—No. Es mas, creo que espera otra visita: la polaca encargada del abastecimiento ha comprado provisiones en cantidad.

—Pero ?como puede la… jugadora de tric-trac enterarse con tanta rapidez de lo que pasa aqui al lado? ?Es que la guardesa tambien va a misa?

—A veces. En cualquier caso, lo importante es que la senorita Dufour, que asi es como se llama, va todas las mananas a la mansion Ferrais para tomar un suculento desayuno sin el cual le resultaria dificil realizar su trabajo. Su patrona, con la excusa de que tiene que mantener a treinta gatos, compensa gastando poco en ella misma y en su senorita de compania, a la que alimenta miserablemente. Pero la senorita Dufour tiene buen apetito, y asi es como llegamos a la situacion actual. .

—?A quien creen que espera esa mujer? —pregunto la senora de Sommieres, que habia escuchado atentamente mientras bebia el cafe con leche a sorbitos.

—Quizas a su hermano y su cunada. Si han obtenido la autorizacion para llevarse el cuerpo de Solmanski a Polonia, tienen que pasar por Paris para tomar con el ataud el Nord-Express. Si los horarios no coinciden, eso los obliga a pasar unas horas aqui.

—?Tantas provisiones para solo dos personas mas durante unas horas? —dijo Marie-Angeline con expresion de duda—. Soy del parecer, como decimos en Normandia, que va a haber que vigilar a su mujer mas estrechamente que nunca, querido principe. Durante el dia no hay problema, pero, por la noche, le propongo que nos relevemos.

—?Plan-Crepin! —exclamo la marquesa—. ?Pretende ponerse a corretear otra vez por los tejados?

—Exacto. Pero no tenemos por que preocuparnos: es facil acceder a ellos. Ademas, debo reconocer que me encanta —anadio la solterona con un suspiro de placer.

—Esta bien —dijo la anciana dama alzando los ojos al cielo—, asi se divertira un poco.

Unas horas mas tarde, la benevola ayudante de Aldo encontraria nuevo material para satisfacer su curiosidad. Acababa de salir de la mansion Sommieres para ir a la iglesia de Saint-Augustin cuando un taxi se detuvo delante de la residencia que tanto le interesaba. Tres personas se apearon de el: un joven moreno, delgado y apuesto, de maneras arrogantes, una muchacha rubia, vestida con bastante elegancia pero de forma un poco extravagante, y para acabar un hombre mucho mayor que llevaba lentes, barba y bigote, y que permanecia encorvado apoyandose en un baston.

Para tener oportunidad de pararse, Marie-Angeline se puso de pronto a revolver freneticamente el bolso como quien cree haberse dejado algo en casa, lo que le permitio quedarse plantada a dos o tres metros del grupo, que, dicho sea de paso, no le presto ninguna atencion.

—?Ya hemos llegado? —pregunto la joven con un acento nasal que no podia ser sino de la otra orilla del Atlantico.

—Si, querida —respondio el joven, con un acento mas cercano a la Europa central—. Ten la bondad de llamar. ?No entiendo como es que no han abierto la portalada con antelacion! Tio Boleslas podria coger frio…

Hacia un sol radiante y un suave calor primaveral envolvia Paris, pero al parecer la salud del anciano era fragil.

—El senor deberia haberse quedado dentro —dijo el conductor, compadecido ante el aspecto tembloroso del personaje—. Habria podido entrar con el coche en el patio…

—No es necesario, amigo, no es necesario. ?Ah, ya abren! ?Quieres pagarle a este hombre, Ethel? Tio Boleslas, cogete de mi brazo. Mira, ahi esta Wanda. Ella se ocupara del equipaje.

La doncella polaca salia al encuentro de los viajeros. Considerando que ya habia visto bastante, Marie- Angeline se dio una palmada en la frente, cerro el bolso y, dando media vuelta, volvio sobre sus pasos corriendo.

Cruzo los salones a la velocidad del rayo y entro en tromba en el invernadero, donde la senora de Sommieres se instalaba al final del dia para la ceremonia diaria de la copa de champan. Sentado junto a ella, Aldo se hallaba sumergido en una obra que habia encontrado en la biblioteca y que trataba de los tesoros de la casa de Austria, y en particular del emperador Rodolfo II. Obra, por lo demas, incompleta, en palabras del propio autor, dada la cantidad de objetos que poseia este ultimo personaje, gran parte de los cuales habia sido vendida o robada despues de su muerte. No era la primera vez que el principe anticuario se interesaba por ese increible batiburrillo de objetos heteroclitos en el que, junto a magnificos cuadros y hermosas alhajas, figuraban raices de mandragora, fetos peculiares, un basilisco, plumas indias, una figura diabolica dentro de un bloque de cristal, corales, fosiles, piedras marcadas con signos cabalisticos, dientes de ballena, cuernos de rinoceronte, una cabeza de muerto acompanada de una campanilla de bronce para llamar a los espiritus de los difuntos, un leon de cristal, clavos de hierro procedentes del arca de Noe, manuscritos raros, un bezoar enorme procedente de las Indias portuguesas, el espejo negro de John Dee, el celebre mago ingles, y montones de cosas mas destinadas a alimentar la pasion de un soberano cuya eterna melancolia empujaba a la magia y la nigromancia.

Que todo eso se hubiera dispersado no tenia nada de sorprendente, pero cabia esperar que al menos las piedras de gran valor hubieran dejado un rastro, y el rubi debia de figurar entre las mas importantes. Sin embargo, no aparecia mencionado en ninguna parte.

La llegada tumultuosa de una Marie-Angeline hecha un manojo de nervios le hizo olvidar su investigacion.

Por la descripcion detallada que hizo de ellos, Morosini no tuvo ninguna dificultad para identificar a los dos primeros personajes: a todas luces, Sigismond Solmanski y su esposa norteamericana. En cuanto al «tio Boleslas», era para el a la vez una novedad y un descubrimiento, por la sencilla razon de que nunca, absolutamente nunca, habia oido hablar de el.

—Describamelo otra vez —le pidio a Marie-Angeline, que lo hizo de nuevo y con mas brio aun.

—?Dice que no parece muy fuerte y que camina encorvado? ?Tiene una idea de cual puede ser su estatura real?

—?Y a ti que te ronda por la cabeza? —pregunto la senora de Sommieres.

—No se… Me parece tan rara la llegada repentina de ese tipo cuyo nombre nunca ha sido mencionado, ni siquiera con motivo del enlace Ferrais, en el que estuvo medio mundo… Ademas, cuando se compra un apellido, no se reparte tambien entre los hermanos, y la verdadera identidad de Solmanski es rusa.

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