por los ojos. Al cabo cayo y no era una vision agradable. Gritaba y gritaba, y para que no volviera a levantarse le rompi a golpes las rodillas. No fue divertido, solo fatigoso y molesto. Lo entiendes, ?verdad? No queria dejar de gritar, y la golpee en el cuello. Cuando intente arrastrarla hasta la graderia me arano las manos y tuve que romperle a golpes los codos y los dedos tambien. Poco a poco comenzo el largo camino hacia la graderia, hasta el lugar donde ella habia estado el dia que me destruyo. Comence a sudar, pues pesaba bastante, y no queria dejar de gritar. Cuando por fin llegue a donde estaban mis armas, mis brazos temblaban sin parar. La deje entre los asientos y comence a pegarle cartuchos con cinta adhesiva alrededor del cuerpo. Pero Christina no comprendio que debia rendirse, que su papel ahora era de oyente. Se deslizo como la culebra que era hasta la escalera cercana. Ahi comenzo a rodar por la graderia chillando todo el tiempo; empece a perder control de mi trabajo, fue horrible. Tuve que cogerla y romperle la espalda, no se si se partio. Al final yacia tan quieta que pude pegarle quince salchichas alrededor del cuerpo. No era bonito. No habia tiempo para el perdon o la reflexion. Luego introduje el trozo de metal en una de las salchichas y corri hacia la bateria. El temporizador estaba conectado para cinco minutos; lo deje en tres. Christina gritaba, un sonido inhumano, bramaba como un monstruo. Estaba en la entrada escuchando su cancion de muerte. Cuando solo quedaban treinta segundos consiguio quitarse dos de las salchichas, a pesar de tener las articulaciones rotas. Eso muestra su fuerza, ?no crees? Desgraciadamente no pude seguir hasta el final. Me perdi sus ultimos segundos, pues debia protegerme en mi cueva. Habia bajado medio camino cuando me alcanzo la onda expansiva, y me sorprendio su fuerza. Los danos fueron enormes, toda la graderia norte quedo danada. No era mi intencion, ?lo entiendes, verdad? No queria danar el estadio, lo que habia ocurrido no era culpa del edificio…

Annika sintio como le corrian las lagrimas. Nunca en su vida habia escrito algo tan repugnante. Sintio que estaba a punto de desmayarse. Habia estado sentada sin moverse en la incomoda silla durante horas, las piernas le dolian lo indecible. La carga en la espalda se habia hecho muy pesada al cabo de un rato. Estaba tan cansada que queria tumbarse, aunque la carga estallara y muriera.

– ?Por que lloras? -pregunto Beata recelosa.

Annika respiro antes de responder.

– Por lo dificil que te resulto. ?Por que no te dejo hacer las cosas bien?

Beata asintio y tambien se seco una lagrima.

– Lo se -contesto-. No hay justicia.

– Con Stefan fue mas facil; salio mas o menos como habia planeado. Le responsabilice de que el vestuario de arbitros estuviera listo antes de Navidad. La eleccion del lugar fue facil. Fue donde Stefan me recibio y me dijo que los trabajadores del pabellon de Satra me harian el vacio. Yo sabia que el mismo haria el trabajo. Stefan apostaba a los caballos y aprovechaba cualquier oportunidad para hacer horas extraordinarias. Esperaba a estar solo en la obra y luego siempre engordaba las horas trabajadas. Debio de hacerlo durante anos, ya que nadie le controlaba. El era el capataz. Ademas cuando queria trabajaba muy rapido, y bastante chapuceramente.

»El lunes fui a trabajar como de costumbre. Todos hablaban de la bomba contra Christina Furhage, pero nadie hablo conmigo. Tampoco lo esperaba.

