tuviese algo especial, algo aparte de su condicion fisica, quiero decir, algo positivo. No podia seguir el programa de secretariado porque no podia escribir a maquina. Tenia buenas ideas en clase de arte, pero no era capaz de plasrnalas; ademas, solo consiguio una C en labores del hogar porque no podia coser, y todo el inundo conseguia A o B en labores del hogar. Aun asi, y aunque su futuro parecia sombrio, yo tenia la sensacion de que Sissy podia ensenarnos algo a los demas. Solo que nunca llegue a saber que exactamente. Y supongo que yo era tan, bueno, tan insensible a ella como el resto. Un dia despues de oscurecer, cuando pensaba que nadie podia verla, aparecio con una carga de junquillos que habia cortado (desenraizado a patadas, en realidad) en alguna carretera y los dejo en el porche de mi casa. Creo que le caia simpatica.

Betty Clanton Seward tiro de un mechon de su pelo como una absorta ordenadora podria tirar de una teta al alba.

– Lo hizo muy silenciosamente, pero aun asi la oi. Yo estaba en el piso de arriba poniendome rizadores y mire por la ventana y la vi. Pude saber quien era por brillar la luz de la luna en su… en su anormalidad.

»Bueno, no pude mantener la boca cerrada. Se lo conte a la gente en la escuela v se burlaron mucho de ella.

»Pero eso no fue lo peor. Lo peor fue cuando di un baile de disfraces e invite a Sissy, en parte porque me daba lastima, pero tambien porque era, no se como decirlo, pero en cierto modo me fascinaba. Y entonces Bill (ahora es mi marido, es quimico de la fabrica Philip Morris, deberia hablar usted con el), Bill, digo, hizo un par de pulgares inmensos de carton y alambre y ese fue su disfraz. El no pretendia ser cruel, pero ya sabe usted como son los chicos. Inconscientes.

Suspiro. Ordeno otro medio litro de su pelo. Luego, cuando tuvo ante si el cafe, se irguio.

– Dios mio, son casi las dos. Tengo que empezar a arreglarme. ?Me disculpa? El pequeno Willie tiene que ir al medico a las tres. Van a quemarle una verruga.

Se referia al muchacho de diez anos que habia estado dedicado al saqueo por los bordes de la entrevista, mascando pastas y galletas por docenas y que mostro su pie descalzo (lavado, a Dios gracias, en fechas recientes) y en que habia, desde luego, una verruga como un erizo. El entrevistador se pregunto por que la senora Seward no rociaba sencillamente la verruga hasta que supiese a pasta de chocolate y dejaba que Willie se la comiera.

El entrevistador no le dijo esto a la senora Seward.

Hubo algo mas que el entrevistador no dijo a la senora Seward.

No le dijo que la proxima vez que una persona se adornase con falsos pulgares imitando a Sissy Hankshaw, ello constituia un acto de homenaje.

La senora Seward lo habria considerado ridiculo, un homenaje de pulgares de corteza de arbol balanceandose impertinente ante la cara del siglo xx como un bosque de diplomas prehistoricos que no esperasen ningun apreton de manos a cambio. En realidad, era un poco ridiculo. Pero, por ser ridiculo, sabemos que es cierto.

Intermedio de Vaquera (Venusiana)

Es tan densa la atmosfera en Venus que los rayos de luz se doblan como si fuesen de gomaespuma. La inclinacion de la luz es tan extraordinaria que hace que el horizonte bascule hacia arriba. Asi, si se colocase uno en Venus, podria ver el lado opuesto del planeta mirando directamente hacia arriba. Quiza sea mejor que nosotros, aqui en la Tierra, resistamos la tentacion de espesar nuestra atmosfera. Quiza deberiamos recelar de esos dirigentes que insisten en que consideremos que la contaminacion es nuestra aliada.

Imaginate que eres una vaquera, que trotas en tu potro por las lomas herbosas de Dakota. De pronto oyes trompetear un grito agudo. Te vuelves en la silla y miras hacia arriba… esperando ver una bandada de grullas chilladoras, bailando en el aire al son de su propia musica chillona. Y en vez de eso, ves una corneta que toca a diaria al otro lado del mundo. El ejercito chino vivaquea por el cielo.

13

UN JUNIO, Richmond, Virginia, desperto con los frenos puestos y los mantuvo asi todo el verano. Era perfecto; se trataba de la Era Eisenhower y nadie iba a ninguna parte. Ni siquiera Sissy. Es decir, no iba lejos. Subia y bajaba por la Avenida Monument, por ejemplo; haciendo autoestop arriba y abajo por aquel amplio bulevar tan salpicado de venerados canones y estatuaria heroica que se le conoce por toda la geografia de los muertos como el cinturon bananero de los generales espabilados.

