Fingiendo realidades con sombra vana, delante del deseo va la esperanza. y sus mentiras como el Fenix, renacen de sus cenizas.

LXXXIII

Una mujer me ha envenenado el alma, otra mujer me ha envenenado el cuerpo; ninguna de las dos vino a buscarme, yo de ninguna de las dos me quejo. Como el mundo es redondo, el mundo rueda. Si manana, rodando, este veneno envenena a su vez, ?por que acusarme? ?Puedo dar mas de lo que a mi me dieron?

LXXXIV

A CASTA Tu voz es el aliento de las flores, tu voz es de los cisnes la armonia; es tu mirada el esplendor del dia, y el color de la rosa es tu color. Tu prestas nueva vida y esperanza a un corazon para el amor ya muerto: tu creces de mi vida en el desierto como crece en un paramo la flor.

LXXXV

A ELISA Para que los leas con tus ojos grises, para que los cantes con tu clara voz, para que se llenen de emocion tu pecho hice mis versos yo. Para que encuentres en tu pecho asilo y le des juventud, vida, calor, tres cosas que yo no puedo darles, hice mis versos yo. Para hacerte gozar con mi alegria, para que sufras tu con mi dolor, para que sientas palpitar mi vida, hice mis versos yo. Para poder poner antes tus plantas la ofrenda de mi vida y de mi amor, con alma, suenos rotos, risas, lagrimas hice mis versos yo.

LXXXVI

Flores tronchadas, marchitas hojas arrastra el viento; en los espacios, tristes gemidos repite el eco. ………………………… En las nieblas de los pasado, en las regiones del pensamiento gemidos tristes, marchitas galas son mis recuerdos.

LXXXVII

Es el alba una sombra
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