arroyos, estaba fuera de su alcance, los rigidos brazos empujaban las crueles manos opresoras. Tenia que acercarse a aquel rostro. Relajo deliberadamente los musculos y aflojo el ya debilitado asimiento de los hombros de su oponente. Funciono. Julius aflojo tambien e instintivamente bajo la cabeza para mirar el rostro de Dalgliesh. Cuando los pulgares del policia se le clavaron en los ojos lanzo un alarido. Sus cuerpos se separaron. Dalgliesh se puso en pie y echo a correr promontorio arriba con intencion de parapetarse en la silla.

Se agazapo detras, jadeando contra la combada lona que le servia de apoyo, contemplando como avanzaba Julius con el cabello chorreando, los ojos desorbitados, los robustos brazos extendidos hacia adelante anhelando ese agarron final. Tras el, la torre rezumaba sangre negra. La lluvia chocaba contra las rocas como si fuera granizo, despidiendo una fina neblina que se mezclaba con la aspera respiracion. El doloroso ritmo le rasgaba el pecho y le llenaba los oidos como los gritos de la agonia de un enorme animal. Inesperadamente, solto los frenos y con las ultimas fuerzas que le quedaban impulso la silla hacia delante. De inmediato vio los ojos asombrados y desesperados de su asesino. Durante un instante penso que Julius iba a lanzarse contra la silla, pero en el ultimo momento se hizo a un lado y la silla, cargada con el aterrador bulto, se precipito por el acantilado.

– ?Como lo va a explicar cuando lo saquen? -Dalgliesh nunca llego a saber si hablo para si mismo o lo dijo en voz alta porque en ese mismo momento noto que tenia a Julius encima.

Aquello era el fin. Ya no luchaba, se limitaba a dejarse arrastrar rodando hacia la muerte. Nada podia esperar mas que llevarse a Julius con el. Unos gritos roncos y discordantes le horadaban los timpanos. El gentio llamaba a Julius. Todo el mundo gritaba. El promontorio estaba lleno de voces, de formas. De repente, el peso que tenia en el pecho desaparecio. Estaba libre. Seguidamente oyo susurrar a Julius «?Oh, no!», una protesta triste y desesperada, clara como si la voz le perteneciera a el. No era el ultimo grito horrorizado de un hombre sin esperanza. Habia sido pronunciada con calma, con pesar, casi con diversion. Entonces el cielo se oscurecio por efecto de una sombra, negra como un pajaro enorme que pasara con las alas extendidas sobre su cabeza a camara lenta. La tierra y el cielo se unieron lentamente. Una solitaria gaviota graznaba. La tierra palpitaba. Un aro blanco de globulos amorfos se inclinaba sobre el. Pero el suelo estaba blando, irresistiblemente blando, y dejo que su conciencia fuera perdiendo sangre sobre el.

Capitulo 38

El cirujano salio de la habitacion de Dalgliesh al pasillo obstruido por un grupo de hombres corpulentos y les comunico:

– Estara en condiciones de ser interrogado dentro de media hora aproximadamente. Hemos extraido la bala. Se la he entregado a su colega. Le hemos puesto el gota a gota, pero no se preocupen por eso. Aunque ha perdido bastante sangre, el dano no es grave. Pueden entrar si quieren.

– ?Esta consciente? -pregunto Daniel.

– Apenas. El colega de ahi dentro dice que ha estado recitando El rey Lear. Al menos algo de Cordelia. Y esta preocupado porque no le ha dado las gracias por las flores.

– Esta vez, gracias a Dios, no le haran falta flores -dijo Daniel-. Puede agradecerselo a la aguda vista y al sentido comun de la senora Reynolds. Aunque tambien lo ayudo la tormenta. Pero se ha escapado por un pelo. Court lo hubiera lanzado por el precipicio de no haber llegado antes de que advirtiera nuestra presencia. Bueno, pues vamos a entrar, si le parece que no molestamos.

En ese momento hizo su aparicion un guardia uniformado con el casco bajo el brazo.

– ?Que hay?

– El jefe de policia viene hacia aqui. Y han sacado el cuerpo de Philby medio atado a una silla de ruedas.

– ?Y el de Court?

– Todavia no. Suponen que la marea lo depositara mas abajo.

Dalgliesh abrio los ojos. Su cama estaba rodeada de figuras blancas y negras que avanzaban y retrocedian en una danza ritual. Las cofias de las enfermeras flotaban como alas incorporeas sobre los rostros tiznados como si no supieran donde aterrizar. Seguidamente, la imagen cobro nitidez y vio el circulo de rostros familiares. Alli estaba Sister, claro. Y el especialista habia regresado temprano de la boda. Ya no llevaba la rosa. Los semblantes dibujaron simultaneamente cautelosas sonrisas que se esforzo por devolver. Asi pues, no era leucemia aguda, no era tipo alguno de leucemia. Iba a recuperarse. Y una vez le hubieran quitado aquel pesado artefacto que no sabia por que le habian puesto en el brazo derecho, podria salir de alli y volver a su trabajo. Diagnostico erroneo o no, era muy amable por su parte aparentar tanta complacencia por el hecho de que despues de todo no fuera a morir, penso adormilado alzando la vista hacia el circulo de sonrientes ojos.

Fin

P. D. James

***
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