ademas, ?que mas tienes que hacer?

Theresa sabia que tenia razon, y despues de algunos dias acepto.

– Me da mucho gusto -le habia dicho Deanna con una expresion de victoria en el rostro-. Te va a encantar el sitio.

Theresa tuvo que admitir que era un hermoso lugar para ir de visita, The Fisher House era la casa de un capitan de navio, bellamente restaurada, y se encontraba en el borde de un risco rocoso por encima de la bahia; al verla a la distancia, disminuyo su carrera a un trote. A diferencia de los corredores mas jovenes que aceleraban al final de sus carreras, ella preferia disminuir la velocidad y tomarselo con calma. A los treinta y seis ya no se recuperaba con tanta rapidez como antes.

Mientras su respiracion se normalizaba penso en como pasaria el resto del dia. Llevaba cinco libros para esas vacaciones, libros que tenia interes en leer pero que durante todo el ano por un motivo u otro no habia podido abrir. Como articulista del Times de Boston y de otras muchas publicaciones que reproducian su columna, siempre estaba bajo presion para entregar a tiempo tres articulos por semana. No era nada facil escribir de continuo algo original. Su columna “Padres modernos” se publicaba ya en sesenta diarios por todo el pais, y si ella queria que otros periodicos compraran su columna no podia darse el lujo de tomarse ni siquiera unos cuantos dias libres.

Theresa disminuyo el paso a una caminata y por fin se detuvo mientras un gaviotin del Caspio le volaba en circulos sobre la cabeza. Despues de un momento se quito los zapatos y los calcetines y camino por la orilla dejando que las pequenas olas le mojaran los pies. El agua era refrescante y paso algunos minutos yendo de un lado a otro. Se alegro de haber encontrado tiempo para escribir algunas columnas extras en los ultimos meses y asi olvidarse por completo del trabajo durante esa semana. Sintio como si volviera a tener el control de su propio destino, como si apenas estuviera comenzando en el mundo.

Pero cuando cerro los ojos lo unico en lo que pudo pensar fue en Kevin. El cielo era testigo de que queria pasar mas tiempo con su hijo. Deseaba poder sentarse y charlar con el, jugar Monopolio o simplemente mirar el televisor sin sentir la urgencia de levantarse del sofa para hacer algo mas importante.

El problema era que siempre tenia algo que hacer: platos que lavar, banos que asear, habia que vaciar la caja de arena del gato, llevar a afinar los autos, lavar la ropa y pagar las cuentas. Y aunque Kevin ayudaba mucho con sus tareas en la casa, siempre estaba casi tan ocupado como ella con la escuela, sus amigos y todas sus demas actividades. Algunas veces le preocupaba que la vida se le estuviera escapando de las manos.

Sin embargo, ?como podia cambiar todo aquello? Su madre solia decirle: “Hay que vivir la vida dia con dia”, pero ella no tuvo que trabajar fuera de casa ni criar a un hijo sin el apoyo de un padre. No comprendia las presiones que Theresa enfrentaba a diario. Tampoco su hermana menor, Janet, que habia seguido 1os pasos de su madre y llevaba felizmente casada casi once anos, con tres maravillosas hijas que daban fe de ello. Edward ganaba tan bien que podia mantener a su familia sin que Janet tuviera que trabajar. Habia algunas veces en las que Theresa pensaba que tal vez le agradaria una vida como esa, aunque significara tener que renunciar a su trabajo.

Pero eso ya no podia ser. No despues de que ella y David se divorciaron. Hacia ya tres anos… cuatro si se contaba el tiempo en que estuvieron separados. No odiaba a David por lo ocurrido, pero el respeto que sentia por el se habia hecho trizas. El adulterio no era algo con lo que ella pudiera vivir. El dano en su confianza se volvio irreparable.

Desde el divorcio solo habia tenido unas cuantas citas amorosas. Y no porque no fuera atractiva. Lo era, o al menos eso le decian con frecuencia. Tenia el cabello castano oscuro, muy lacio, y lo llevaba largo en un corte hasta los hombros. El rasgo que mas a menudo alababan eran sus ojos marron con destellos castanos que atrapaban la luz siempre que estaba al aire libre. Como corria a diario se encontraba en buena condicion fisica y no representaba la edad que tenia. Sin embargo, ultimamente al mirarse al espejo habia comenzado a sentir que se le notaba la edad.

Sus amigos creian que estaba loca.

– Te ves mejor ahora que hace algunos anos -insistian, y todavia algunos hombres la miraban en los pasillos del supermercado. Pero ya no tenia veintidos anos, y nunca volveria a tenerlos.

