Tienes que ser musico.

– En este caso, dos violinistas, y los dos musicos.

– Yo no se demasiado de musica, Peter.

– Como decian en mi juventud: «Todas las chicas deberian aprender un poco de musica, lo suficiente para tocar un sencillo acompanamiento». Reconozco que Bach no es asunto para un virtuoso autocratico y un acompanante sumiso, pero ?tu quieres ser alguna de las dos cosas? Ese caballero va a cantar unas baladas. Pidamos silencio para el solista, pero a ver si termina pronto, para que podamos oir otra vez la vigorosa fuga.

Cantaron la coral final, y el publico empezo a desalojar la sala. Harriet se dirigio a la salida de Broad Street, y Peter detras, a la del patio.

– Hace una noche preciosa, demasiado bonita para desperdiciarla. No te vayas todavia. Vamos al puente de Magdalen y le das recuerdos al rio de Londres desde alli.

Recorrieron Broad Street en silencio, con el leve viento agitando sus togas.

– Este sitio tiene algo que transforma tus valores -dijo Peter al fin. Hizo una pausa y anadio con cierta brusquedad-: Te he dicho muchas cosas ultimamente, pero te habras dado cuenta de que desde que vinimos a Oxford no te he pedido que te cases conmigo.

– Si -respondio Harriet, con los ojos clavados en la severa y delicada silueta del tejado de la Biblioteca Bodleiana, que apenas asomaba entre el Sheldonian y el Clarendon-. Me he dado cuenta.

– Es que tenia miedo -dijo Peter con sencillez-, porque sabia que no habria vuelta atras con cualquier cosa que me dijeras aqui… pero voy a pedirtelo ahora, y si me dices que no, te prometo que esta vez aceptare tu respuesta. Harriet, sabes que te quiero; ?quieres casarte conmigo?

El semaforo parpadeo en Holeywell Corner: si; no; espere. Cruzaron Cat Street y las sombras de New College los habian engullido antes de que Harriet pudiera hablar.

– Dime una cosa, Peter. Si te digo que no ?te sentiras desesperadamente triste?

– ?Desesperadamente?… Querida mia, no voy a insultarte ni a ti ni a mi con semejante palabra. Lo unico que puedo decirte es que si te casas conmigo me haras muy feliz.

Pasaron bajo el arco del puente y salieron de nuevo a la palida luz.

– ?Peter!

Harriet se quedo inmovil, y el se detuvo y se volvio hacia ella. Harriet le puso las manos en las solapas de la toga, mirandolo a la cara mientras buscaba la palabra que le permitiria superar el obstaculo final.

Fue Peter quien la encontro. Con un gesto de sumision se descubrio y se quedo alli de pie, con expresion seria y el birrete colgando de la mano.

– Placetne, magistra?

– Placet.

Con fuertes pisadas y apartando la mirada, el supervisor penso que Oxford estaba perdiendo el sentido de la dignidad. Pero ?que podia hacer? Si dos licenciados universitarios decidian abrazarse apasionadamente (?y encima con las togas puestas!) en New College Lane justo debajo de las ventanas de la directora, el era incapaz de impedirselo. Se coloco con remilgo la banda blanca y prosiguio su camino, y ninguna mano le tiro de la manga de terciopelo.

Postfacio

El postfacio de esta edicion de Los secretos de Oxford es una breve biografia de lord Peter Wimsey, actualizada (mayo de 1935) y entregada por su tio Paul Austin Delagardie.

Me ha pedido la senorita Sayers que rellene ciertas lagunas y corrija unos cuantos errores nimios que cometio al relatar la trayectoria vital de mi sobrino Peter, y voy a hacerlo con sumo gusto. Aparecer en letra impresa es la ambicion de cualquiera, y al actuar como una especie de lacayo de la fama de mi sobrino, simplemente mostrare la modestia propia de mi avanzada edad.

La familia Wimsey es muy antigua -demasiado antigua, a decir verdad-. Lo unico sensato que hizo el padre de Peter en toda su vida fue aunar su exhausto linaje con una estirpe anglofranca mas vigorosa, la de los Delagardie. Aun asi, mi sobrino Gerald (actual duque de Denver) no es sino un senor ingles con cabeza de chorlito, y mi sobrina Mary fue bastante frivola e insensata hasta que se caso con un policia y sento la cabeza. Me alegro de poder decir que Peter ha salido a su madre y a mi. Cierto que es puro nervio y olfato, pero mejor eso que ser puro musculo sin cerebro como su padre y su hermano o un amasijo de sentimientos como el hijo de Gerald, Saint-George. Al menos ha heredado la inteligencia de los Delagardie, a modo de garantia contra el lamentable temperamento de los Wimsey.

