Mi querida Catherine:

Como siempre, amor mio, te extrano, pero hoy me parece especialmente doloroso porque el mar me ha estado cantando y su cancion es la de nuestra vida juntos. Casi puedo sentirte a mi lado mientras escribo esta carta y logro aspirar el aroma de flores silvestres que siempre me hace recordarte. Pero ahora todo eso no me provoca placer. Tus visitas son cada vez mas espaciadas y a veces tengo la impresion de que la mayor parte de lo que soy desapareciera lentamente.

Sin embargo, intento sobrevivir. Al anochecer, cuando estay a solas, te llamo y cuando parece que mi dolor no puede ser mas grande, encuentras una manera de regresar a mi. Anoche, en mis suenos, te vi en el muelle cerca de Wrightsville Beach. El viento te alborotaba los cabellos y tenias los ojos brillantes por la luz del atardecer. Mientras te contemplaba pensaba en lo hermosa que eres. Lentamente comence a caminar hacia ti y, cuando por fin te volviste a verme, noto que los demas tambien te habian estado observando. “?Acaso la conoces?”, me preguntaron con un celoso susurro, y mientras tu me sonreias respondi la pura verdad: “Mejor que a mi propio corazon”.

Me detuve al llegar hasta ti, te toque con suavidad en la mejilla y tu inclinaste la cabeza y cerraste los ojos. Luego, como siempre, empezo a aparecer una niebla lenta que envolvio el mundo a nuestro alrededor, rodeandonos como si tratara de evitar que escaparamos. Como una nube que se expande y lo cubre todo, fue cerrandose, hasta que solo quedamos tu y yo. La mirada que me diriges en ese momento me persigue. Siento tu tristeza y mi soledad. Y luego abres los brazos y das un paso atras en la niebla, porque ese es tu sitio y no el mio. Anhelo ir contigo, pero tu unica respuesta es negar con la cabeza porque los dos sabemos que eso es imposible.

Y observo con el corazon destrozado mientras te desvaneces poco a poco. Me encuentro esforzandome por recordar cada uno de los detalles de ese momento, cada detalle de ti. Pero pronto, siempre demasiado pronto, tu imagen desaparece y me quedo solo en el muelle y sin importar lo que otros piensen, inclino la cabeza y lloro, mucho, mucho.

Garrett

Capitulo Dos

– ?Estuviste llorando? -pregunto Deanna cuando Theresa llego al porche trasero con la botella y el mensaje en la ruano.

Theresa se sintio avergonzada y se limpio los ojos mientras la mujer dejaba el diario y se levantaba de su asiento. Aunque tenia sobrepeso, y asi habia sido desde que Theresa la conocia, se movio rapidamente para rodear la mesa con expresion preocupada.

– ?Te sientes bien? ?Que te ocurrio? ?Estas herida? -tropezo con una de las sillas mientras se acercaba a tomar una de las manos de Theresa.

Ella nego con la cabeza.

– No me paso nada, creeme. Me siento bien, de verdad. Es solo que acabo de encontrar esta carta. Estaba dentro de una botella que arrojo el mar a la playa. Cuando la abri y la lei… -se aparto un mechon que el viento le habia volado a la cara-, me llego muy hondo. Tal vez es una cosa tonta, lo se -se enjugo una lagrima, le dio la carta a Deanna y se acerco a la mesa de hierro forjado de donde su amiga se habia levantado-. Pero no pude evitarlo.

Deanna leyo la carta con lentitud y cuando la termino miro a Theresa. Tambien tenia humedos los ojos.

– Es… hermosa -comento por fin-. Es una de las cartas mas conmovedoras que he leido.

– Eso fue lo que pense.

Deanna acaricio con los dedos las letras del escrito y se detuvo un momento.

– Me pregunto quienes seran. Y por que razon lanzarian al mar esta botella.

– No tengo idea.

– ?No tienes curiosidad?

