en la carbonera, debajo del edificio del comedor, en el extremo de la sala de calderas. Se habian llevado la llave y Padgett tuvo que derribar la puerta. Annie estaba gritando y dando golpes… pero claro, si no la hubieramos buscado, podria haber chillado hasta el dia del Juicio, teniendo en cuenta ademas que los radiadores estan cerrados y que no utilizamos la caldera. Se encontraba en lo que se llama estado de shock y no fue capaz de explicarse con coherencia durante un buen rato, pero no le pasa nada grave, salvo la impresion y las magulladuras, porque la tiraron sobre el monton de carbon. Y ademas tiene las manos y los brazos despellejados de tanto dar golpes en la puerta e intentar salir por el respiradero.
– ?Y que dice que ocurrio?
– Pues que estaba retirando las sillas de la galeria, como a las nueve y media, cuando alguien la agarro desde atras por el cuello y la arrastro hasta la carbonera. Dice que era una mujer, muy fuerte…
– Y tanto. Doy fe de ello. Con unas manos de hierro y un vocabulario nada femenino -replico Harriet.
– Annie dice que no pudo verla, pero piensa que el brazo que le rodeo el cuello iba envuelto en una manga de color oscuro. Le parecio que era la senorita Hillyard, pero resulta que estaba con la administradora y conmigo. Sin embargo, muchos de nuestros ejemplares mas robustos no tienen coartada, sobre todo la senorita Pyke, que dice que estaba en su habitacion, y la senorita Barton, quien asegura que estaba en la biblioteca de narrativa buscando «un buen libro para leer». Y tampoco sabemos mucho de lo que hicieron la senora Goodwin y la senorita Burrows, porque segun ellas, de repente sintieron un irrefrenable deseo de salir a pasear, cada una por su lado. La senorita Burrows fue a unirse en intima comunion con la naturaleza en el jardin de las profesoras y la senora Goodwin con una autoridad superior en la capilla. Y hoy todas nos miramos con cierto recelo.
– Ojala hubiera reaccionado mejor, quiero decir, yo. No entiendo porque no acabo conmigo -dijo Harriet.
– Eso mismo dijo lord Peter. Piensa que creyo que usted estaba muerta o que se asusto con la sangre al darse cuenta de que se habia equivocado de persona. Cuando usted se desplomo, probablemente se puso a palpar y comprendio que no era la senorita De Vine… o sea, usted no lleva gafas y tiene el pelo corto… y entonces se fue corriendo a limpiarse las manchas de sangre. Al menos, esa es la teoria de lord Peter, y me dio la impresion de que se sentia muy raro.
– ?Esta aqui?
– No, ha tenido que volver… Tenia que coger un avion a primera hora en Croydon o algo… Llamo por telefono y les monto una buena, pero al parecer estaba ya todo preparado y no le quedo mas remedio que marcharse. Si por el hubiera sido, no habria quedado en pie ni un solo miembro del gobierno, asi que intente animarlo con un cafe calentito, y se marcho dejando muy claro que ni usted ni la senorita De Vine ni Annie debian quedarse solas un solo momento. Y ha llamado una vez desde Londres y tres veces desde Paris.
– ?Pobre Peter! -exclamo Harriet-. Es que no lo dejan descansar.
– Y ahora la rectora, muy valiente, va a dar un comunicado, que no va a convencer a nadie, al efecto de que alguien le ha gastado una absurda broma a Annie y que usted resbalo y se hizo una herida en la cabeza y que la vista de la sangre impresiono a la senorita De Vine. Y se han cerrado las puertas del college para todo el mundo, por temor a que aparezcan periodistas, pero a las criadas no se les puede cerrar la boca… Dios sabe que estaran contando en la entrada de servicio. Pero en fin, lo importante es que nadie ha muerto. Bueno, mejor me marcho, porque en otro caso la enfermera se me tirara a la yugular, y entonces si habra un investigacion judicial.
Al dia siguiente aparecio lord Saint-George.
– Ahora me toca a mi visitar a los enfermos -dijo-. Para mi que no eres una tia para adoptarte. ?Te das cuenta de que por tu culpa no he podido asistir a una cena?
