respiracion. Aproximo los labios a su oido.

– No logre cumplir totalmente mi promesa, pero hice todo lo que pude.

– Pero ?de que me hablas?

– Lisa, hagas lo que hagas, y en todos los momentos de tu vida, jamas olvides hasta que punto te quiero.

Ella la libero de su abrazo, abrio la puerta de entrada y la empujo suavemente hacia Philip, que la esperaba bajo el porche. Dubitativa e inquieta, Lisa permanecio unos instantes inmovil, mirando con fijeza a Mary e intentando comprender el dolor que adivinaba en sus ojos. Su padre la cogio por los hombros y se la llevo consigo.

Aquella manana llovia. El brazo de Philip se prolongaba en una mano que habia crecido y que estaba aferrada a la de ella. La bolsa que Lisa llevaba en la otra parecia ahora mucho mas pesada.

Es asi como Mary vio que se marchaba, bajo la luz palida en la que el tiempo se detenia de nuevo. Sus cabellos negros desordenados caian sobre sus hombros y la lluvia resbalaba sobre su piel morena; ahora parecia que la ropa le sentaba bien. Bajaban por el sendero con pasos lentos. A Mary, que estaba en el porche, le habria gustado anadir alguna cosa, pero no hubiese servido de nada. Las puertas del coche se cerraron. Lisa le dirigio un ultimo saludo con la mano y desaparecieron al doblar la esquina.

Durante el trayecto Lisa no ceso de interrogar a Philip, que no respondia a ninguna de las preguntas puesto que no encontraba las palabras adecuadas para hacerlo. Tomo el enlace que conectaba con las diferentes terminales del aeropuerto y redujo la velocidad. Lisa experimento una mezcla turbadora de miedo y colera, que cada vez era mayor. Estaba decidida a no bajar del coche hasta que Philip no le explicase las razones de tan precipitada marcha.

– Pero ?que os pasa? ?Os inquieta tanto a ambos mi viaje? Papa, ?quieres explicarme que esta pasando?

– Te voy a dejar en la terminal e ire a aparcar el coche.

– ?Por que no ha venido Mary con nosotros?

Philip se situo junto a la acera y miro a su hija al fondo de los ojos, cogiendo sus manos entre las suyas.

– Lisa, escuchame. Al entrar en la terminal vas a tomar la escalera mecanica que hay a la derecha, luego seguiras por el pasillo y entraras en la cafeteria…

El rostro de la muchacha se crispo. Al ver la actitud de su padre, Lisa comprendio que el velo de su pasado se levantaba de manera inesperada.

– … Continuaras hasta el fondo de la sala. En la mesa que esta junto al ventanal hay una persona que te espera.

Los labios de Lisa empezaron a temblar. Todo su cuerpo fue sacudido por un inmenso sollozo y sus ojos se llenaron de lagrimas. Los de Philip tambien.

– ?Te acuerdas del viejo tobogan rojo? -dijo el con voz tremula.

– ?No me habreis hecho eso! ?Dime que no es verdad, papa!

Sin esperar respuesta, cogio su bolsa de viaje del asiento trasero y, dando un violento portazo, salio del coche.

Aeropuerto de Newark. El coche acaba de dejarla en la acera y a continuacion el vehiculo se precipita en el denso trafico que gravita en torno a las terminales de las companias. A traves de un velo de lagrimas lo ve perderse en la lejania. La enorme bolsa verde que descansa a sus pies pesa casi tanto como ella; hace una mueca y se la cuelga del hombro. Seca sus ojos, atraviesa las puertas de la terminal 1 y cruza el vestibulo corriendo. A su derecha, la escalera mecanica conduce al primer piso. A pesar de la voluminosa bolsa que lleva colgada del hombro, sube deprisa los escalones y entra con aire decidido en el pasillo. Se queda quieta delante de una cafeteria banada de una luz naranja y mira a traves del cristal. A esa hora de la manana no hay nadie en el mostrador. Los resultados deportivos desfilan por la pantalla del televisor que hay por encima del camarero que seca los vasos. Empujando la puerta de madera, en la que hay un gran ojo de buey, entra y mira mas alla de las mesas rojas y verdes.

Es asi como ella la ve, sentada al fondo, contra el ventanal que domina la pista de aterrizaje. Hay un periodico doblado sobre la mesa. Susan ha colocado su barbilla sobre la mano derecha mientras los dedos de la izquierda juguetean con la medalla que lleva colgada al cuello. Sus ojos, que Lisa no puede ver aun, estan perdidos en el asfalto pintado con bandas amarillas y sobre el que los aviones ruedan lentamente. Susan se da la vuelta, se pone la mano sobre la boca, como para contener la emocion que se le escapa cuando pronuncia en voz baja un: «?Dios mio!». Se levanta. Lisa duda, toma el pasillo de la izquierda, se aproxima con pasos silenciosos. Ambas se contemplan cara a cara, con los ojos llorosos, sin saber que decirse. Susan ve la gran bolsa que lleva Lisa. La suya, debajo de la mesa, es identica. Entonces Susan sonrie:

– ?Eres tan guapa…!

Inmovil y silenciosa, Lisa la mira de hito en hito, sin quitarle los ojos de encima. Se sienta lentamente y su madre hace lo mismo. A Susan le hubiese gustado acariciar la mejilla de su hija, pero Lisa retrocede bruscamente.

– ?No me toques!

– ?Lisa, si supieras lo mucho que te he echado de menos!

– Y tu, ?sabes que tu muerte ha cubierto mi vida de pesadillas?

– Deja que te explique.

– ?Que puede explicar lo que me hiciste? Tal vez me puedas explicar que te hice yo para que me olvidases.

– Jamas te he olvidado. No fue debido a ti, Lisa. Fue debido a mi, a mi amor por ti.

– ?Tu definicion del amor incluye el haberme abandonado?

– No tienes derecho a juzgarme sin conocimiento de causa, Lisa.

– ?Tenias derecho a esa mentira?

– ?Al menos tienes que escucharme, Lisa!

– ?Acaso tu me escuchabas cuando te llamaba por las noches en mis pesadillas?

– Si. Creo que si.

– Entonces, ?por que no viniste a buscarme?

– Porque era demasiado tarde.

– Demasiado tarde ?para que? ?Existe eso de «demasiado tarde» entre una madre y una hija?

– Solo tu, Lisa, puedes decidir eso ahora.

– ?Mama ha muerto!

– No digas eso, te lo ruego.

– Sin embargo, es una frase que me ha marcado. Es la primera que pronuncie al llegar a Estados Unidos.

– Si lo prefieres, te dejo. Pero lo quieras o no, siempre te amare…

– Te prohibo que me digas eso hoy. Es demasiado facil. «Mama», si estoy equivocada, dime en que. Y te ruego que seas convincente.

– Habiamos recibido un aviso de tormenta tropical y la montana era demasiado peligrosa para una nina de tu edad. ?Te acuerdas? ?Te habia contado que estuve a punto de morir durante una tormenta? Entonces baje al valle para dejarte con el equipo del campamento de Sula y ponerte a salvo del peligro. No podia dejar sola a la gente de la aldea.

– ?Pero a mi si que podias dejarme sola!

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