y dejo el bolso junto a la caja de dinamita. Annika tuvo deseos de respirar profundamente pero se obligo a hacerlo en silencio y con la boca abierta. Habia pulsado la memoria 1.

– ?Puedo abrirlo ahora? -pregunto Beata impaciente.

Annika no podia responder; simplemente asintio.

Jansson habia enviado la ultima pagina a la rotativa. La primera noche de su turno solia estar muy cansado, pero ahora se sentia totalmente paralizado. Normalmente solia desayunar en la cafeteria, un sandwich de queso y pimientos y una taza de te, pero hoy pensaba pasar. Acababa justo de levantarse y ponerse el anorak cuando sono el telefono. Jansson resoplo en voz alta y dudo si mirar la pantalla para ver quien llamaba. Bueno, podia ser la imprenta, a veces algunos colores fallaban y las fotos no quedaban bien. Alargo la mano hacia el telefono y observo el numero conocido. Al mismo tiempo se le erizo todo el pelo del cuerpo.

– ?Es Annika! -grito-. ?Annika esta llamando a mi extension!

Anders Schyman, Patrik, Berit y Janet Ullberg se volvieron hacia el desde el fondo de la redaccion.

– ?Es el movil de Annika! -chillo el jefe de redaccion.

– ?Pero responde, joder! -le grito Schyman y comenzo a correr.

Jansson tomo aliento y levanto el auricular.

– ?Annika!

Chasqueaba y zumbaba en el auricular.

– ?Hola! ?Annika!

Los otros ya se habian reunido junto a Jansson.

– ?Hola! ?Hola! ?Estas ahi?

– Dame el telefono -ordeno Schyman.

Jansson le alargo el auricular al director. Anders Schyman se puso el auricular en una oreja y en la otra se metio el menique. Oyo crujidos y zumbidos, y un sonido que subia y bajaba que podria ser el murmullo de voces.

– Esta viva -susurro, le devolvio el auricular a Jansson, fue a su despacho y llamo a la policia.

– ?Oh, que bonita! Es fantastica.

Beata parecia realmente abrumada. Eso le dio a Annika nuevas fuerzas.

– Es viejo, casi una antiguedad -informo-. Granate autentico y oro plateado. Me gustaria tener uno como ese. Estos son los regalos bonitos de hacer, ?no te parece?

La mujer no respondio: miraba fijamente el broche.

– Siempre me han gustado las joyas -comento Annika-. Cuando era pequena estuve ahorrando dinero durante anos para comprar un corazon de oro blanco con un lazo de diamantes. Lo habia visto en el catalogo de una joyeria de la ciudad, en uno de esos que se mandan por Navidad. Cuando por fin me lo podia comprar ya habia crecido y, en cambio, me compre un equipo de esqui…

– Muchisimas gracias -dijo el Dinamitero en voz baja.

– De nada -respondio Annika-. Mi abuela tenia uno igual; quiza por eso me gusto en cuanto lo vi.

Beata se desabotono el ultimo boton del abrigo y se prendio el broche en el jersey.

– Esto puede ser lo que necesitabamos -anuncio el policia-. Ahora ya pueden colgar, la llamada esta controlada. Nos ocuparemos del resto junto al tecnico de la operadora.

– ?Que van a hacer? -pregunto Schyman.

– Nos pondremos en contacto con la central de Comviq en Kista. Quiza sea posible saber de donde viene la llamada.

– ?Puedo acompanarlos? -inquirio Schyman rapidamente.

El policia dudo unos segundos.

– Por supuesto -contesto.

Anders Schyman se apresuro a volver a la redaccion.

– La policia ha localizado la llamada, podeis colgar -grito mientras se ponia el abrigo.

– ?Crees que podemos seguir escuchando? -pregunto Berit, que ahora tenia el auricular en el oido.

– No lo se. Si no fuera asi os llamaria. ?No os vayais todos a casa!