– Si -contesto Harriet-. Es una lastima… A lo mejor deberia decirselo a la decana. Quiza podrias reconocer…
– No empieces a inventarte historias, no vaya a ser que te suba la fiebre -dijo el chico-. Dejalo en las manos del tio Peter. Por cierto, dice que volvera manana, que todo va divinamente y que te quedes tranquilita y no te preocupes. Nobleza obliga. He hablado con el por telefono esta manana, y estaba atacado, diciendo que cualquiera podria haber ido en su lugar a Paris, pero que se les ha metido en la cabeza que el es la unica persona capaz de caerle en gracia a no se que imbecil al que hay que apaciguar o conciliar o vaya usted a saber que. Por lo poco que le he podido sacar, resulta que han asesinado a un periodista practicamente desconocido y estan intentando convertirlo en un incidente de caracter internacional. Y de ahi los lios. Ya te habia dicho que el tio Peter tiene un profundo sentido de la responsabilidad publica, y ahora puedes verlo en la practica.
– Bueno, es que hace bien.
– ?No eres una mujer normal! El tio Peter tendria que estar aqui, llorando a mares, y que la situacion internacional se fuera al diablo. -Lord Saint-George solto una risita-. Ojala hubiera estado con el en el coche el lunes por la manana. Nada menos que cinco citaciones en el viaje entre Warwickshire, Oxford y Londres. A mi madre le va a encantar. ?Que tal tu cabeza?
– Bastante bien. Creo que ha sido peor la herida que el golpe.
– ?A que sangran las heridas en la cabeza? Como si fueras un cerdo, pero menos mal que no eres «un cadaver en la caja de cara triste e hinchada». En cuanto te quiten los puntos, estaras bien, solo con cierto aire de presidiaria por ese lado de la cabeza. Tendran que cortarte un poco el pelo, y el tio Peter podra llevar tus mechones junto al corazon.
– Vamos, vamos, ni que fuera de los anos setenta -dijo Harriet.
– Esta envejeciendo por dias. Yo diria que ya ha llegado a los anos sesenta, con aquellas patillas doradas tan bonitas. En serio, creo que deberias rescatarlo antes de que empiecen a crujirle los huesos y de que le salgan telaranas en los ojos.
– Tu tio y tu deberiais ganaros la vida con vuestras frasecitas -dijo Harriet.
Capitulo 22
No, no existe un final: ?el final es la muerte y la locura! Como jamas estoy mejor que cuando estoy loco, a mi parecer soy un individuo valiente, y entonces obro maravillas, pero cuando la razon de mi se aprovecha, llegan los tormentos y el mismo infierno. Al menos, senor, traedme a uno de los asesinos, que aun si fuera tan fuerte como Hector, yo lo haria pedazos.
BEN JONSON
Jueves, un jueves sombrio y deprimente, con una lluvia anodina que caia de un cielo encapotado, como un cubierto por una tapa gris. La rectora habia convocado una reunion del claustro a las dos y media, una hora francamente desoladora. Las tres convalecientes ya podian valerse por si mismas. A Harriet le habian cambiado las vendas por unos esparadrapos nada favorecedores y mucho menos romanticos, y no es que realmente le doliera la cabeza, sino que tenia la sensacion de que podia empezar a dolerle de un momento a otro. La senorita De Vine parecia recien salida de la tumba. Aunque menos afectada fisicamente, Annie seguia presa de miedos y nervios y realizaba sus tareas a duras penas, siempre asistida por la otra doncella de la sala del profesorado.
Se habia dado a entender que lord Peter Wimsey asistiria a la reunion del claustro para aportar ciertos datos. Harriet habia recibido una breve nota, muy del estilo de Peter, que decia: «Enhorabuena por no haberte muerto todavia. Me he llevado el collar para que le pongan mi nombre». Ya habia echado en falta el collar, y con lo que le habia contado la senorita Hillyard, revivio una imagen de Peter junto a su cama, entre la noche y el amanecer, en silencio y dandole vueltas a la correa entre las manos.
Llevaba toda la manana deseando verlo, pero Peter llego en el ultimo momento, de modo que su encuentro tuvo lugar en la sala del profesorado, a la vista de todas las alli presentes. Peter habia salido de Londres sin siquiera cambiarse de traje, y por encima de la tela oscura su cabeza parecia una acuarela, o mas bien una aguada. Presento sus respetos a la rectora y a las profesoras y a continuacion se acerco a Harriet y la tomo de la mano.
– A ver, ?que tal estas?
– Dadas las circunstancias, no demasiado mal.