pista de tenis. Todas las ventanas de la planta baja del ala de la biblioteca estaban oscuras, salvo el debil resplandor del pasadizo. Desde luego, la senorita Barton no estaba en su habitacion, y la senorita De Vine no habia regresado todavia. O… si, porque en su salon estaban echadas las cortinas, aunque no brillaba ninguna luz.
Harriet entro en el edificio. La puerta de la senorita Burrows estaba abierta, y el vestibulo a oscuras. La puerta de la senorita De Vine estaba cerrada. Llamo, pero no hubo respuesta… y de repente le parecio raro que estuvieran echadas las cortinas y que no hubiera luz. Abrio la puerta y acciono el interruptor de la pared del vestibulo. No paso nada. Con creciente desasosiego, llego al salon y abrio la puerta. Y entonces, justo cuando tenia la mano hacia el interruptor la agarraron brutalmente por el cuello.
Contaba con dos ventajas: en cierto modo estaba preparada y la agresora no se esperaba el collar de perro. Noto y oyo el jadeo en la cara mientras los dedos fuertes y crueles tanteaban el cuero. Mientras se movian, le dio tiempo a recordar lo que le habian ensenado: a coger las munecas y separarlas de golpe, pero cuando intento ponerle la zancadilla, sus zapatos de tacon alto se escurrieron sobre el parquet…, y de repente noto que se caia, que las dos se caian juntas, y ella estaba debajo; le parecio que pasaban anos enteros mientras en sus oidos derramaban una sarta de insultos repugnantes. Despues el mundo se apago entre fuego y truenos.
Rostros… nadando en confusion por entre olas chisporroteantes de dolor, hinchandose y desinflandose angustiadamente, despues condensandose en uno solo…, el de la senorita Hillyard, enorme junto al suyo. Despues una voz, espantosamente fuerte, resonando ininteligible como una sirena. Y de repente, con toda claridad, como el escenario iluminado de un teatro, la habitacion, con la senorita De Vine, blanca como el marmol, en el sofa y la rectora inclinada sobre ella, y en medio, en el suelo, un cuenco blanco lleno de algo rojo y la decana arrodillada a su lado. La sirena volvio a ulular y oyo su propia voz, increiblemente lejana y debil: «Digale a Peter…». A continuacion, nada.
Habia alguien con dolor de cabeza, un dolor de cabeza insoportable. La brillante luz blanca podria haber sido muy agradable, si no hubiera sido por la opresiva cercania de la persona con dolor de cabeza que, encima, gemia de una forma espantosa. No sin esfuerzo, haces de tripas corazon para averiguar que quiere esa persona tan pesada. Con un esfuerzo como el de un hipopotamo para salir de una cienaga, Harriet hizo de tripas corazon y descubrio que el dolor de cabeza y los gemidos eran suyos, y que la enfermera se habia dado cuenta del problema e iba a echarle una mano.
– Pero ?que demonios…? -dijo Harriet.
– Ah, eso esta mejor -dijo la enfermera-. No, no intente incorporarse. Le han dado un golpe tremendo en la cabeza, y cuanto mas quieta se quede, mejor.
– Ya, comprendo -replico Harriet-. Tengo un dolor de cabeza espeluznante. -Al pensar un poquito, localizo la peor parte del dolor de cabeza detras de la oreja derecha. Se paso una mano con cuidado y se encontro con una venda-. ?Que ha pasado?
– Eso nos gustaria saber a todos -contesto la enfermera.
– Es que no recuerdo nada -dijo Harriet.
– No importa. Tomese esto.
Como en un libro, penso Harriet. Siempre dicen: «Tomese esto». Al fin y al cabo, la habitacion no estaba tan iluminada; las persianas estaban bajadas. Eran sus ojos, extraordinariamente sensibles a la luz. Mejor cerrarlos.
El «tomese esto» debia de tener gran eficacia, porque cuando Harriet volvio a despertarse, ya no le dolia tanto la cabeza y tenia un hambre canina. Ademas, empezaba a recordar: el collar de perro y las luces que no se encendian… y las manos que la habian aferrado en medio de la oscuridad. Y alli, de repente, la memoria se detenia obstinadamente. No tenia ni idea del origen de semejante dolor de cabeza. Despues rememoro la escena de la senorita De Vine tendida en el sofa. Pregunto por ella.
– Esta en la otra habitacion -dijo la enfermera-. Ha sufrido un ataque al corazon bastante grave, pero esta mejor. Hizo demasiados esfuerzos, y claro, al encontrarla a usted asi, se llevo un susto terrible.
Hasta ultima hora de la tarde, cuando entro la decana y encontro a la paciente muerta de curiosidad, no le explicaron debidamente a Harriet las peripecias de la noche anterior.
