es espanol!
—Personalmente, no lo lamento, y es un hecho al que tendra que acostumbrarse; pero, puesto que parece no entenderme, le hablare mas claro: ha sido usted quien ha robado el retrato, o quien ha hecho que lo robe un sirviente, que se lo paso por encima de la tapia del jardin a un complice disfrazado de mendigo, el cual se apresuro a llevarlo a casa de su senor hermano… ?No se encuentra bien?
Aquello era poco decir: el marques, cuyo semblante se habia tornado de un color violeta purpureo, parecia a punto de ahogarse. Sin embargo, al ver que Morosini se acercaba con intencion de socorrerlo, alargo, para protegerse, un largo y delgado brazo al tiempo que balbucia:
—Esto…, esto es demasiado… ?Vayase! ?Salga de aqui!
—Tranquilicese, por favor. No he venido para juzgarlo, y todavia menos para quitarle el retrato. Ni siquiera le pido que confiese su hurto, y le doy mi palabra de que no se lo dire a nadie si usted me da lo que he venido a buscar.
—Creia que era amigo de dona Ana —dijo Fuente Salada, que poco a poco iba recuperando el color.
—Nos hemos hecho amigos a raiz de su intervencion para evitar que fuera victima de una injusticia. Pero el hecho de que recupere o no el cuadro me es absolutamente indiferente. Por lo demas, no estoy seguro de que ella tenga mucho empeno en recuperarlo.
—?Esta de broma?
—Ni por asomo. El retrato comportaba curiosas visitas nocturnas a la Casa de Pilatos todos los anos. Por cierto, mas vale que sepa cuanto antes que se expone a heredarlas.
El marques se encogio de hombros.
—Si se trata de un fantasma, no me da miedo. En esta casa ya hay uno.
Morosini observo que aquello era una confesion, pero se limito a tomar nota mentalmente. En cambio, amplio la sonrisa con la esperanza de ser mas persuasivo.
—Entonces, ?acepta hablarme del rubi?
El marques apenas lo dudo. Se recosto en el respaldo del sillon y apoyo los codos en los reposabrazos, juntando las manos por la yema de los dedos.
—Bien, ?por que no? Pero le advierto que no lo se todo. Ignoro, por ejemplo, donde se encuentra la piedra en el momento presente. Quizas irremediablemente perdida.
—Ese tipo de investigacion forma parte de mi oficio —dijo Aldo con gravedad—, y he de admitir que me gusta. La Historia siempre ha sido para mi un extrano y fascinante jardin, paseando por el cual a veces uno se juega la vida pero que sabe recompensarte con extraordinarias alegrias.
—Empiezo a creer que podriamos llegar a estar de acuerdo —dijo el anciano en un tono subitamente mas conciliador—. Como ya sabe, la reina Isabel regalo esa magnifica piedra, montada tal como pudo verla en el retrato, a su hija Juana en el momento en que esta embarcaba en Laredo rumbo a los Paises Bajos, donde la esperaba el esposo que ella habia elegido. Era una buena boda, incluso para una infanta: Felipe de Austria, descendiente por parte de madre de los grandes duques de Borgona, a los que llamaban grandes duques de Occidente, era hijo del emperador Maximiliano. Era joven, segun decian, y apuesto… Juana estaba convencida de que partia hacia la dicha. ?La dicha! ?Acaso ese consuelo de las personas insignificantes puede existir cuando se es princesa? En realidad, se trataba de una doble boda, pues la princesa Margarita, hermana de Felipe, se casaria ese mismo ano, 1496, con el hermano mayor de Juana, el heredero del trono de Espana, y las naves que llevaban a la infanta debian regresar con la prometida real.
El narrador se detuvo y dio unas palmadas que hicieron acudir a la sirvienta, a la que dio una orden concisa. Al cabo de un momento, la mujer reaparecio llevando una bandeja con dos vasitos de estano y una frasca de vino y la dejo delante de su senor haciendo una reverencia. Sin decir palabra, el marques lleno los recipientes y ofrecio uno a su visitante:
—Pruebe este amontillado —le aconsejo—. Si es un experto, deberia satisfacerle.
Aunque hubiera sido el veneno de los Borgia, Morosini habria aceptado un brebaje que se parecia mucho a un armisticio. Resulto, ademas, que no era desagradable: aquel vino, dulce y muy aromatico, se dejaba beber.
Seguramente para animarse, Fuente Salada tomo dos copas seguidas.
