– ?Se lo suplico: no me haga pasar por esto! Por eso preferia escribirle. Hemos pasado juntos unos anos maravillosos, no voy a dejarle como ultimo recuerdo el de un viejo profesor patetico.

La joven interna rodeo el escritorio y estrecho a Fernstein contra ella. El se quedo con los brazos colgando. Luego, algo turbado, acabo por abrazar a su alumna y le susurro al oido: -Usted es mi orgullo, mi mayor logro. ?No renuncie nunca! Mientras este aqui, yo continuare viviendo a traves de usted. Mas adelante, le tocara ensenar; tiene aptitudes y talento para ello. Su unico enemigo sera su caracter, pero con el tiempo, ya lo arreglara. Mireme a mi, no lo he hecho tan mal. ?Si me hubiera conocido a su edad! Vamos, ahora vayase de aqui sin mirar atras. Es muy probable que llore por su causa, pero no quiero que se de cuenta.

Lauren abrazo a Fernstein con todas sus fuerzas.

– ?Que voy a hacer sin usted? ?Con quien me voy a encabritar? -dijo ella, sollozando.

– ?Ya se casara!

– ?No estara aqui el lunes?

– Aun no habre muerto, pero ya me habre marchado. No volveremos a vernos, aunque pensaremos a menudo el uno en el otro, estoy seguro de ello.

– Le debo tantisimas cosas…

– No -dijo Fernstein, alejandose un poco-. Solo se las debe a si misma. Lo que yo le he ensenado se lo habria podido ensenar cualquier otro profesor, pero la diferencia esta en usted. Si no comete los mismos errores que yo, sera una gran medica.

– Usted no ha cometido ninguno.

– Hice esperar a Norma demasiado tiempo; si le hubiera permitido entrar antes en mi vida, si yo hubiera entrado en la suya, habria conseguido ser mucho mas que un gran profesor.

Le dio la espalda e hizo un gesto con la mano: ya era hora de que se fuese. Y, tal como habia prometido, abandono aquel despacho sin mirar atras.

Paul habia llevado a Arthur a su casa. Cuando aparecio la senora Morrison en compania de Pablo, se escabullo hacia el despacho. La jornada del viernes siempre era demasiado corta y tenia un monton de trabajo atrasado. Antes de su partida, Arthur le pidio un ultimo favor, algo con lo que llevaba varios dias sonando.

– Ya veremos como te encuentras manana por la manana. Pasare a verte esta noche. Ahora, descansa.

– ?Pero si no hago otra cosa!

– ?Muy bien, pues continua!

Lauren se encontro un sobre de papel de estraza en su buzon. Despego la pestana mientras subia las escaleras. Al entrar en su apartamento, saco del sobre una gran foto que iba acompanada de una notita.

En el transcurso de mi carrera, he resuelto la mayor parte de los enigmas buscando la solucion en la escena del crimen. Aqui tiene la foto y la direccion de la casa donde la encontre. Cuento con su discrecion. Esta carpeta se perdio por descuido…

Buena suerte.

George Pilguez Inspector de policia retirado.

P. D.: No ha cambiado usted nada.

Lauren volvio a cerrar el sobre, consulto su reloj y fue enseguida al ropero. Mientras preparaba su bolsa de viaje, llamo a su madre.

– No es muy buena idea, ?sabes? La ultima vez que te fuiste de fin de semana a Carmel…

– Mama, solo te pido que te quedes con Kali un poco mas.

– Me hiciste prometer que no te tendria miedo, pero no puedes prohibirme que tenga miedo por ti. Se prudente y llamame para decirme que has llegado bien.

Lauren colgo. Regreso al ropero y se puso de puntillas para llegar a otras bolsas de viaje. Empezo a llenarlas apilando prendas de vestir… y muchas otras cosas.

Arthur se habia puesto un pantalon y una camisa. Dio los primeros pasos en la calle del brazo de Rose Morrison.

Detras de ellos, Pablo tiraba de su correa, frenando con las cuatro patas.

– ?Ya veremos el final de la pelicula cuando hayas hecho lo que tienes que hacer! -le dijo la senora Morrison a su perro.

La puerta del apartamento se abrio. Robert entro en el salon, Lauren estaba de espaldas y la estrecho entre sus brazos. Ella se sobresalto.

– ?No queria asustarte!

– Pues lo has hecho.

Robert miro el equipaje agrupado en mitad de la estancia.

– ?Te vas de viaje?

– Solo el fin de semana.

– ?Y necesitas todas esas bolsas?

– Solamente la pequena y roja que hay en la entrada, las demas son las tuyas.

Se acerco a el y le puso las manos sobre los hombros.

– Tu dices que las cosas han cambiado desde mi accidente, pero no es cierto. Antes tampoco eramos muy felices. Pero yo tenia mi trabajo, que me impedia darme cuenta. Lo que me fascina es que tu no lo hayas sabido ver.

– Tal vez porque te quiero.

– No, lo que amas es nuestra relacion; nos protegemos el uno al otro de la soledad.

– Ya no pitamos tan mal.

– Si fueras mas sincero, serias mas lucido. Quisiera que te marcharas, Robert. He reunido todas tus cosas para que te las lleves a tu casa.

Robert la miro con aspecto desamparado.

– ?Asi que ya esta, has decidido que se ha terminado?

– No, creo que lo hemos decidido juntos, pero yo he sido la primera en formularlo, eso es todo.

– ?No quieres que nos demos una segunda oportunidad?

– Seria la tercera. Hace ya mucho tiempo que nos conformamos con estar juntos, pero este conformismo no es suficiente, ahora necesito amar.

– ?Puedo quedarme aqui esta noche?

– ?Lo ves? El hombre de mi vida jamas habria preguntado eso.

Lauren cogio su bolsa. Beso a Robert en la mejilla y salio del apartamento sin mirar atras.

El motor del viejo coche ingles contesto de inmediato. La puerta del garaje se elevo y el Triumph se lanzo hacia Green Street. Giro en la esquina de la calle. En la acera, un jack russell correteaba hacia el parque, y un hombre y una anciana pasaban cerca de un platano.

Eran casi las cuatro de la tarde cuando cogio la autopista 1, la que bordea el Pacifico. A los lejos, los acantilados parecian recortarse en la bruma, como un bordado de sombras rodeado de fuego.

Al caer el dia, llego a una ciudad casi desierta. Dejo el coche en el aparcamiento junto a la playa y lo instalo, sola, en el malecon. Grandes nubes ocultaban el horizonte. A lo lejos, el cielo viraba del malva al negro.

Cuando comenzaba la noche, bajo al Carmel Valley Inn.

La recepcionista le entrego las llaves de un bungalo que daba a la bahia de Carmel. Lauren deshizo su equipaje cuando los primeros rayos rasgaron el cielo. Corrio al exterior para poner su Triumph al abrigo de un tejado y regreso bajo una lluvia diluviana. Enfundada en un albornoz de algodon grueso, encargo una bandeja y se instalo delante del televisor. En la ABC estaban dando su pelicula preferida, Tu y yo. Se dejo mecer por las gotas que golpeaban los cristales. Con el beso que Cary Grant dio por fin en los labios a Deborah Kerr, cogio la almohada y la apreto contra su cuerpo.

La lluvia ceso a ultima hora de la madrugada. Los arboles goteaban en el gran parque y Lauren seguia sin

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