– ?Que tipo de trabajos? -quiso saber Tomas.

– Todo lo que concierne a la historia del continente americano -aclaro el presidente de la fundacion-. Desde estudios sobre los dinosaurios que vivieron en este continente hasta investigaciones relativas a los native-americans, a las ocupaciones coloniales europeas y a los movimientos migratorios.

– Native-americans?

– Si -sonrio Savigliano-. Es una expresion politicamente correcta que usamos en Estados Unidos. Se refiere a los pueblos que se encontraban aqui cuando llegaron los europeos. -Ah.

Savigliano suspiro.

– Bien, vamos a hablar entonces, especificamente, de nuestro problema. -Hizo una pausa, pensando por donde comenzar-. Como usted sabe, en 1992 se celebro el quinto centenario del descubrimiento de America. Las ceremonias fueron magnificas y, me enorgullezco de decirlo, la American History Foundation desempeno un papel relevante en el exito de esas celebraciones. Cuando terminaron los actos conmemorativos y todo volvio a la normalidad, nos reunimos para decidir cual seria nuestro siguiente proyecto. Mirando el calendario, hubo una fecha que nos salto a los ojos. -Miro a Tomas con intensidad-:;Sabe cual es?

– No .

– El dia 22 de abril de 2000. Dentro de tres meses.

Tomas calculo.

– El descubrimiento de Brasil.

– ?Bingo! -exclamo Savigliano-. Los quinientos anos del descubrimiento de Brasil. -Bebio un sorbo mas de cafe-. Ahora bien, lo que hicimos fue convocar una reunion con nuestros asesores para pedirles ideas. El desafio era saber que podriamos hacer para darle a la fecha el relieve que se merece. Uno de los asesores presentes fue Nel, que ya habia dado clases de historia en una universidad brasilena y conocia muy bien el pais. Nel nos hizo una propuesta que consideramos interesante. -Miro a Moliarti-: Nel, creo que es mejor que tu mismo expliques tu idea.

– Claro, John -asintio Moliarti-. En lo fundamental, la idea que presente parte de una polemica que ha recorrido la historiografia a traves del tiempo: ?Pedro Alvares Cabral descubrio Brasil accidentalmente o a proposito? Como sabe, los historiadores sospechan que los portugueses ya sabian que Brasil existia y que Cabral solo llego a formalizar un hecho que ya se habia producido. Pues bien, yo propuse al executive board que financiase un estudio que diese la respuesta definitiva a esa cuestion.

– El board estuvo de acuerdo y la maquina se puso en marcha -anadio Savigliano-. Decidimos contratar a los mejores expertos en ese ambito, pero queriamos personas que, aunque rigurosas, fuesen audaces, tuviesen el valor de enfrentarse a las ideas ya consabidas, fuesen capaces de ir mas alla de la mera consulta de fuentes y que tuviesen la agilidad mental para entender lo que no se decia explicitamente en los documentos, pero se daba por sobreentendido.

– Como sin duda sabe -explico Moliarti-, se descubrieron y mantuvieron en secreto muchas cosas: habia informaciones que se consideraban secreto de Estado.

– Portugal era el campeon del secreto -asintio Tomas-. Precisamente existia la llamada «politica de sigilo».

– Exacto -confirmo Moliarti-. Claro que, con descubrimientos hechos a escondidas y mantenidos en secreto, no tiene sentido que los historiadores carezcan de capacidad v disposicion para ir mas alla de los documentos oficiales. Pues si los documentos oficiales se destinaban a esconder la verdad, no a revelarla, no se los puede encarar con confianza. Por ello queriamos investigadores audaces.

Tomas hizo un gesto cargado de escepticismo.

– Dicho asi suena muy bien, pero no es posible quedarse esperando a que un historiador serio decida ignorar las fuentes documentales, sin mas ni mas, y emprenda la aventura de la fabulacion. Tiene que apoyar su trabajo en los documentos que existen, no en la especulacion desenfrenada. No es posible confiar en un historiador que da rienda suelta a su imaginacion; en caso contrario, ya no estamos hablando de historia sino de ficcion historica, ?no?

