Al igual que el resto de Tarna, se parecia mucho a la Tierra. No habia vegetacion local a la vista, tal vez con toda intencion. Los arboles eran conocidos.
Sin embargo faltaba un elemento esencial; hacia tiempo que trataba de descubrirlo: practicamente desde la primera vez que habia bajado al planeta. Bruscamente, como si el dolor avivara la memoria, comprendio lo que faltaba.
No habia gaviotas surcando el cielo, llenando el aire con el sonido mas triste y nostalgico de la Tierra.
Lal Leonidas y su esposa no dijeron palabra, pero Loren comprendio que habian tomado una decision.
— Agradecemos su oferta, comandante Lorenson. Por favor trasmita nuestro agradecimiento al capitan Bey. No necesitamos mas tiempo para pensarlo. Pase lo que pasare, hemos perdido a Kumar para siempre. Aunque la operacion tenga exito, y usted mismo dice que no existe la menor seguridad de ello, Kumar despertara en un mundo extrano, sabra que jamas volvera a su hogar y que sus seres queridos habran muerto varios siglos atras. La sola idea es insoportable. Sus intenciones son buenas, pero le hariamos un flaco favor. Sabemos lo que debemos hacer, lo que el hubiera deseado. Devuelvanoslo. Lo devolveremos al mar, que el amaba.
Todo estaba dicho. En medio de su pena abrumadora, Loren sintio un gran alivio.
Habia cumplido con su deber. Era la decision que habia esperado.
49 — Fuego en el arrecife
El pequeno kayak quedaria incompleto, pero de todos modos realizaria su primer y ultimo viaje.
Lo dejaron sobre la playa, donde lo mojaron las suaves olas del mar, hasta el anochecer. Loren se sintio conmovido, aunque no sorprendido, al ver cuanta gente acudia a la despedida final. Estaban presentes todos los habitantes de Tarna, muchos de otras partes de Isla Austral e incluso algunos del Norte. Tal vez algunos habian acudido por morbosa curiosidad, debido a la espectacularidad del accidente, pero Loren jamas habia visto una muestra tan sincera de pesar. Habia pensado que los thalassianos eran incapaces de sentir emociones profundas, y su mente repetia la frase descubierta por Mirissa, quien habia buscado consuelo en el Archivo: «amiguito del mundo». Nadie conocia su origen, ni tampoco el nombre ni la epoca del estudioso que, siglos atras, la habia conservado para las edades futuras.
Abrazo a Mirissa y a Brant sin decir palabra, y los dejo en compania de la familia Leonidas, reunida con numerosos parientes venidos de las dos islas. No queria hablar con nadie, porque sabia que muchos estarian pensando: «El te salvo, tu no pudiste salvarlo». Llevaria esa carga por el resto de su vida.
Se mordio el labio para contener las lagrimas, indignas en un oficial superior de la nave estelar mas poderosa jamas construida, y uno de los mecanismos de defensa de la mente acudio en su ayuda. En momentos de profundo dolor, la unica manera de no volverse loco suele ser la evocacion de algun recuerdo absolutamente trivial, o comico.
Si, el universo hacia gala de un sentido del humor de lo mas extrano. Tuvo que reprimir una sonrisa: ?como se hubiera reido Kumar de esa broma final!
— No te sorprendas — le habia dicho la cirujana mayor Newton al abrir la puerta de la morgue. Los asalto una ola de aire frio con olor a formol. — Es algo que sucede con cierta frecuencia. Un ultimo estertor, como un intento inconsciente de desafiar a la muerte. Creo que la causa en este caso fue la perdida de presion exterior, combinada con el congelamiento.
De no haber sido por los cristales de hielo que marcaban los musculos de ese bello cuerpo juvenil, Loren hubiera pensado que Kumar dormia, perdido en un dulce sueno.
Porque el Leoncito, muerto, parecia todavia mas viril que en vida.
