descubrio una nota que habia caido al suelo. Se agacho y vio que habia llamado el encargado de un campo de refugiados.

Marco el numero. Dejo pasar diez tonos y estaba a punto de colgar cuando alguien contesto.

– Soy Wallander, de la policia de Ystad. Busco a un tal Modin.

– Yo mismo.

– ?Habias llamado?

– Creo que tengo algo importante que decir.

Kurt Wallander aguanto la respiracion.

– Se trata de los dos hombres que estais buscando. He vuelto hoy de mis vacaciones. Las fotografias distribuidas por la policia estaban en mi mesa. Reconozco a esos dos hombres. Estuvieron una temporada en este campo.

– Voy para alla -dijo Kurt Wallander-. Esperame en tu despacho hasta que llegue.

El campo de refugiados quedaba a las afueras de Skurup. Kurt Wallander tardo diecinueve minutos en llegar. Se trataba de una vieja casa parroquial y solamente se utilizaba cuando todos los demas campos estaban al completo.

El encargado, que se llamaba Modin, era bajo y debia de andar por los sesenta anos. Esperaba en el patio cuando Kurt Wallander llego derrapando con su coche.

– El campo esta vacio ahora -dijo Modin-. Pero estamos esperando a unos cuantos rumanos la proxima semana.

Entraron en su pequeno despacho.

– Explicamelo desde el principio -pidio Kurt Wallander.

– Vivieron aqui entre diciembre del ano pasado y mediados de febrero -dijo Modin hojeando unos papeles. Luego fueron transferidos a Malmo. A la Casa Celsius, para ser mas exactos.

Modin senalo la fotografia del Calvo.

– Se llama Lothar Kraftzcyk. Es ciudadano checo y ha solicitado asilo politico, ya que se considera perseguido por pertenecer a una minoria etnica en su pais.

– ?Existen las minorias etnicas en Checoslovaquia? -pregunto Kurt Wallander.

– Creo que se consideraba gitano.

– ?Consideraba?

Modin se encogio de hombros.

– Yo no me lo creo. Los refugiados que saben que tienen pocos argumentos para quedarse en Suecia aprenden pronto que una manera excelente de mejorar sus posibilidades es decir que son gitanos. -Modin tomo la fotografia de Lucia en la mano-. Andreas Haas -continuo-. Tambien checo. Sus razones para solicitar asilo no las conozco. Sus papeles se mandaron con el a la Casa Celsius.

– ?Y estas seguro de que estas fotografias son de esos dos hombres?

– Si, estoy seguro.

– Continua -dijo Kurt Wallander-. Cuenta.

– ?Contar que?

– ?Como eran? ?Ocurrio algo fuera de lo normal durante el periodo que pasaron aqui? ?Tenian mucho dinero? Todo lo que puedas recordar.

– He intentado recordar -contesto Modin-. Eran bastante solitarios. Piensa que la vida de un campo de refugiados es lo mas agobiante que le puede ocurrir a una persona. Jugaban al ajedrez. Un dia si y otro tambien.

– ?Tenian dinero?

– No que yo recuerde.

– ?Como eran?

– Muy reservados. Pero no antipaticos.

– ?Algo mas?

Kurt Wallander noto que Modin dudaba.

– ?Que estas pensando? -pregunto.

– Este es un campo pequeno -respondio Modin-. Ni yo ni nadie duerme aqui por las noches. Algunos dias tambien estabamos sin personal. Sin contar la cocinera que preparaba la comida. Solemos tener un coche aparcado aqui. Las llaves las guardamos en la oficina. Pero, a veces, cuando llegaba por las mananas, tenia la sensacion de que alguien habia usado el coche. Como si hubiese entrado en la oficina, tomado las llaves y se hubiese marchado con el coche.

– ?Y sospechas que fueron estos dos hombres?

Modin asintio con la cabeza.

– No se por que -comento-. Es solo una sensacion.

Kurt Wallander penso.

– Las noches -dijo-. Entonces no habia nadie aqui. Y tampoco durante algunos dias. ?Cierto?

– Si.

– El viernes 5 de enero -dijo Kurt Wallander-. Hace mas de medio ano. ?Recuerdas si estabais sin personal durante el dia?

Modin hojeo su calendario de mesa.

– Aquel dia estuve en una reunion extraordinaria en Malmo -contesto-. Habia tal cantidad de refugiados que tuvimos que encontrar unos campos provisionales.

Las piedras empezaban a arder bajo los pies de Kurt Wallander.

El mapa comenzaba a vivir. En aquel momento le estaba hablando.

– ?O sea que no hubo nadie aqui durante el dia?

– Solo la cocinera. Pero la cocina esta en la parte de atras. Podria no haber notado si alguien hubiera usado el coche.

– ?Ninguno de los refugiados se iba de la lengua?

– Los refugiados no se van de la lengua. Tienen miedo. Tambien los unos de los otros.

Kurt Wallander se levanto. De pronto tenia prisa.

– Llama a tu colega de la Casa Celsius y dile que voy para alla -dijo-. Pero no le digas nada sobre estos dos hombres. Solo asegurate de que el encargado este localizable.

Modin le miro.

– ?Por que quieres encontrarlos? -pregunto.

– Puede que hayan cometido un crimen. Un crimen grave.

– ?El homicidio en Lenarp? ?Es eso lo que quieres decir?

Kurt Wallander comprendio que no habia ninguna razon para no contestar.

– Si -respondio-. Creemos que fueron ellos.

Llego a la Casa Celsius en el centro de Malmo poco despues de las siete de la tarde. Aparco en una calle proxima y se dirigio a la entrada principal, que estaba vigilada por un guardia de seguridad. Despues de unos minutos, un hombre fue a buscarlo. Se llamaba Larson, habia sido marinero y de el emanaba un olor a cerveza facilmente identificable.

– Haas y Kraftzcyk -dijo Kurt Wallander cuando se hubieron sentado en el despacho de Larson-. Dos checos, solicitantes de asilo politico.

La respuesta del hombre con aliento a cerveza llego enseguida.

– Los jugadores de ajedrez -dijo-. Viven aqui.

«Ahora, cono», penso Kurt Wallander. «Ahora si.»

– ?Estan aqui en la casa?

– Si -contesto Larson-. Es decir, no.

– ?No?

– Viven aqui. Pero no estan aqui.

– ?Que quieres decir con eso?

– Que no estan aqui.

– ?Donde cono estan, pues?

– En realidad no lo se.

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