Cuando por fin llegaron los papeles del divorcio, sintio como si una pequena parte de ella hubiera muerto. Su furia inicial se convirtio en tristeza y ahora sentia algo mas, una especie de aturdimiento. Aunque estaba en constante actividad parecia como si ya nunca le ocurriera nada especial. Un dia se habia vuelto exactamente igual al anterior y ya no distinguia entre uno y otro. Una vez, casi un ano atras, se sento al escritorio durante quince, minutos tratando de recordar la ultima cosa espontanea que habia hecho. No pudo pensar en nada.

Todavia extranaba a David de vez en cuando, o mejor dicho, extranaba lo bueno de el. En especial le hacia falta la intimidad que nacia de abrazarse y susurrarle al otro a puerta cerrada.

Aunque amaba profundamente a Kevin, no era el mismo tipo de amor que deseaba en ese momento. Lo que sentia por Kevin era un gran amor de madre, tal vez el mas profundo y sagrado de todos. Todavia le gustaba entrar en su habitacion mientras dormia y sentarse en la cama para contemplarlo. Siempre se veia tan en paz, tan hermoso, con la cabeza en la almohada y envuelto en las frazadas. Sin embargo, ni siquiera esos maravillosos sentimientos cambiaban el hecho de que una vez que salia de la habitacion de su hijo, se iba a la sala a tomar una copa de vino teniendo a Harvey, el gato, como compania.

Sonababa con enamorarse, con tener a alguien que la tomara en los brazos y la hiciera sentir que era la unica mujer que importaba; pero es dificil conocer a alguien adecuado en estos dias. La mayor parte de los hombres de mas de treinta anos ya estaban casados y los divorciados parecian estar en busca de alguien mas joven. Ademas tenia que pensar en Kevin. Queria un companero que lo tratara como es debido y no solo como la carga inevitable de alguien a quien se desea.

No habia tenido intimidad con un hombre desde que se divorcio de David. No le faltaron oportunidades, por supuesto. Nunca era dificil para una mujer atractiva encontrar alguien con quien acostarse. Sin embargo, ese no era su estilo. No la habian educado asi y no tenia intenciones de cambiar ahora. El sexo era muy importante, demasiado especial como para compartirlo con cualquiera.

Asi que ahora que estaba de vacaciones ansiaba hacer algunas cosas para ella sola: leer libros, escribir cartas a amigos de los que no habia sabido en mucho tiempo, dormir hasta tarde, comer mucho y correr por las mananas. Queria tener de nuevo la experiencia de la libertad, aunque fuera por un corto lapso.

Tambien deseaba ir de compras. Planeaba probarse algunos vestidos nuevos y elegir un par de ellos que le resaltaran la figura y la hicieran sentir que todavia estaba viva y capaz de apasionarse. Y si algun hombre agradable la invitaba a salir, tal vez aceptaria, solo para tener un pretexto que le permitiera usar la ropa nueva que pensaba comprar.

Con una renovada sensacion de optimismo, Theresa se dirigio a la casa. Caminaba cerca de la orilla cuando vio una piedra grande medio enterrada en la arena, a unos centimetros del lugar donde la marca matutina habia alcanzado su punto mas alto. “Que raro”, penso, “se ve fuera de lugar ahi”.

A medida que se acercaba noto algo mas en el objeto que veia, era alargado y liso; cuando llego a el se dio cuenta de que no se trataba de una roca. Era una botella, probablemente abandonada por algun turista descuidado o por algun adolescente del lugar, de los que les gustaba ir ahi por la noche. Sin embargo, cuando llego hasta ella, se sorprendio al descubrir que estaba tapada. La recogio, la sostuvo contra la luz y vio la nota en su interior.

Intento sacar el corcho pero los dedos se le resbalaron cuando trato de quitarlo. No podia asirlo bien. Enterro las unas cortas en la parte que sobresalia del corcho y giro lentamente la botella. Nada. Cambio de mano e hizo un nuevo intento. Apreto los dedos y se coloco la botella entre las piernas para sujetarla mejor y cuando estaba a punto de darse por vencida, el corcho cedio un poco. Vo1vio a agarrarlo como al principio… apreto… hizo girar la botella poco a poco. Fue saliendo mas y mas corcho. De pronto se aflojo y lo que quedaba del corcho se deslizo hacia afuera con facilidad.

Puso la botella boca abajo y la carta cayo de inmediato a la arena, a los pies de Theresa. Cuando se inclino a levantarla vio que estaba bien atada con estambre.

Desato el estambre con cuidado y lo primero que noto al desenrollar el mensaje fue el papel. Era caro, grueso y resistente, tenia grabada la silueta de un velero en la esquina superior derecha. En la esquina superior izquierda estaba escrita una fecha:

22 de junio de 1997.

Hacia poco mas de tres semanas.

Sintio curiosidad al sostener el mensaje frente a ella y fue entonces, en el amanecer de un calido dia de Nueva Inglaterra que leyo por primera vez la carta que cambiaria su vida para siempre.

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