—?Lo que es ser un aristocrata delicado, habituado a las comodidades y a manejar piedras preciosas! Nosotros, los arqueologos, que estamos acostumbrados a desenterrar mastabas y a perforar montanas bajo un sol abrasador, somos mas resistentes.

—Olvidas decir que siempre teneis a un monton de fellahs a vuestra disposicion. Por lo que yo se, son ellos los que se dedican a cavar. Vosotros, como tu dices, manejais mas bien el pincel y la esponja para limpiar lo que os han despejado previamente.

Su hospedero estaba muy sorprendido de verlos llegar por la noche exhaustos y mas polvorientos de lo que cabia esperar tratandose de turistas, pero ellos le contaron confidencialmente que habian descubierto por casualidad restos de una antigua ciudad romana y que estaban intentando sacar a la luz lo suficiente para tener una prueba. Encantado de ser el unico depositario de un asunto que podia suponer un incremento de interes para la region, Sepler juro guardar silencio y trato todavia mejor a unos clientes tan apasionantes. Todas las mananas los proveia de grandes cestas de picnic y de botellas de agua mineral, y en la cena preguntaba discretamente sobre los progresos realizados:

—Avanzamos, avanzamos —respondia el arqueologo—. Pero, como bien sabe, este tipo de busqueda tarda mucho en dar frutos.

Una tarde, mientras se concedian un descanso comiendo melocotones y ciruelas, vieron acercarse a una joven que les causo el efecto de una aparicion. Era una campesina con largas trenzas rubias, dotada de la belleza de una imagen y que llevaba entre los brazos un gran haz de margaritas y acianos. Los saludo con la extrema cortesia que se encuentra en toda Checoslovaquia y les pregunto que hacian alli.

—Me he enterado hace poco —respondio Aldo— de que un antepasado mio que fue monje en este priorato descansa aqui y estoy buscando su tumba.

Ella alzo hacia aquel hombre de tan noble aspecto pese a los pantalones manchados de tierra y la camisa abierta, arremangada sobre unos brazos morenos y musculosos, unos ojos que parecian vincapervincas.

—?Cuanta razon tiene! —exclamo—. No hay que abandonar a los pobres muertos. Preocuparse por el lugar donde descansan y manifestarles respeto es un deber piadoso. Sin duda Dios permitira que la encuentre.

Dicho esto, esbozo una pequena reverencia y prosiguio su camino bajo el sol, con la amplia falda azul bordada en amarillo revoloteando alrededor de sus redondeadas pantorrillas.

—?Adonde crees tu que va? —susurro Adalbert al verla adentrarse en el bosque, en direccion al estanque.

—Supongo que a su casa.

—El sendero no lleva a ninguna parte salvo al borde del agua, y no hay ninguna casa por ahi.

—Quiza se trate de… una cita. Es una jovencita encantadora.

—Es posible, pero de todas formas tengo curiosidad por saber adonde va. ?No te has fijado en que parecia estar sonando despierta? Hasta su voz sonaba algo lejana cuando ha aprobado tu comportamiento.

Adalbert ya habia salido tras ella y Aldo se encogio de hombros.

—Despues de todo, ?por que no? Asi descansaremos.

Y siguio a su amigo.

Escondidos entre los arboles, vieron a la muchacha rodear la mitad del estanque para llegar a la parcela de bosque que quedaba al otro lado. Como no sabian cuanto pensaba adentrarse en la espesura, no se atrevieron a acercarse a la orilla del estanque. Si los veia, podia asustarse.

—He visto bien el sitio por donde ha entrado —dijo Aldo—. Esperemos un poco. Luego iremos a ver.

Sentados sobre la hierba al pie de un fresno, permanecieron un cuarto de hora largo escuchando cantar a una curruca.

—Vamos —dijo Aldo despues de haber mirado su reloj de pulsera.

Acababa de hablar cuando la joven salio del bosque para volver sobre sus pasos.

—?Corre! —susurro Adalbert—. Y apresuremonos a reanudar el trabajo.

—?Te has fijado? Ya no lleva las flores. Me gustaria saber donde las ha dejado.

—Intentaremos encontrarlas despues. No debe de haber ido muy lejos…

Cuando la joven llego a donde estaban trabajando, ya se habian puesto de nuevo manos a la obra.

—?Cuanto trabajan! —observo—. ?Y con este calor!

—A usted no parece asustarla, senorita. ?Podemos charlar un momento?

