—?No digas tonterias! Puede ser un hermano por parte materna.
—Hummm… si, es posible, lo reconozco. Sin embargo, me cuesta creerlo. Me parece recordar que Anielka me dijo un dia que no tenia familia por parte de su madre.
—Entonces, ?que es lo que supone? —dijo Marie-Angeline, siempre dispuesta a seguir las pistas mas fantasiosas—. ?Que podria ser el suicida de Londres, que no murio o que ha resucitado milagrosamente?
—?Otra que desvaria! —protesto la marquesa—. Hija mia, enterese de que, cuando alguien muere en la carcel, sea en el pais que sea salvo quizas entre los salvajes, no se libra de la autopsia. Asi que ponga los pies en el suelo.
—Tiene razon —dijo Aldo suspirando—. Estamos desvariando los dos, como usted dice. Pero, de todas formas, me gustaria entender lo que esta pasando ahi al lado.
—Presiento —dijo Marie-Angeline con satisfaccion— que nos espera una noche apasionante.
Sin embargo, para su gran decepcion, y tambien para la de Aldo, fue imposible echar el menor vistazo al interior de la casa. Pese a la suavidad del tiempo, en cuanto empezo a declinar el dia cerraron las ventanas y corrieron las cortinas, tal como Morosini pudo comprobar cuando salio al jardin a fumar un cigarrillo al hacerse de noche. Habia luz en las habitaciones de la planta baja y tambien en las del primer piso, pero solo salia en forma de delgados rayos brillantes. Una expedicion al tejado hacia medianoche no aporto nada. Aldo decidio ir a acostarse y dejo a la obstinada Marie-Angeline compartir con los gatos la compania de las tejas, los balaustres y los canalones. Esta bajo al clarear el dia para asearse rapidamente e ir a misa, con tanta precipitacion que llego antes de que abrieran la iglesia.
Volvio con un cargamento de informacion. Quiza para hacerse perdonar la noche pasada en blanco, la suerte habia querido que la guardesa de la mansion Ferrais fuera tambien al servicio matinal. Aquella mujer consideraba normal y un signo de respeto ir a rezar por el pobre difunto que esperaba, en la consigna de la estacion del Norte, la salida del gran expreso europeo encargado de repatriarlo, salida que tendria lugar esa misma noche. Y mas interesante todavia era que lady Ferrais — ?todo el mundo se habia puesto de acuerdo para llamarla asi!— no acompanaria el cuerpo de su padre como se habria podido suponer. Se quedaria algun tiempo mas en Paris con el senor mayor, que estaba demasiado cansado para continuar el viaje.
—He preguntado, claro esta, si habian llamado a un medico —anadio Marie-Angeline—, pero por lo visto consideran que no merece la pena porque dentro de unos dias estara repuesto.
—?Y que va a hacer la bella Anielka con su tio cuando se haya recuperado? —pregunto la senora de Sommieres—. ?Llevarlo a Polonia?
—Eso lo sabremos, supongo, los proximos dias. ?Habra que tener paciencia!
—Yo no tengo mucha —gruno Morosini—, y tampoco tengo tiempo. Solo espero que no este pensando en llevarlo a Venecia. Sabe desde el dia de la boda lo que pienso de su familia.
—No se atrevera a hacer una cosa asi. Tranquilizate.
—Me resulta bastante dificil. Ese tal tio Boleslas no me dice nada bueno.
La cosa empeoro cuando unos dias mas tarde Adalbert regreso de Londres.
El egiptologo, sin llegar a estar preocupado, se mostraba sorprendido.
—Jamas habria pensado que un cruel asesino como Solmanski, practicamente condenado a la horca, estuviese tan bien relacionado. Y Warren tampoco, claro. Se habria dicho que, tras la muerte de Solmanski, la unica preocupacion de la justicia britanica era aliviar la pena de la familia. Las puertas de la prision se abrieron ante Sigismond y su mujer, a quienes fue entregado el cuerpo del suicida. Habian suplicado que les evitaran el horror de una autopsia totalmente innecesaria, puesto que se conocia la causa de la muerte: envenenamiento por veronal. Pero Warren, muy apegado a las tradiciones y los usos, esta muy molesto. Le horroriza recibir ordenes.
—Al valorar el dolor de la familia, ?se tuvo en cuenta tambien el del tio Boleslas? —pregunto Aldo.
—?Quien es ese?
—?Como? ?No estaba en Londres el tio Boleslas? ?Como es posible, entonces, que llegara aqui el otro dia con Sigismond y su mujer, que lo llevaban entre algodones de lo achacoso que estaba?
—Es la primera vez que oigo hablar de el. ?Y donde esta ahora?
—Aqui al lado —respondio Morosini en tono sarcastico—. La joven pareja solo se quedo veinticuatro horas, hasta la siguiente salida del
—?Vaya, vaya!
Adalbert habia entornado los ojos hasta convertirlos en dos lineas delgadas y brillantes. Al mismo tiempo, el arqueologo fruncia la nariz como un perro olfateando una pista. Era evidente que el tono sarcastico de su amigo le daba que pensar.
—Se me ocurre una cosa —dijo—, y me pregunto si por casualidad no se te habra ocurrido a ti tambien. Es disparatado, pero de esa gente me creo cualquier cosa.
—Explicame de que se trata y te dire si estamos de acuerdo.
—Muy sencillo: Solmanski no tomo veronal sino una droga que simula la muerte o que lo sumio en un estado de catalepsia. Las autoridades tuvieron la gentileza de entregarlo a su desconsolada familia y, una vez en Francia, esta lo saco de la caja para introducirlo en el personaje del tio Boleslas.
—?Justo! Aunque no paro de repetirme que es un plan muy dificil de llevar a cabo.
—Olvidas el dinero. Esa gente es muy rica: ademas de la fortuna de Ferrais, de la que tu querida mujer, como dices, ha recibido una buena parte, esta la esposa norteamericana de Sigismond, que, conociendo al granuja, no debe de encontrarse en una mala situacion economica. En tu opinion, ?cuanto tiempo se quedaran aqui Anielka y su tio?
Durante tres dias mas, Aldo, encerrado en casa de tia Amelie, reprimio su impaciencia dedicandose a devorar