cubrieron la mesa, flotando a una fraccion de centimetros por encima, como una maqueta bellamente detallada. Pero no era ninguna maqueta, pues, si la escala se ampliaba lo suficiente, podia verse a los thalassanos ocupados en sus tareas.
— Creo que los thalassanos todavia temen al monte Krakan, aunque en realidad es un volcan que se porta muy bien: ?al fin y al cabo, nunca ha matado a nadie! Y es la clave del sistema de comunicaciones interinsulares. La cima esta a seis kilometros por encima del nivel del mar: el lugar mas alto del planeta, por supuesto. De modo que es el lugar ideal para un parque de antenas; todos los servicios de larga distancia pasan por aqui y son re — emitidos a las otras dos islas.
— Siempre me ha parecido un poco extrano — dijo suavemente Kaldor — que despues de mil anos no hayamos encontrado nada mejor que las ondas de radio.
— El universo nacio equipado con un unico espectro electromagnetico, doctor Kaldor; tenemos que aprovecharlo lo mejor que podamos. Y los thalassanos tienen suerte, porque los extremos de las Islas Norte y Sur estan separados por solo trescientos kilometros, y el Monte Krakan puede cubrirlas a las dos. Pueden pasar muy bien sin los comunicadores.
«El unico problema es la accesibilidad… y el clima. El chiste local dice que Krakan es el unico lugar del planeta que lo tiene. Cada pocos anos, alguien tiene que escalar la montana, reparar algunas antenas, remplazar algunas celulas y baterias solares… y apartar la nieve. No es un gran problema, pero exige mucho trabajo duro.
— Trabajo que los thalassanos evitan siempre que les es posible — intervino la comandante Medico Newton—. Y no es que les culpe por guardar sus energias para cosas mas importantes… como los deportes y el atletismo.
Podia haber anadido «hacer el amor», pero este era un tema delicado para muchos de sus colegas y su mencion tal vez no habria sido bien recibida.
— ?Por que tienen que escalar la montana? — pregunto Kaldor—. ? Por que no se limitan a volar sobre la cima? Tienen aviones de despegue vertical.
— Si, pero el aire es muy ligero alla arriba… y el que hay tiende a ser borrascoso. Tras varios accidentes graves, los thalassanos decidieron hacerlo del modo mas dificil.
— Entiendo — dijo Kaldor, pensativo. Es el viejo problema de la no — interferencia. ?Disminuiremos su confianza en si mismos? Yo diria que de forma insignificante. Y si no accedemos a una peticion tan modesta, provocaremos resentimientos. Justificados tambien, si tenemos en cuenta la ayuda que nos estan dando en la planta congeladora.
— Yo opino igual. ?Alguna objecion? Muy bien. Senor Lorenson, por favor, encarguese de los preparativos. Use la nave que crea conveniente, en tanto no sea necesaria para la operacion Copo de Nieve.
A Moses Kaldor siempre le habian gustado las montanas; le hacian sentirse mas cerca del Dios cuya inexistencia a veces deploraba.
Desde el borde del gran crater, podia ver un mar de lava en el fondo, congelado ya hacia tiempo, pero que emitia aun pequenas bocanadas de humo por una docena de grietas. Mas alla, al oeste, eran visibles las dos islas mayores como nubes oscuras en el horizonte.
El punzante frio y la necesidad de contar cada inhalacion hacian mas fascinante cada momento. Hacia mucho tiempo habia leido en algun libro de viajes o de aventuras la expresion: «aire como vino». En aquel momento le hubiera gustado preguntarle al autor cuanto vino habia respirado ultimamente; pero ahora la expresion ya no le parecia tan ridicula.
— Todo esta descargado, Moses. Estamos listos para marchar.
— Gracias, Loren. Me habria gustado esperar aqui hasta que recogieras a todos por la noche, pero podria ser arriesgado permanecer demasiado tiempo a esta altitud.
— Los ingenieros han traido botellas de oxigeno, por supuesto.
— No pensaba solo en eso. Mi tocayo una vez tuvo muchos problemas en una montana.[1]
— Perdona… no lo entiendo.
— No importa; ocurrio hace muchisimo tiempo.