—Me gustaria mucho, pero tengo prisa. Mi madre esta esperandome. Quiza volvamos a vernos pronto.

Los saludo haciendo un ademan con la cabeza y dedicandoles una bonita sonrisa y desaparecio entre las ruinas. A buen seguro todavia no habia llegado a la carretera cuando los dos hombres se dirigieron de nuevo hacia el estanque y se adentraron en el bosque dejando senales con ayuda de los cuchillos, pues por alli ya no habia camino. De pronto, detras de unos matorrales, distinguieron una mancha clara: las flores de la muchacha. Pero hasta que no vieron el lugar donde las habia depositado no tuvieron la impresion de haber sido guiados por una mano invisible y de que esa jovencita rubia posiblemente era una enviada del cielo: casi totalmente oculta bajo unas zarzas que habian apartado un poco, habia una ancha piedra enmohecida pero en la que aun se podia leer un nombre grabado: Julius.

Maquinalmente, Morosini apoyo una rodilla en el suelo para apartar mejor la maleza y dejar mas a la vista la inscripcion.

—?Esto es el cementerio del priorato? Herr Doktor nos ha mentido —dijo con amargura.

—No lo creo. A mi entender, la mentira se remonta a mucho antes, a los origenes. A los monjes debia de hacerles tan poca gracia como al propietario del castillo semejante vecindad. Prometieron enterrar a Julio en sus tierras y una noche fueron a buscarlo. El conde se dio por satisfecho con eso. Lo que a el le interesaba era que se lo llevaran y no se preocupo de nada mas; seguramente se limito a pagar generosamente, y los santos hombres, en lugar de dar a ese desdichado la sepultura cristiana que se les pedia, lo enterraron aqui, lejos de todo, como al reprobo que siempre fue.

—?Y aun gracias que no lo arrojaron al estanque!

—Seguramente eso habria sido demasiado para su conciencia temerosa. En cuanto a nosotros, de no ser por esa jovencita, habriamos podido pasar mucho tiempo buscandolo. Su gesto y el ramo son conmovedores, y ahora me averguenzo un poco de lo que vamos a tener que hacer.

—Coincido contigo, pero no tenemos eleccion. Nos las arreglaremos para borrar toda huella de nuestro paso. Esa muchacha debe de sonar con este desconocido abandonado en su tumba romantica y no quiero estropear su sueno. En lo que se refiere al rubi, si esta aqui, cosa que empiezo a dudar, Julio reposara mas serenamente cuando lo hayamos liberado de el.

La noche era oscura, densa, calurosa. La puesta del sol no habia hecho que refrescara el tiempo. Adalbert se habia quedado junto a la tumba mientras Aldo regresaba al albergue para anunciar a Johann que un granjero con el que habian trabado amistad les ofrecia hospitalidad esa noche.

—Volveremos manana, no se preocupe… Pero me gustaria que me diese dos botellas de su excelente vino de Melnik para ofrecerselo a nuestro anfitrion.

El semblante consternado del hospedero, que temia la competencia, habia recuperado enseguida la tranquilidad. Incluso habia propuesto anadir una botella de aguardiente de ciruela («?Aqui es muy apreciado!») que Aldo se habia guardado mucho de rechazar. Se lo llevo todo y, antes de reunirse con Vidal-Pellicorne, paso por una fruteria para comprar melocotones y albaricoques. Con el estomago lleno, esperaron que cayera la noche observando el cielo, donde negros nubarrones se desplazaban lentamente.

—Si todo eso nos cae encima, quedaremos empapados, lo que no nos facilitara la tarea —suspiro el arqueologo.

—Por consejo de nuestro anfitrion, he traido los impermeables. Por lo menos nos serviran para disimular el estado en el que nos encontraremos manana.

Pero ningun rugido lejano, ningun relampago fugaz anunciaba todavia el diluvio. Cuando se hizo totalmente de noche, los dos hombres tiraron al mismo tiempo el cigarrillo que estaban fumando, cogieron el material y se dirigieron al lugar donde debian realizar la horrible tarea, pero hasta que no llegaron a su destino no encendieron las linternas sordas, cuya luz les era indispensable.

Вы читаете El Rubi­ De Juana La Loca
Добавить отзыв
ВСЕ ОТЗЫВЫ О КНИГЕ В ИЗБРАННОЕ

0

Вы можете отметить интересные вам фрагменты текста, которые будут доступны по уникальной ссылке в адресной строке браузера.

Отметить Добавить цитату