»Por la noche me quede en la oficina arreglando unos papeles. Cuando el pabellon se quedo en silencio, me di una vuelta y vi que Stefan Bjurling trabajaba en los vestuarios del fondo. Entonces fui a mi armario y saque mi bolsa. Ahi estaban mis joyas, los cartuchos, los cables verdes y amarillos, la cinta adhesiva y el temporizador. Esta vez no llevaba martillo, habia resultado poco limpio. En cambio habia comprado una cuerda en John Wall, de esas que se usan para los columpios de los ninos y cosas por el estilo. La cuerda que tienes alrededor del cuello es del mismo rollo. Entre mientras Stefan taladraba en la pared del fondo de la habitacion, le pase la cuerda por el cuello y tire. Esta vez estaba mas decidida. No toleraria gritos ni peleas. Stefan Bjurling perdio la taladradora y cayo de espaldas. Yo estaba preparada y aproveche la caida para tirar con mas fuerza. Se desmayo y tuve problemas para sentarlo en una silla. Alli lo ate y lo vesti para su entierro. Cartuchos, cables, temporizador y pila de linterna. Lo ajuste todo en su espalda y espere pacientemente a que se recobrase.

»No dijo nada, solo note que sus parpados se movian. Entonces le explique lo que le sucederia y por que. El tiempo de la maldad sobre la tierra habia acabado. El moriria porque era un monstruo. Le explique que muchos mas seguirian el mismo camino. Todavia quedan muchas joyas en mi caja. Luego programe cinco minutos en el temporizador y volvi a mi oficina. Al volver me asegure de que todas las puertas estuvieran sin cerrar. Asi el Dinamitero tendria todas las oportunidades del mundo para poder entrar. Cuando exploto fingi estar conmocionada y llame a la policia. Les menti y les dije que alguien habia cometido mi accion. Me llevaron al hospital Sur y me acompanaron a urgencias. Me dijeron que necesitarian tomarme declaracion al dia siguiente. Decidi seguir mintiendo durante algun tiempo. No era el momento de contar la verdad, pero ahora si lo es.

»Un medico me atendio, les explique que estaba bien y me fui caminando a casa a traves de la ciudad, hasta Yttersta Tvargrand. Fui consciente de que era hora de abandonar mi casa de una vez. Fue una despedida corta y serena. Ya sabia que nunca mas volveria. Mi camino terminaba en otro lugar.

»El martes, por la manana temprano, fui al trabajo a recoger mis cosas. Cuando entre en el pabellon de Satra me encontre con los reproches inmediatos e injustos de los obreros. Una gran pena se apodero de mi; me oculte en una habitacion donde el edificio no me pudiera ver. Fue, por supuesto, en balde, pues entonces entraste tu.

Annika no podia seguir escribiendo. Puso las manos sobre las rodillas y volvio la cabeza.

– ?Que pasa? -pregunto Beata.

– Estoy muy cansada -contesto Annika-. ?Puedo levantarme y mover un poco las piernas? Se me han dormido.

Beata la observo en silencio durante algunos segundos.

– Bueno, pero no intentes nada.

Annika se levanto con cuidado y tuvo que sujetarse a la pared para no caerse. Estiro y doblo todo lo que pudo las piernas con las sonoras cadenas. A escondidas miro de soslayo hacia abajo y descubrio que Beata habia utilizado dos pequenos candados para cerrar las cadenas. Si tuviera esas llaves podria desatarse.

– No creas que puedes escapar -advirtio Beata.

Annika la miro sorprendida.

– Claro que no -dijo-. Todavia no hemos terminado nuestro trabajo.

Separo la silla un poco de la mesa para tener mas espacio para las piernas.

– Ya no nos queda mucho -anuncio Beata.

Estudio a Annika, y esta se dio cuenta de que Beata no sabia que pensar.

– ?Quieres leerlo? -pregunto Annika y giro el ordenador para que la pantalla mirara a Beata.

La mujer no respondio.

– Estaria bien que leyeras el texto para comprobar si te he entendido correctamente, y asi puedas juzgar el tono. No he utilizado tu forma de hablar, sino que he hecho el relato algo mas literario -dijo Annika.

Beata miro detenidamente a Annika durante algunos segundos, luego fue a la mesa y se acerco.

– ?Puedo descansar un poco? -pregunto Annika y Beata asintio.

Annika se tumbo y le dio la espalda al Dinamitero. Tenia que planear su proximo paso.

Hacia dos anos un senor de sesenta anos desaparecio en el hielo del archipielago. Era primavera, el tiempo

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