«Quedan muchas cosas en el misterio. ?Como no hubo, asi lo parece, interpenetracion de los espacios al nivel del atomo, lo que habria probablemente originado una fantastica explosion? ?Como ocurrio que el cataclismo se limitara a la transferencia de un fragmento de Tierra a este nuevo universo? No lo sabemos. ?Lo sabremos, algun dia? Asimismo, es otra circunstancia turbadora que, por un azar inconcebible, hayamos caido en un planeta donde la vida protoplasmatica es posible. El senor cura ve en ello la mano de la Providencia. ?Quien sabe?

«Os he dicho que por un momento yo habia concebido otra hipotesis aun mas fantastica. Pense que hubiesemos realizado un viaje a traves del tiempo y que hubiesemos caido en el propio pasado de nuestro planeta, en el precambrico, por ejemplo. Que se hubiese practicado como un nudo en el tiempo, y el Sol fuera Jupiter. Pero aparte el hecho de que esta hipotesis levantaba multiples dificultades fisicas y metafisicas, las caracteristicas de Telus y de otros planetas lo desmienten categoricamente.

«Puede ser tambien, como han imaginado Miguel y Martina Sauvage, que hayamos topado con nuestro viejo universo a causa de un sencillo repliegue en la cuarta dimension. En este caso, podriamos encontrarnos en el sistema de una estrella de la nebulosa de Andromeda, por ejemplo, o simplemente al otro extremo de nuestra antigua galaxia. Quiza las observaciones futuras nos lo confirmaran.

«Para terminar y rendir homenaje al espiritu profetico de determinados novelistas recordare que J. H. Rosny, padre, habia previsto en su «Fuerza misteriosa», un cataclismo analogo. Pero se trataba de un universo de una materia distinta a la del nuestro. Aquellos a los que interesen las ampliaciones matematicas, pueden venir a verme.

Descendio de la tribuna, y al instante trabo una viva discusion con mi tio, Miguel y Martina. Me acerque a ellos, pero al oir hablar de tensores, de campos de gravitacion, etcetera, me bati rapidamente en retirada.

Luis me arrastro hacia un rincon.

— La teoria del senor Menard es totalmente apasionante, pero desde el punto de vista practico no nos resuelve nada. Es evidente que debemos vivir y morir en este planeta. Se trata de organizarse. Muchas cosas estan por hacer. Me decias el otro dia que podria haber hulla no lejos de aqui. ?Es cierto?

— Es posible. Me sorprenderia mucho, si la subversion no hubiera traido a la superficie hulla estefaniana o westfaliana; no te asustes, se trata simplemente de estratos hulleros que podemos encontrar en nuestra region. ?De todas maneras no va a ser cosa del otro jueves! Algunas venas de cinco centimetros, o quiza hasta treinta, de hulla debil o antracita.

—?Algo es algo! Es capital para nosotros que la fabrica pueda suministrar electricidad. Ya sabes que la fabricacion de las granadas ha devorado casi toda nuestra reserva de carbon. Afortunadamente, tenemos algunas partidas de aluminio y duraluminio. A falta de acero…

Los dias siguientes fueron para mi un periodo de actividad intensa. En el Consejo tomamos una serie de medidas de proteccion. A algunos kilometros del pueblo se instalaron seis puestos de vigilancia, cubiertos por un refugio hermetico. Fueron aprovisionados como para un asedio, comunicados por un telefono rudimentario con el puesto central y encargados de dar la alarma a la menor tropa de hidras. Los habitantes de cuatro granjas excesivamente aisladas fueron evacuados al pueblo con su ganado. Los trabajos del campo se efectuaron bajo la proteccion de camiones armados con ametralladoras. Para economizar carburante eran arrastrados al lugar del trabajo por los propios animales que debian proteger. Perfeccionamos nuestras granadas y tuvimos asi una artilleria antiaerea que hizo sus ensayos con motivo de una incursion de unas cincuenta hidras, de las cuales treinta fueron abatidas.

Una manana, me fui con Beltaire y dos guardias armados a la busqueda de carbon. Como habia imaginado el yacimiento hullero estaba cerca. Una parte en zona intacta y el resto en la zona muerta, aflorando el carbon en algun lugar.

— Aqui sera mas comodo para empezar — dijo Beltaire.

— Si, pero las vetas seran imposibles de seguir, en este caos. Veamos el sector no dislocado.

Como ya habia previsto, pocas vetas pasaban de los 15 cm. de espesor. Sin embargo, una de ellas alcanzaba los 55 cm.

— Mal trabajo en perspectiva para los mineros — dije.

