de los oceanos thalassanos y que generaban virtualmente todo el oxigeno de la atmosfera del planeta. Era una lamina continua de verde vivido, casi virulento, y parecia lo bastante solida para poder caminar sobre ella. Solo lo total ausencia de colinas o de cualquier otro cambio de altitud revelaba su verdadera naturaleza.

Pero en una region de un kilometro aproximadamente de diametro, la pradera flotante no era plana ni ininterrumpida. Algo bullia bajo la superficie, lanzando grandes nubes de vapor y ocasionales masas de maleza.

— Debi recordarlo — dijo Kaldor—. El Hijo de Krakan.

— Naturalmente — respondio Loren—. Es la primera vez que esta activo desde que llegamos. De modo que asi es como nacieron las otras islas.

— Si, el penacho volcanico se mueve regularmente hacia el Este. Quiza dentro de pocos miles de anos los thalassanos tengan todo un archipielago.

Describieron circulos durante unos minutos y luego viraron hacia la Isla Este. Para la mayoria de espectadores, este volcan submarino que todavia pugnaba por nacer habria sido una vision.

Pero no para hombres que habian visto la destruccion de un Sistema Solar.

23. El dia del hielo

El yate presidencial, alias Transbordador Interinsular Numero Uno, nunca habia parecido tan hermoso en sus tres siglos de existencia. No solo estaba engalanado con banderas, sino que se le habia dado una nueva capa de pintura blanca. Desgraciadamente, tanto la pintura como la mano de obra se habian agotado antes de acabar el trabajo, asi que el capitan tuvo que procurar echar el ancla de forma que solamente el lado de estribor fuera visible desde tierra.

El presidente Farradine fue tambien ceremoniosamente ataviado con un traje sorprendente (disenado por la senora presidenta) que le hacia parecer un cruce entre emperador romano y astronauta pionero. No parecia estar muy a gusto en el; el capitan Sirdar Bey se alegraba de que su uniforme consistiera en pantalones cortos blancos, camisa de cuello abierto, hombreras y una gorra con galones dorados, en el que se sentia perfectamente comodo… aunque era dificil recordar cuando lo habia llevado por ultima vez.

Pese a la tendencia del presidente a tropezar con su toga, la visita oficial habia ido muy bien y la bonita maqueta de la planta congeladora habia funcionado a la perfeccion. Habia producido una cantidad ilimitada de obleas hexagonales de hielo, del tamano justo para caber en un vaso de refresco. Sin embargo, no se les podia reprochar a los visitantes que no entendieran lo apropiado que era el nombre de Copo de Nieve; al fin y al cabo en Thalassa pocos habian visto nieve en su vida.

Ahora habian dejado atras la maqueta para inspeccionar la planta de verdad, que ocupaba varias hectareas de la costa de Tarna. Habia costado algun tiempo trasladar al presidente, su sequito, el capitan Bey y sus oficiales y todos los demas invitados, del yate a la costa.

Ahora, bajo las ultimas luces del dia, se encontraban respetuosamente alrededor del borde de un bloque hexagonal de veinte metros de diametro y dos metros de grosor. No solo era la mayor masa de agua helada que habia visto nadie: probablemente, era la mayor del planeta. Incluso en los polos, raras veces podia llegar a formarse hielo. Sin continentes de grandes dimensiones que bloquearan la circulacion, las veloces corrientes de las regiones ecuatoriales fundian rapidamente los incipientes tempanos.

— Pero, ?por que es de esta forma? — pregunto el presidente.

El segundo comandante Malina suspiro; estaba completamente seguro de que se lo habia explicado ya varias veces.

— Es el viejo problema de cubrir una superficie con piezas identicas — dijo pacientemente—. Solo hay tres opciones: cuadrados, triangulos o hexagonos. En nuestro caso, el hexagono es algo mas eficaz y facil de manejar. Los bloques (mas de doscientos, de seiscientas toneladas de peso cada uno) encajaran entre si para construir el escudo. Sera una especie de bocadillo de hielo de tres capas de grosor. Cuando aceleremos, todos los bloques se fusionaran y formaran un disco unico y enorme. O un cono truncado, para ser exactos.