– Sin duda.

– Es evidente que los documentos deben estar sujetos a la critica -insistio Tomas-. Hay que entender la finalidad de los manuscritos, comprender su intencion y evaluar su respectiva fiabilidad. Esa es, al fin y al cabo, la critica de las fuentes. Pero no me cabe duda de que la investigacion historica debe basarse en fuentes documentales.

– Eso es lo que nosotros tambien creemos. -Moliarti se apresuro en aclararlo-. Por ello queriamos historiadores solidos. Pensamos que tendrian que ser personas capaces de establecer conceptos mas alla del corse de los documentos, que fueron concebidos, bajo la politica de sigilo vigente en Portugal en el siglo xv, para ocultar. Eso implica que nuestros investigadores tendrian que ser solidos, por un lado, pero al mismo tiempo audaces. -Cogio una galleta de chocolate y la mordio-. El board me ha encomendado que encuentre historiadores con ese perfil; he estado investigando unos meses, viendo curriculos, haciendo preguntas, leyendo trabajos, consultando a amigos. Hasta que descubri a un hombre que se correspondia con el briefing que me habian entregado.

Moliarti hizo una pausa tan larga que Tomas se vio en la obligacion de preguntar.

– ?Quien?

– El profesor Martinho Vasconcelos Toscano, de la Facultad de Letras de la Universidad Clasica de Lisboa.

Los ojos de Tomas se desorbitaron.

– ?El profesor Toscano? Pero el…

– Si, amigo -corto Moliarti con expresion grave-. Murio hace dos semanas.

– Fue eso lo que me dijeron. Hasta salio la noticia en los periodicos.

Moliarti suspiro pesadamente.

– El profesor Toscano atrajo mi atencion por sus innovadores estudios sobre Duarte Pacheco Pereira, en particular sobre su obra mas conocida, el enigmatico Esmeraldo de Situ Orbis. Lei sus trabajos y me dejo muy impresionado su inteligencia sagaz, su capacidad para ir mucho mas alla de las apariencias, demostrada al desafiar las verdades establecidas. Por otra parte, su obra era muy respetada en el Departamento de Historia de la PUC.

– ?PUC?

– La Universidad Catolica de Rio de Janeiro, donde di clases -aclaro Moliarti-. De modo que fui a Lisboa a hablar con el y lo convenci para que dirigiera ese proyecto -dijo con una sonrisa en los labios-. Creo que tambien contribuyeron un poco a convencerlo los buenos honorarios que le pagamos.

– La American History Foundation se enorgullece de ser la institucion que mejor paga a sus colaboradores - presumio Savigliano-. Exigimos lo mejor y pagamos mejor.

– Nos parecia que el profesor Toscano, pues, tenia el perfil adecuado -prosiguio Moliarti-. No escribia muy bien, es verdad, un problema frecuente entre los historiadores portugueses, segun parece, pero no era un obstaculo insuperable. Para ocuparse del estilo tenemos aqui buenos especialistas, unos Hemingway que serian capaces de hacer que el profesor Toscano se pareciese a John Grisham.

Los dos estadounidenses se rieron.

– ?Y por que no a James Joyce? -pregunto Tomas-. Dicen que es el mejor escritor de lengua inglesa…

– ?Joyce? -exclamo Savigliano-. Jesus Christ, ?ese debe de escribir aun peor que Toscano!

Nuevas carcajadas.

– Vale, basta de bromas -dijo por fin Moliarti-. ?Por donde iba?

– El profesor Toscano tenia el perfil adecuado, pero escribia mal -acoto Tomas.

– Ah, si -respiro hondo-. Bien, no diria que el profesor Toscano tenia el perfil adecuado. Sucede que se correspondia con el perfil que me habian trazado.

– ?No es lo mismo?

Moliarti hizo una mueca.

– No es exactamente lo mismo. De hecho, el profesor Toscano planteaba algunos problemas, segun tuve oportunidad de descubrir. -Bebio un sorbo de cafe-. En primer lugar, no era una persona que se cinese a los limites de su ambito de investigacion. Se trataba de un hombre indisciplinado, seguia pistas que, aunque

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