Gracias a mi cargo de ministro de minas, me hice con treinta hombres y les mande despejar la via ferrea que conducia en otro tiempo a la estacion proxima, asi como la de la cantera de arcilla que suministraba el material de aluminio. Merced al descubrimiento de Moissac y Wilson en 1964 se extraia el aluminio de la arcilla y no solo de la bauxita como anteriormente. Ahora hemos vuelto a este viejo procedimiento, comodo para nosotros, que poseemos en Telus yacimientos enormes de bauxita de una pureza admirable. Todo esto no se practico sin que Estranges protestara.

—?Como quereis que lleve el mineral a la fabrica?

— Primero, yo le cedo una de las dos vias. Segundo, por el momento no tenemos necesidad de una gran cantidad de aluminio. Tercero, ?como va a marchar la fabrica sin carbon? Y cuarto, fundimos hierro, cuando haya encontrado el mineral. Entre tanto, tenemos un monton de chatarra que usted puede transformar en railes. ?Es su oficio!

Requise igualmente dos pequenas locomotoras, de las seis de que disponia la fabrica y vagones en numero suficiente. En las canteras de arcilla tome tres perforadoras y un compresor.

Dias despues, la mina estaba en funcionamiento y el pueblo disponia de electricidad. Empleaba diecisiete «forzados» con guardias, cuya mision era no tanto la de vigilarlos como protegerlos contra las hidras. Ellos dejaron muy pronto de considerarse como prisioneros, y nosotros dejamos de considerarles como tales. Se convirtieron en los «mineros» y, bajo la direccion de un antiguo capataz de minas, fueron muy pronto capaces de socavar las galerias.

De esta forma, pasaron sesenta dias, ocupados en trabajos de organizacion. Miguel y mi tio, ayudados por el relojero, fabricaron unos pendulos telurianos. Estabamos muy fastidiados por el hecho de que el dia bisolar comprendia 29 horas. Cada vez que consultabamos nuestro reloj, habia que librarse a complicados calculos. Se fabricaron dos tipos de reloj, los unos divididos en 24 «horas grandes» y los otros en 29 horas terrestres. Finalmente, anos mas tarde, adoptamos el sistema todavia hoy en uso, y el unico que os es familiar: division del dia en 10 horas de 100 minutos, y cada minuto, a su vez, en 100 segundo de diez decimas cada uno. Estos segundos difieren muy poco de los antiguos. Entre parentesis, uno de los primeros resultados del cataclismo fue el de desregular los relojes de pendulo, ante el pasmo de los campesinos, por causa de la debilitacion del valor de «g».

Nuestra reserva de provisiones, sumando las encontradas en las bodegas del castillo, nos habria permitido sostenernos durante unos diez meses terrestres. Nos encontrabamos en la zona temperada de Telus, la zona de la primavera eterna y podiamos contar con varias cosechas por ano, si el trigo se aclimataba. La superficie del valle que permanecio cultivable bastaria en tanto la poblacion no aumentara demasiado. El suelo de Telus parecia fertil.

Habiamos reparado un gran numero de casas, y no estabamos ya amontonados. La escuela habia abierto sus puertas y el gran Consejo habiase establecido en un hangar metalico. Ida reinaba en la sala de los archivos, y yo estaba seguro de encontrar alli a Beltaire cuando tenia necesidad de el. Habiamos iniciado la redaccion de un embrion de Codigo, cambiando lo menos posible el derecho usual en la tierra pero simplificandolo y adaptandolo. Este Codigo ha estado siempre en vigor. Habia alli tambien una sala comun y una biblioteca.

El ferrocarril de la mina de hulla funcionaba, como tambien el de la cantera de arcilla, la fabrica marchaba a la medida de nuestros deseos. Estabamos todos ocupados, pues la mano de obra no era abundante. El pueblo era activo, y uno hubiera podido imaginar que se encontraba en una animada villa terrestre y no en la superficie de un mundo, perdido en el espacio infinito. ?O es mejor decir: los espacios?

Tuvimos nuestras primeras lluvias, en forma de tempestades que embrollaban el tiempo por una docena de dias. Tuvimos tambien las primeras noches totales, aun breves. No puedo describir la impresion que me produjo el ver con claridad las constelaciones que iban a ser las nuestras para siempre.

Los miembros del Consejo habiamos tomado la costumbre de reunimos en sesiones privadas en casa de mi tio, ya en su casa del pueblo, o mas a menudo en la del observatorio, de nuevo restaurado. Alli encontrabamos a Vandal y a Massacre, absorbidos en el estudio de las hidras, con Breffort de ayudante, Martina, Beuvin, su mujer, mi hermano y Menard, cuando podiamos arrancarle de su maquina de calcular. Si en los Consejos oficiales Luis llevaba la batuta en las cosas practicas, aqui, donde se hablaba mucho mas de ciencias o de filosofia, mi tio, con su amplia erudicion, era el jefe indiscutible del grupo. Menard, de vez en cuando, hablaba tambien, y todos quedabamos asombrados por la amplitud de las concepciones que desarrollaba ese hombrecito con barba de

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