— Me ha dado usted una idea — el presidente parecia estar mas animado que en toda la tarde—. Nunca hemos hecho patinaje sobre hielo en Thalassa. Era un bello deporte… y habia un juego llamado «hockey sobre hielo», aunque no estoy seguro de que me gustara revivir aquello despues de los videos que he visto. Pero seria maravilloso que pudieran construirnos una pista de hielo a tiempo para las olimpiadas. ?Seria eso posible?

— Tendre que pensarmelo — replico debilmente el segundo comandante Malina—. Es una idea muy interesante. Quiza podria decirme cuanto hielo se necesitara.

— Encantado. Y sera una forma excelente de emplear todo esta planta congeladora cuando haya terminado el trabajo.

Una subita explosion ahorro a Malina la necesidad de contestar. Habian empezado los fuegos artificiales, y durante los siguientes veinte minutos el cielo que cubria la isla estallo con incandescencia policromatica.

A los thalassanos les encantaban los fuegos artificiales, y se entregaban a ellos a la menor oportunidad. La exhibicion se combinaba con imagenes creadas con rayos laser, aun mas espectaculares y considerablemente menos peligrosas, pero que carecian del olor a polvora que anadia ese toque final de magia.

Cuando se acabaron todas las festividades y las personalidades marcharon al barco, el comandante Malina dijo, pensativo:

— El presidente esta lleno de sorpresas, aunque tiene una mente estrecha. Estoy cansado de oirle hablar de sus malditos Juegos Olimpicos… pero esa pista de hielo es una idea excelente y generaria muy buenos sentimientos hacia nosotros.

— Sin embargo, ha ganado mi apuesta — dijo el comandante en jefe Lorenson.

— ?Que apuesta era esa? — pregunto el capitan Bey.

Malina se rio.

— Jamas lo habria creido. A veces, los thalassanos no parecen tener curiosidad: lo dan todo por supuesto. Aunque supongo que deberia halagarnos que tengan tanta fe en nuestra capacidad tecnologica. ?Quiza piensan que tenemos antigravedad!

«Fue idea de Loren no incluirlo en el informe… y tenia razon. El presidente Farradine no se ha tomado la molestia de formular lo que habria sido mi primera pregunta: ?Como vamos a elevar ciento cincuenta mil toneladas de hielo hasta la Magallanes?

24. Archivo

A Moses Kaldor le gustaba quedarse solo, tantas horas o dias como podia permitirse, en la calma catedralicia de Primer Aterrizaje. Volvia a sentirse como un joven estudiante ante todo el arte y los conocimientos de la Humanidad. La experiencia era, al mismo tiempo, estimulante y deprimente; un universo entero estaba en la punta de sus dedos, pero la fraccion que podia explorar en toda su vida era tan despreciable, que a veces se sentia casi abrumado por la desesperacion. Era como un hombre hambriento al que se servia un banquete que se extendia en todo lo que su vista podia abarcar: un festin tan asombroso, que destruia por completo su apetito.

Y sin embargo, toda aquella abundancia de sabiduria y cultura era solo una fraccion diminuta de la herencia de la Humanidad. Faltaba mucho de lo que Moses Kaldor conocia y amaba… y era consciente de que no era por accidente, sino por un proposito deliberado.

Hacia mil anos que hombres geniales y de buena voluntad habian reescrito la historia y habian revisado las bibliotecas de la Tierra decidiendo que debia salvarse y que debia ser abandonado a las llamas. El criterio de seleccion fue sencillo aunque, a menudo, muy dificil de aplicar. Una obra de literatura, una muestra del pasado, era almacenada en la memoria de las naves sembradoras solamente si contribuia a la supervivencia y a la estabilidad social de los nuevos mundos.

La tarea era, desde luego, imposible y descorazonadora. Con lagrimas en los ojos, los paneles de seleccion habian descartado los Veda, la Biblia, el Tripitaka, el Qur'an y toda la inmensa coleccion de literatura novelesca y

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