La extension de la ciudad era interminable. Altos y sombrios bloques de pisos, rectangulos azules de piscinas aun iluminadas, automoviles, brillantes luces destellantes que parpadeaban a intervalos, el helicoptero de la policia municipal. Harvey se aparto de la ventana y fue hasta la mesa, cogio un libro y lo dejo, rasco las orejas del perro y, con mucho cuidado, puesto que no confiaba en la rapidez de sus movimientos, deposito el tazon de cacao sobre la mesa.
Nunca habia tenido dificultades para dormir en la montana, cuando acampaba. En cuanto oscurecia, se metia en el saco de dormir y lo hacia a pierna suelta toda la noche. Solamente en la ciudad sufria de insomnio. Durante anos habia tratado de combatir aquel problema yaciendo rigidamente boca arriba. En las noches de insomnio se levantaba y permanecia en estado de vigilia todo el tiempo necesario, hasta que empezaba a rondarle el sueno. El miercoles era el unico dia en que no solia tener dificultades para dormir. Era el dia en que hacia el amor con Loretta. Una vez, muchos anos atras, Harvey habia tratado de alterar aquella costumbre. Si, Loretta acudia a su cama un lunes por la noche, pero no siempre y nunca por la tarde, cuando habia luz. Por otra parte, en martes o sabado no resultaba tan agradable, porque sabian que el miercoles era su dia amoroso, el dia en que estaban dispuestos... Y con el tiempo la costumbre se habia afirmado como cemento armado.
Harvey desecho estos pensamientos y se concentro en su buena suerte. Hamner habia hablado en serio. Haria el documental. Reflexiono en los problemas que surgirian. Necesitarian un experto en fotografia con luz insuficiente; probablemente fotografiar al cometa requeriria largo tiempo. Seria divertido. Tendria que darle las gracias a Maureen Jellison por haberle puesto en contacto con Hamner. Buena chica. Era mas autentica que la mayoria de mujeres que Harvey habia conocido. Que pena que Loretta estuviera presente cuando conversaban...
Apenas fue consciente de este ultimo pensamiento, puesto que lo rechazo rapidamente. Era un habito que habia desarrollado tiempo atras. Conocia a demasiados hombres que estaban convencidos de que detestaban a sus esposas, cuando lo cierto era que no les desagradaban en absoluto. La hierba no siempre era mas verde al otro lado de la valla. Aquella era una leccion que habia aprendido de sus padres y que nunca habia olvidado. Su padre fue arquitecto y constructor, siempre cercano a la alta sociedad de Hollywood, pero nunca pudo lograr los grandes contratos que le hubieran enriquecido. Sin embargo habia asistido a muchisimas fiestas de Hollywood. Bert Randall tambien tuvo tiempo para llevarse a Harvey a las montanas, y en aquellas largas acampadas hablaba a su hijo de productores, estrellas y guionistas que gastaban mas de lo que ganaban y se fabricaban ilusiones que nunca podrian satisfacer.
—No pueden ser felices —decia Bert Randall—. Siempre estan pensando en que la mujer de otro es mejor en la cama, o que luce mas en las fiestas, y se convencen a si mismos de que lo creen. Toda esta maldita ciudad ha llegado a creer en sus propios corresponsales de prensa, y nadie puede vivir con arreglo a esos suenos.
Y todo ello era cierto. Los suenos podian ser peligrosos. Era mejor concentrarse en lo que uno tenia. Y lo que el tenia, penso Harvey, era mucho. Un buen trabajo, una gran casa, una piscina...
Nada de eso te ha salido gratis, le dijo una maliciosa vocecita interior, y en cuanto a tu trabajo, no puedes hacer en el lo que te parezca.
Harvey no quiso escucharla.
ENERO: INTERLUDIO
Se el primero en tu manzana que ayude a paralizar la red de energia electrica del nordeste.
En un dia claro el panorama se extendia sin limites. Desde su posicion ventajosa en el piso superior del Proyecto Nuclear San Joaquin, el supervisor local Barry Price tenia una vista excelente del vasto terreno en forma de plato romboidal que en otro tiempo habia sido un mar interior y ahora era el centro de la industria agricola californiana. El valle de San Joaquin se extendia 320 kilometros al norte y 50 al sur. El complejo incompleto de energia nuclear se alzaba en una pequena elevacion de seis metros por encima del valle totalmente llano, y era la colina mas alta a la vista.
Incluso a aquella hora temprana se oia el fragor de una actividad industrial. Los obreros que construian el complejo trabajaban durante toda la noche, en tres turnos completos, los sabados y domingos, y si Barry Price hubiera tenido autoridad para ello habrian trabajado tambien en Navidad y Ano Nuevo. Trabajando a este ritmo, habian terminado el reactor numero uno y avanzado bastante en el numero dos, mientras otros obreros iniciaban las excavaciones para emplazar los numeros tres y cuatro. Pero aquel apresuramiento no servia de nada. El numero uno estaba terminado, pero los tribunales y los abogados no permitian que se pusiera en marcha.
La mesa de trabajo de Barry Price estaba llena de papeles. El supervisor llevaba el pelo muy corto y un bigote fino como el filo de una navaja. Vestia lo que su ex esposa habia denominado su uniforme de ingeniero: pantalones color caqui, camisa y chaqueta tambien caqui y ambas con hombreras. De su cinturon pendia una calculadora de bolsillo (en otro tiempo habia sido una regla de calculo), llevaba lapices en los bolsillos de la camisa y un cuaderno de notas en el de la chaqueta. En ocasiones obligadas —como sucedia cada vez con mas frecuencia con las presentaciones ante el tribunal, el informe de sus actuaciones ante el alcalde de Los Angeles y sus concejales encargados del agua y la energia, los testimonios ante el Congreso y la Comision Reguladora Nuclear o la legislatura del Estado— se ponia a desgana un traje de franela gris y corbata. Pero cuando estaba en