El sol se ponia detras de las colinas hacia el oeste y una fresca brisa venia del mar. El kayak se deslizaba sobre el agua, llevado por Brant y tres amigos intimos de Kumar. Loren vio por ultima vez el rostro sereno del muchacho a quien debia la vida.
Hasta el momento se habian vertido escasas lagrimas, pero cuando el bote se alejo de la orilla, impulsado por los cuatro nadadores, un fuerte lamento se alzo de la multitud. Loren no pudo contener sus lagrimas, ni trato de ocultarlas.
El kayak enfilo hacia el arrecife, arrastrado por las poderosas brazadas de sus cuatro escoltas. Caia la noche sobre Thalassa cuando paso entre los faros que indicaban la salida a mar abierto. Luego quedo oculto tras la espuma de la rompiente del arrecife exterior.
Ceso el lamento; todos esperaban. Un brusco resplandor ilumino el cielo del atardecer, y una columna de fuego se alzo del mar. Ardio fuerte y deslumbrante, casi sin humo; Loren no supo por cuanto tiempo, porque este habia cesado en Tarna.
Las llamas descendieron bruscamente y la corona de fuego cayo al mar. Volvio la oscuridad, pero solo por un instante.
Al unirse el fuego al agua estallo una fuente de chispas. La mayoria de las brasas volvieron a caer al mar, pero algunas se elevaron hasta perderse de vista.
Y asi, Kumar Leonidas subio por segunda vez a las estrellas.
VIII–VOCES DE UN MUNDO DISTANTE
50 — Escudo de hielo
El ascenso del ultimo copo de nieve no fue festejado con alegria sino apenas con sombria satisfaccion. Treinta mil kilometros sobre el nivel del mar de Thalassa, el ultimo hexagono de hielo paso a ocupar su lugar y el escudo quedo completo.
Por primera vez en dos anos se activo el empuje cuantico, aunque a potencia minima. El Magallanes se aparto de su orbita estacionaria y acelero para probar la estabilidad y resistencia del tempano artificial que llevaria consigo a las estrellas. No hubo problemas; la tarea estaba cumplida. El capitan Bey sintio gran alivio: no habia podido olvidar que Owen Fletcher (quien se encontraba en Isla Norte, bajo estricta vigilancia) habia sido uno de los arquitectos principales del escudo. Se pregunto que pensarian Fletcher y los demas sabras exiliados al observar la ceremonia de bautismo.
Comenzo con una muestra retrospectiva en video de la construccion de la planta de fabricacion de hielo y el ascenso del primer copo de nieve. Siguio un increible ballet espacial, en el cual los enormes bloques de hielo ocupaban sus lugares en el escudo que crecia sin cesar. La danza empezaba a velocidad real y seguia en camara rapida hasta que al final el escudo crecia a razon de un bloque cada dos o tres segundos. Acompanaba el espectaculo una partitura compuesta por el musico mas prestigioso de Thalassa: empezaba con una pavana, el climax era una veloz polca y la culminacion un movimiento lento para acompanar al ultimo bloque de hielo. Luego aparecio una escena filmada en vivo: la camara estaba suspendida en el espacio, a un kilometro de la trompa del Magallanes en su orbita a la sombra del planeta. Habian quitado la gran pantalla solar que protegia al hielo durante el dia y por primera vez el escudo era visible en su integridad.
El inmenso disco blanco verdoso brillaba bajo la fria luz de los arcos voltaicos; poco despues penetraria en la noche de la galaxia, con su temperatura de pocos grados sobre cero absoluto. Alli solo se veria afectado por la luz de estrellas lejanas, la fuga de radiacion de la nave y la energia liberada por el polvo al hacer impacto.
La camara recorrio lentamente el tempano artificial, acompanada por la voz inconfundible de Moses Kaldor:
— Pueblo de Thalassa, agradecemos vuestro obsequio. Este escudo de hielo nos protegera en nuestra travesia hacia ese mundo que nos aguarda a una distancia de setenta y cinco anos luz en el espacio, trescientos anos en el tiempo…