Peter nacio en 1890. Su madre andaba muy preocupada en aquella epoca por la conducta de su marido (Denver siempre habia sido muy cargante, si bien el gran escandalo no estallo hasta el ano del Aniversario), y su angustia quiza afectara al muchacho. Era un renacuajo paliducho, muy inquieto y travieso, demasiado despierto para su edad. No tenia la saludable belleza fisica de Gerald, pero desarrollo lo que podria llamarse un ingenio corporal: mas habilidad que fuerza. Era rapido con la pelota y tenia una mano fantastica con los caballos. Tambien tenia un valor de mil demonios, esa clase de valor inteligente que ve el riesgo antes de correrlo. Sufria terribles pesadillas de pequeno. Para consternacion de su padre, crecio con la pasion por los libros y la musica.

Sus primeros anos de colegio no fueron felices. Era un nino maniatico, y supongo que es natural que sus companeros de colegio lo llamaran Tirillas y lo trataran como una especie de numero comico. Y, por pura autoproteccion, podria haber aceptado esa situacion y haber degenerado en un simple bufon con el beneplacito de todos, si un profesor de deportes de Eton no hubiera descubierto que era un jugador de criquet nato, extraordinario. Naturalmente, todas sus extravagancias se consideraban ingeniosas, y Gerald fue sometido a la saludable prueba de ver que su despreciado hermano menor se convertia en un personaje mas importante que el. Antes de llegar a sexto curso, Peter marcaba tendencia: deportista, estudiante, arbiter elegantiarum, nec pluribus impar. El criquet tuvo mucho que ver en ello -muchos de quienes estudiaron en Eton recordaran al Gran Tiri y su gran partido contra Harrow-, pero he de atribuirme el merito de haberlo llevado a un buen sastre, haberle ensenado a desenvolverse por la ciudad y a distinguir el buen vino. Denver se preocupaba bien poco por el; bastante tenia con sus muchos enredos, ademas de dedicarse a Gerald, que por aquella epoca hacia meritos para convertirse en un imbecil de marca mayor en Oxford. La verdad es que Peter nunca se llevo bien con su padre; criticaba implacablemente las fechorias paternas, y la compasion que sentia por su madre ejercio un efecto destructivo sobre su sentido del humor.

Huelga decir que Denver era el ultimo que habria soportado ver reflejados sus propios defectos en sus retonos, le costo mucho dinero sacar a Gerald del asunto de Oxford y estaba deseando dejar a su otro hijo a mi cuidado. Y asi, cuando contaba diecisiete anos de edad, Peter se vino conmigo por decision propia. Era maduro para su edad y muy razonable, y yo lo trate como a un hombre de mundo. Lo deje a cargo de alguien de confianza en Paris, recomendandole que mantuviera sus asuntos sobre una solida base comercial y procurase ponerles termino con buena voluntad por ambas partes y generosidad por la suya. Mi confianza en el quedo plenamente justificada. Creo que ninguna mujer ha tenido jamas motivo de queja del trato de Peter, y al menos dos de sus antiguas amantes se han casado con miembros de la realeza (una realeza un tanto oscura, he de reconocer, pero realeza al fin y al cabo). Y en eso tambien insisto en atribuirme el merito que me corresponde; por bueno que sea el material con el que se tiene que trabajar, no se puede dejar al azar la educacion en sociedad de un joven.

El Peter de aquella epoca era realmente encantador, muy franco, modesto y educado, ingenioso y alegra. En 1909 se fue con una beca a estudiar historia a Balliol, y he de confesar que alli se puso insoportable. Tenia el mundo a sus pies, y empezo a darse aires. Se volvio muy afectado, con ademanes excesivamente oxfordianos, y le dio por llevar monoculo y manifestar sus opiniones de manera demasiado abierta, dentro y fuera de la asociacion de estudiantes, aunque en justicia he de decir que jamas nos miro por encima del hombro ni a su madre ni a mi. Estaba en el segundo curso cuando Denver se rompio la crisma cazando y Gerald heredo el titulo. Gerald demostro en la administracion de la finca mas sentido comun y responsabilidad de lo que me esperaba; su

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