– Bueno, si se queda tranquilita, se lo cuento, porque si no, no -dijo la decana-. Y su jovencito le ha enviado un jardin entero de flores jovenes y ha dicho que volvera esta manana. ?Bueno, a ver! La senorita De Vine, la pobre, llego aqui alrededor de las diez, porque el tren se retraso un poco, y Mullins le dio recado de que fuera a ver a la rectora inmediatamente, pero ella penso que debia ir primero a quitarse el sombrero, asi que fue deprisa y corriendo a sus habitaciones, para no hacer esperar a la doctora Baring. Y claro, lo primero que paso fue que las luces no podian encenderse, y despues la oyo a usted como grunendo en medio de la oscuridad. Asi que cuando intento encender el flexo y le funcion… pues alli que estaba usted, hija mia, como una autentica aparicion para una profesora respetable, y en su propio salon. Ah, por cierto, le han puesto a usted dos puntos preciosos… Fue cosa del pico de la estanteria, ?sabe?… Asi que la senorita De Vine salio corriendo para pedir ayuda, pero no habia ni un alma en el edificio, asi que fue disparada hasta Burleigh y varias personas salieron a ver que pasaba y alguien fue a buscar a la rectora, despues alguien fue a buscar a la enfermera, y no se quien vino a buscarnos a la senorita Stevens, la senorita Hillyard y a mi, que estabamos tomando tranquilamente una taza de te en mi habitacion, y llamamos al medico, y la senorita De Vine, entre el susto y las carreras, se nos puso amoratada, por lo del corazon… Lo hemos pasado divinamente.
– Ya me imagino. ?Otra nochecita de fiesta! Supongo que no habran averiguado quien es la culpable, ?no?
– No tuvimos tiempo de pensar en ese detalle durante un buen rato, y cuando empezabamos a calmarnos un poco, vuelve a empezar el lio con Annie.
– ?Annie? ?Que le ha pasado?
– ?Ah! ?No lo sabia? La encontramos en la carbonera, hija mia, y en que estado, toda llena de polvo de carbon y dando punetazos a la puerta, y lo que no se es como no se ha vuelto loca la pobrecilla, alli encerrada durante tanto tiempo. Y si no hubiera sido por lord Peter, a lo mejor no habriamos empezado a buscarla hasta la manana siguiente, con toda esta barahunda.
– Si… lord Peter la advirtio de que podian agredirla… ?Como se entero? ?Lo llamo por telefono o…?
– Si, si. Vera, despues de llevarlas a usted y a la senorita De Vine a la cama y ya seguras de que no iban ustedes a irse al otro barrio, a alguien se le encendio la bombilla y recordo que lo primero que usted habia dicho cuando la recogimos fue: «Digaselo a Peter». Asi que llamamos al Mitre, pero no estaba alli, y la senorita Hillyard dijo que sabia donde estaba y llamo. Esto fue despues de medianoche. Afortunadamente aun no se habia acostado, y dijo que vendria enseguida, y despues pregunto que le habia pasado a Annie Wilson. Yo creo que la senorita Hillyard penso que habia perdido la cabeza del susto, pero el insistio en que habia que inspeccionar, asi que todas nos pusimos a buscarla. Y en fin, usted sabe lo dificil que es encontrar a la gente aqui, y por mucho que registramos, nadie dio con ella, hasta que justo antes de las dos llego lord Peter, completamente desencajado, y dijo que teniamos que poner el colegio patas arriba si no queriamos encontrarnos con un cadaver ?Menudos animos nos dio!
– Ojala no me lo hubiera perdido -dijo Harriet-. Peter debio de pensar que soy una perfecta imbecil por haber consentido que me dejaran fuera de combate asi como asi.
– No fue eso lo que dijo -replico la decana secamente-. Entro a verla, pero por supuesto, usted no estaba en condiciones. Y por supuesto, nos explico lo del collar de perro, que nos tenia perplejas y preocupadas.
– Si. Esa mujer me agarro por el cuello, eso si lo recuerdo, y supongo que en realidad iba a por la senorita De Vine.
– Evidentemente. Y con lo mal que tiene el corazon y sin un collar de perro, no habria vivido para contarlo, segun el medico. Fue una suerte para ella que usted entrara por casualidad en su habitacion. ?O es que lo sabia?
– Creo que fui a advertirle de lo que habia dicho Peter -contesto Harriet, todavia un tanto confusa-, y… ?ah, si!, vi que pasaba algo raro con las cortinas, y que no se podia encender la luz.
– Habian quitado las bombillas. Bueno, en fin, a eso de las cuatro Padgett encontro a Annie. Estaba encerrada