Bajo por las escaleras hasta la entrada y noto que le temblaban las piernas de cansancio. «No creo que sea buena idea conducir», penso, y corrio hasta la parada de taxis de Ralambsvagen.

Fuera todavia era noche cerrada y la carretera de Kista estaba totalmente vacia. Solo se encontraron con un par de taxis en el camino; el taxista saludo con la mano izquierda a los que eran de la misma compania. Llegaron a Borgarfjordsgatan, y al mismo tiempo que Anders Schyman pagaba con su tarjeta, un coche de policia sin distintivos se deslizo a su lado y se detuvo. Schyman salio del taxi y se dirigio a saludar a los policias de paisano.

– Si tenemos buena suerte quiza podamos localizarla con esta ayuda -informo el policia.

Tenia el rostro palido de cansancio y una mueca rigida alrededor de la boca. De repente Anders Schyman comprendio quien debia ser.

– ?Conoce a Annika? -pregunto el director.

El policia respiro profundamente y miro de soslayo al otro.

– Mas o menos -contesto.

En ese mismo momento llego un guardia cansado y les dejo entrar en el edificio que albergaba las oficinas centrales de Comviq y Tele2. Les acompano a lo largo de galerias y pasillos hasta que por fin entraron en una enorme sala llena de pantallas gigantes de television. Anders Schyman dio un silbido.

– Se parece a una pelicula americana de espias, ?verdad? -dijo un hombre que se acerco a recibirlos.

El director asintio y saludo.

– Tambien tiene un aire a la sala de control de una central nuclear -anadio.

– Soy uno de los operadores tecnicos. Bienvenidos. Por aqui -aclaro el hombre y les acompano hasta el centro de la sala.

Anders Schyman siguio lentamente al tecnico y al mismo tiempo estudiaba la gran sala. Habia cientos de ordenadores, los proyectores hacian que las paredes funcionaran como pantallas gigantes.

– Desde aqui controlamos toda la red de Comviq -continuo el tecnico-. Aqui trabajamos dos personas por la noche. El rastreo que nos han pedido es bastante sencillo de realizar; con solo dar una orden desde mi terminal comienza la busqueda.

Les mostro su puesto de trabajo. Anders Schyman no comprendia nada de lo que veia.

– Puede tardar quince minutos, a pesar de haber limitado la busqueda a partir de las cinco horas. Ahora han pasado casi diez minutos, vamos a ver si tenemos algo…

Se inclino sobre uno de los ordenadores y tecleo.

– No, todavia no -confeso.

– Quince minutos, ?no es mucho tiempo? -pregunto Anders Schyman y sintio que tenia la boca seca.

El tecnico le miro fijamente.

– Quince minutos es muy poco -contesto-. Es la madrugada de Nochebuena y ahora hay muy poco trafico. Por eso creo que la busqueda podra realizarse en tan poco tiempo.

En ese instante aparecieron una serie de datos en la pantalla. Inmediatamente les dio la espalda a Schyman y a los policias y se sento en su silla. Tecleo durante un par de minutos, luego resoplo.

– No encuentro nada -dijo-. ?Estan seguros de que la llamada provenia de su movil?

El pulso de Anders Schyman se acelero. ?Ahora no podia ir mal! Noto que crecia el desconcierto; ?sabian estos hombres lo que habia pasado en realidad? ?Sabian lo importante que esto era?

– Nuestro jefe de noche conoce su numero de memoria. Todavia estaban escuchando el zumbido de su telefono cuando me fui del periodico -informo y se paso la lengua por los labios.

– ?Ah! Eso lo explica todo -dijo el operador y pulso otro mando. Los datos desaparecieron y la pantalla se oscurecio.

– Ahora solo podemos esperar -anuncio y se volvio hacia Schyman y los policias de nuevo.

– ?Que pasa? -inquirio Schyman, dandose cuenta de su irritacion.

– Si la llamada todavia continua, entonces aun no hemos podido recibir ninguna informacion. Esta se

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