El grupo de trabajo les despidio carinosamente cuando la nave despegaba del borde del crater. Ahora que todas las herramientas y el equipo habian sido desembarcados, se enfrascaron en los preliminares esenciales de cualquier proyecto thalassano. Alguien hacia te.
Mientras ascendia lentamente hacia el cielo, Loren procuro evitar la compleja masa de antenas, que tenian practicamente todos los disenos conocidos. Todas estaban orientadas hacia las dos islas apenas visibles al oeste; si interrumpia sus multiples haces, se perderian irremisiblemente incontables gigabits de informacion, y los thalassanos lamentarian haberles pedido ayuda.
— ?No te diriges hacia Tarna?
— En un minuto. Primero quiero mirar la montana. Ah… ?ahi esta!
— ?Que? Oh, ya veo. ?Krakan!
Aquella palabrota prestada era doblemente apropiada. Debajo de ellos, el suelo se hundia en una profunda garganta de unos cien metros de ancho. Y en el fondo de aquella garganta estaba el infierno.
El fuego del corazon de aquel mundo joven todavia ardia alli, justo debajo de la superficie. Un brillante rio amarillo, tachonado de carmesi, se movia perezosamente hacia el mar. Kaldor se pregunto como podian estar seguros de que el volcan se habia calmado realmente, y no se limitaba a esperar el momento propicio.
Pero el rio de lava no era su objetivo. Mas alla habia un pequeno crater de un kilometro de diametro aproximadamente, en cuyo borde se alzaban los ultimos restos de una torre en ruinas. Cuando se acercaron, pudieron ver que alli habia habido tres torres similares, a igual distancia alrededor del borde del crater, pero de las otras dos solo quedaban los cimientos.
El suelo del crater estaba cubierto por una masa de cables enredados y hojas de metal, que eran obviamente los restos del gran reflector de radio que habia estado suspendido alli. En su centro se hallaban los escombros de los equipos de recepcion y transmision parcialmente sumergidos en un pequeno lago formado por las frecuentes tormentas que caian sobre la montana.
Volaron en circulo sobre las ruinas de su ultimo vinculo con la Tierra, sin entrometerse ninguno de ellos en los pensamientos del otro. Por fin, Loren rompio el silencio.
— Es un lio… pero no seria dificil de reparar. Sagan Dos esta a solo doce grados norte, mas cerca del Ecuador de lo que estaba la Tierra. Incluso seria mas facil dirigir el haz con una antena repetidora.
— Una idea excelente. Cuando acabemos de construir nuestro escudo, podriamos ayudarles a empezar. No es que necesiten mucha ayuda, porque no hay ninguna prisa. Despues de todo, pasaran casi cuatro siglos antes de que vuelvan a saber nada de nosotros… aunque empecemos a transmitir apenas lleguemos.
Loren termino de grabar la escena y se preparo para volar por la ladera de la montana antes de virar hacia la Isla Sur. Apenas habia descendido mil metros cuando Kaldor dijo, confuso:
— ?Que es ese humo, alla al Noroeste? Parece una senal.
En mitad del horizonte se alzaba una columna fina y blanca sobre el azul del cielo thalassano. Aquello no estaba alli unos minutos antes.
— Echemos un vistazo. Tal vez sea un barco con problemas.
— ?Sabes que me recuerda? — dijo Kaldor.
Loren contesto encogiendose silenciosamente de hombros.
— El chorro de una ballena. Cuando salian a respirar, los grandes cetaceos solian exhalar una columna de vapor de agua. Se parecia mucho a eso.
— En tu interesante teoria hay dos errores — dijo Loren—. Esa columna tiene, al menos, un kilometro de altura. ?Menuda ballena!
— De acuerdo. Y los chorros de las ballenas duraban solamente unos segundos… Este es continuo. ?Cual es tu segunda objecion?
— Segun el mapa, eso no es mar abierto. Esto en lo que respecta a la teoria del barco.
— Pero eso es ridiculo: Thalassa es todo oceano… Oh, ya entiendo. La Gran Pradera Oriental. Si… alli esta su limite. Casi puede uno imaginarse que es tierra firme.
Hacia ellos se acercaba a gran velocidad el continente flotante de vegetacion marina que cubria buena parte