La antigua capital de la Confederacion hacia tiempo bajo el calor. Sus botas alzaban nubeculas de polvo de tabaco, un poco de polen de glicina y nada mas. Todas las mananas, domingos incluidos, se alzaba el sol como con un tee [1] de golf en la boca. Sus rayos rebotaban, independientemente pero por igual, en los estanques del West End, las canas de cerveza del Sector Sur y las navajas de afeitar del barrio pobre. (En aquellos dias, Richmond estaba retorcido como los pliegues del cerebro, como si, como el cerebro, intentase impedir conocerse a si mismo.)

Al anochecer, la luz de un numero siempre creciente de televisores banaba la atmosfera de una enganosa frialdad. Se ha dicho que los autenticos albinos producen luz de luminiscencia similar cuando defecan.

A mediodia, la ciudad parecia el interior de una sandia napalmeada.

Siempre que podian, hombres, mujeres, ninos y animales domesticos permanecian a la sombra, hablando poco, se movian menos, veian girar las paletas de los ventiladores de acuerdo con la naturaleza de su oficio de ventiladores. Solo Sissy Hankshaw frecuentaba voluntariamente aquellos lugares donde la brea estaba pegajosa, donde centelleaba la grava frita, donde se marchitaban las hierbas, donde se fragmentaba el asfalto (restos del pastel de cumpleanos del Diablo), donde el gastado hormigon traducia al alfabeto Braille largas y enconadas polemicas entre los niveles organico e inorganico de la vida. (Si alguna vez has lamido niquel o besado acero, conoces tal polemica.)

Hay quien dice que el exceso de sol ablanda el cerebro (ya repugnantemente blando) y quizas eso fuese lo que la moviese a hacerlo. Quiza fueron los amarillos guantes de hidrogeno que aporreaban sus oidos; quiza la radiacion solar diese a sus atomos un giro un tanto raro. Por otra parte, su accion quiza no fuese mas que indicio del alcance de su ambicion, que, aunque notable, dificilmente podria considerarse mas extrana que la que impulso al pequeno Mozart, a los nueve anos, a componer una sinfonia.

En cualquier caso, y fuese lo que fuese, una sudorosa pero por otra parte indefinible tarde de primeros de agosto del 60, una tarde exprimida del ratonesco hocico de Mickey, una tarele esculpida en pure de patatas y lejia, una tarde rebanada del plato canino de la meteorologia, una tarde que podia dormir acunando a un monstruo, una tarde que normalmente podria no haber producido nada mas notable que un simple sarpullido, Sissy Hankshaw se bajo de una acera en la calle Hull de Richmond Sur e intento parar con el pulgar una ambulancia, intento pararla en realidad dos veces: a la ida y a la vuelta.

Aullando, parpadeando sus luces rojas como en frenetica y aficionada imitacion del sol tranquilamente profesional de aquel verano, iba la ambulancia en viaje de servicio. Naturalmente, no paro. ?Lo esperaba ella? ?La habria abordado, uniendose a su sangrante o agonizante carga si hubiese parado? ?Habria, en caso de haber podido pararla, probado fortuna despues con un coche funebre?

Conjeturas. El carro de carne siguio su camino, y Sissy, a diferencia del joven Mozart, no se vio recompensada siquiera con un terron de azucar por su experimento. Sin embargo, la tripulacion de la ambulancia no dejo de percibir su llamada. Antes de que Sissy se alejase muchas manzanas, fue detenida por primera vez en su carrera.

Su aparicion en la comisaria origino un pequeno revuelo. Por una parte, la chica tenia un aire patetico; por otra, mostraba una serenidad de vientre de Buda, y para la mentalidad del policia, la serenidad huele a falta de respeto. Era menor, su delito dificil de clasificar, el procedimiento inseguro. Un periodista especializado en temas policiacos del News Leader fue el primer periodista que se intereso en ella; telefoneo a su director para que enviase un fotografo. Los funcionarios de archivos se asomaban furtivamente a las esquinas para echarle un vistazo. Otros presos hacian comentarios. Por ultimo, el sargento de guardia le dio un sermon adoctrinandola para que no volviese a obstaculizar la tarea de los vehiculos de emergencia e hizo luego que un agente femenino la acompanase a casa.

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