—No se si el rubi tuvo algo que ver —prosiguio—, pero, aunque era el mes de agosto, cuando la enorme flota (?unos ciento veinte navios!) atravesaba el canal de la Mancha, se desencadeno una terrible tempestad que la obligo a buscar refugio en Inglaterra, donde se perdieron varios barcos. Gracias a Dios, el de la princesa no, pero paso casi un mes antes de que llegaran a la costa llana de Flandes… y otro mes antes de que el novio se decidiera a presentarse.
—
—?Que va! Estaba cazando en el Tirol. Nunca le parecio de utilidad tomarse muchas molestias por su mujer. En realidad, que no estuviera cuando Juana desembarco en Arnemuiden era mucho mejor, porque la pobre estaba empapada, mareada y con un espantoso resfriado. De todas formas, tomar tierra alli fue una decision improvisada; fue en Amberes donde tuvo lugar el primer contacto con su familia politica: Margarita, que iba a convertirse en su cunada, y la abuela, Margarita de York, la viuda del Temerario.
—?Y no se sintio ofendida por el hecho de que su esposo se diera tan poca prisa?
—No. Le hablaron de asuntos de Estado, y ese era un argumento que habia aprendido a respetar desde la infancia. Sin lugar a dudas, Juana era la mas completa de las princesas de su edad.
—Habla de ella como si la hubiera conocido —observo Morosini, emocionado por la pasion con que vibraba la voz de su anfitrion forzado.
Sin responder, Fuente Salada se levanto, cogio de un oscuro rincon de la estancia un paquete envuelto en una lona gruesa y lo desenvolvio para mostrar el retrato, que coloco sobre la mesa, junto al gran candelabro cargado de velas medio consumidas que lo iluminaba.
—Mire ese rostro dulce y encantador, tan joven y, sin embargo, tan grave. Era el de una muchacha adornada con todas las cualidades, de una viva inteligencia y dotada tambien para las artes: Juana pintaba, versificaba, tocaba diferentes instrumentos, hablaba latin y varias lenguas, bailaba con una gracia infinita. El unico punto oscuro era su tendencia a la melancolia, heredada de su abuela portuguesa… Su madre pensaba, con toda la razon del mundo, que seria una maravillosa emperatriz junto a un esposo digno de ella, sin imaginar ni por un instante que un barbaro obtuso, abusando de la pasion que Juana sentiria por el, la conduciria a las puertas de la locura.
»No voy a contarle su historia; nos pasariamos la noche entera. Solo le hablare de lo que le interesa: el rubi. Tras las primeras noches de amor, porque antes de desentenderse de ella para volver con sus amantes el tambien la amo, Juana le regalo la joya, y el la llevaba con orgullo… hasta el dia que ella se dio cuenta de que ya no la llevaba. La pobre criatura se aventuro a preguntar donde estaba su presente. Felipe respondio despreocupadamente que creia que lo habia perdido, pero que un dia u otro apareceria.
—?Y lo encontraron?
—Si. Tres anos mas tarde. La Historia habia avanzado a paso de gigante. El hermano de Juana, el principe de Asturias, habia muerto; despues le llego la hora a Isabel, la hermana mayor, cuyo unico hijo murio tambien en 1500. Esto convertia a Juana y a su esposo en herederos de la doble corona de Castilla y de Aragon. Tuvieron que venir a Espana para ser reconocidos como tales por los Reyes Catolicos y por las Cortes, pero Felipe se harto enseguida de Espana, poco conforme a su temperamento de vividor flamenco. Regreso a su pais, dejando tras de si a una esposa medio loca de desesperacion pero obligada a prolongar su estancia. Cuando por fin pudo partir, despues de protagonizar escenas terribles que inquietaron a su madre, era invierno y hacia un tiempo espantoso. Todas las tempestades parecian haberse dado cita en el camino de la nave, pero cuando Juana llego a Brujas, donde se encontraba entonces su esposo, encontro a este en plena fiesta, exhibiendo desvergonzadamente a su ultima amante, una magnifica criatura de cabellos de oro…, en cuyo cuello impudico brillaba el rubi dado por amor.
»La colera de la princesa fue terrible. Al dia siguiente hizo que sus damas le llevaran a la flamenca e, insensible a sus gritos, no solo le arranco la joya sino que, con ayuda de unas tijeras, le destrozo su suntuosa cabellera antes de cortarle la cara. Felipe vengo a su amante tratando a su mujer como a un animal maligno, a latigazos. Juana estuvo tan enferma de resultas de ello que el Hermoso tuvo miedo de la ira de sus suegros si llegaba a morir. Temiendo sobre todo perder sus derechos al trono de Espana, se propuso hacerse perdonar. Y esta vez Juana se quedo el rubi.