El hecho era que Theresa si tenia curiosidad. Despues de leerla la primera vez, la releyo y luego la leyo una tercera vez. Y se pregunto que se sentiria que alguien la amara de ese modo.

– Una poca, pero ?que puedo hacer? No hay modo de que lo sepamos jamas.

– ?Que haras con ella?

– Guardarla, supongo. En realidad no he pensado mucho en eso -Theresa bebio un poco de jugo que se habia servido-. Asi que… ?que haremos hoy?

– Pense que podriamos hacer algunas compras y despues ir a comer a Provincetown. ?Que te parece?

– Es precisamente lo que crei que hariamos.

Las dos mujeres charlaron sobre los lugares a los que irian. Despues Deanna se levanto y entro en la casa para servirse otra taza de cafe y Theresa la observo mientras se marchaba.

Deanna habia cumplido cincuenta y ocho anos, tenia la cara redonda; llevaba el cabello corto, que poco a poco se volvia gris, peinado de manera sencilla, y era la mejor persona que conocia Theresa. Sabia mucho de musica y de arte y vivia en un mundo lleno de optimismo y buen humor.

Cuando Deanna regreso a la mesa, se sento y volvio a tomar la carta. Mientras la examinaba con atencion, arqueo las cejas.

– Me pregunto… -comenzo en voz baja.

– ?Que?

– Bueno, cuando estaba adentro se me ocurrio que deberiamos publicar esta carta en tu columna de esta semana.

– ?Como dices?

Deanna se inclino sobre la mesa.

– Precisamente lo que oyes. Creo que deberiamos publicar esta carta. Es de verdad muy conmovedora. Puedo imaginarme a cientos de mujeres recortandola y pegandola en sus refrigeradores para que sus esposos puedan verla al regresar del trabajo.

– Ni siquiera sabemos quienes son. ?No crees que deberiamos pedir su permiso primero?

– No usaremos sus verdaderos nombres, y mientras no nos atribuyamos el credito de haberla escrito ni divulguemos de donde podria venir, estoy segura de que no habra problema.

– Se que probablemente seria legal, pero no estoy segura de que hacerlo sea correcto. Me refiero a que es una carta muy personal.

– Theresa, es una historia de interes humano. A la gente le entusiasma mucho este tipo de cosas. Y recuerda, el tal Garrett envio la carta en una botella al mar. Tiene que haber imaginado que apareceria en alguna playa.

Theresa nego con la cabeza.

– No lo se, Deanna…

– Bueno, piensalo. No necesitas decidirlo ahora. Aunque yo creo que es una magnifica idea.

Theresa penso en la carta mientras se desvestia para darse una ducha. Se encontro preguntandose como seria el hombre que la escribio… Garrett, si es que ese era su verdadero nombre. Y ?quien seria Catherine? Su amante o su esposa, eso era obvio. Se pregunto si estaria muerta o si algo mas habria ocurrido para separarlos. Ella jamas, en toda su vida, habia recibido una carta que siquiera se pareciera remotamente a esa. David nunca habia sido buen escritor, ni tampoco nadie mas con quien hubiera salido. ?Como seria aquel hombre? ?Seria tan devoto en persona como parecia en aquella carta?

Se enjabono y enjuago el cabello y todas aquellas preguntas salieron de su cabeza mientras el agua fresca la recorria. Se lavo el resto del cuerpo con un pano y jabon humectante, paso en el bano mas tiempo del que necesitaba y finalmente salio de la ducha.

Se miro al espejo mientras se secaba con la toalla. Penso que no lucia mal para ser una mujer de treinta y seis anos con un hijo adolescente. Su pecho siempre habia sido pequeno y no estaba colgado como el de otras mujeres de su edad. Tenia el abdomen plano y las piernas largas y delgadas por el ejercicio. En general se sentia satisfecha con el modo en que se veia aquella manana y atribuyo su facil y peculiar aceptacion de si misma al hecho de que

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