de tu sonrisa,y un rayo de tus ojosla luz del dia;pero tu almaes la noche de invierno,negra y helada.
LXXXVIII
Errante por el mundo fui gritando:“La gloria ?donde esta?”Y una voz misteriosa contestome:“Mas alla… mas alla…”En pos de ella persegui el caminoque la voz me marco;hallela al fin, pero en aquel instanteel humo se tronco.Mas el humo, formado denso velo,se empezo a remontar.Y penetrando en la azulada esferaal cielo fue a parar.
LXXXIX
Negros fantasmas,nubes sombrias,huyen ante el destellode la luz divina.Esa luz santa,nina de negros ojos,es la esperanza.Al calor de sus rayosmi fe gigantecontra desdenes luchasin amenguarse.en este empenoes, si grande el martirio,mayor el premio.Y si aun muestras esquivaalma de nieve,si aun no me quisieras,yo no he de quererte:mi amor es rocadonde se estrellan timidasdel mal las olas.
XC
Yo soy el rayo, la dulce brisa,lagrima ardiente, fresca sonrisa,flor peregrina, rama tronchada;yo soy quien vibra, flecha acerada.Hay en mi esencia, como en las floresde mil perfumes, suaves vapores,y su fragancia fascinadora,trastorna el alma de quien adora.Yo mis aromas doquier prodigoya el mas horrible dolor mitigo,y en grato, dulce, tierno deliriocambio el mas duro, cruel martirio.?Ah! yo encadeno los corazones,mas son de flores los eslabones.Navego por los mares,voy por el vientoalejo los pesaresdel pensamiento.yo, en dicha o pena,reparto a los mortalescon faz serena.Poder terrible, que en mis antojosbrota sonrisas o brota enojos;poder que abrasa un alma helada,si airado vibro flecha acerada.Doy las dulces sonrisasa las hermosas;coloro sus mejillasde nieve y rosas;humedezco sus labios,y sus miradashago prometer dichasno imaginadas.