encima de la mesa, en la otra punta, frente al gigantesco tapiz.
– Por favor -indico el consul en la cabecera de la mesa, senalando el lugar a su derecha.
Tomas se sento y el agregado cultural, que habia vuelto, se reunio con ellos a la mesa.
– Ya viene el almuerzo -anuncio Lourenco.
– Excelente -exclamo el consul mientras se colocaba la servilleta en el regazo y fijaba su mirada en el invitado-. ?Ha viajado bien?
– Huy…, mas o menos. Tuvimos algunas turbulencias.
El diplomatico sonrio.
– Pues si, las turbulencias son tremendas. -Alzo las cejas con malicia-. No me diga, amigo, que le da miedo volar…
– Bueno… No… -titubeo Tomas-. Miedo no es la palabra. Tengo solo un poco de desconfianza.
Todos se rieron.
– Creo que es una cuestion de habito, ?sabe? -explico el diplomatico-. Cuanto mas viajamos, menos miedo tenemos a volar. Suele viajar poco, ?no?
– Si, viajo poco. De vez en cuando me invitan a dar una conferencia en Espana, en Italia o en Grecia, o voy a algun sitio a hacer un peritaje o una investigacion, pero, en general, me quedo en Lisboa, tengo una vida demasiado complicada para andar por ahi vagabundeando.
Aparecio un hombre de uniforme blanco y botones dorados con una bandeja que sirvio sopa. Tomas miro las verduras y reconocio la sopa juliana.
– ?Esta es su primera vez en Rio? -quiso saber el consul.
– Si, nunca habia venido aqui.
Comenzaron a comer.
– ?Que tal?
– Aun es pronto para emitir un juicio. -Sorbio una cucharada-. Llegue ayer, a ultima hora de la tarde. Pero por ahora me esta gustando mucho, me da la sensacion de que es una especie de Portugal tropical.
– Si, esa es una buena definicion. Un Portugal tropical.
Tomas suspendio la cuchara de sopa por un instante.
– Senor embajador, disculpeme la pregunta. Si usted es embajador, ?por que razon ocupa el cargo de consul? ?No deberia ocupar el de embajador?
– Si, en condiciones normales ocurriria eso. Pero Rio de Janeiro es un lugar especial, ?sabe? El consulado de Rio es mejor que la embajada de Brasilia, ?entiende? -dijo bajando el tono de su voz, como haciendo un aparte.
El invitado abrio la boca y siguio comiendo.
– Ah, entiendo -dijo, aunque mantuvo una expresion de intriga-. ?Por que?
– Vaya, porque Rio de Janeiro es un sitio mucho mas agradable que Brasilia, que queda en una altiplanicie perdida en medio del monte.
– Ah -exclamo, comprendiendo finalmente-. Pero usted ya ha estado en varias embajadas…
– Claro. En Bagdad, en Luanda, en Beirut. Siempre que surgia un lugar complicado, ahi estaba este su humilde y abnegado amigo empenado en servir a la nacion.
Terminaron la sopa y el camarero se llevo los platos. Volvio unos minutos despues con una fuente humeante: era lomo de cerdo asado, que sirvio con arroz con tomate y guisantes y hasta patatas asadas. Despues lleno unas copas con agua y otras con tinto alentejano.
– Senor embajador, dejeme agradecerle su amabilidad al invitarme.
– Vaya por Dios, no tiene nada que agradecer. Tengo el mayor placer en ayudarlo en su mision. -Comenzaron a comer la carne asada-. Ademas, despues de que usted llamo desde Nueva York, recibi instrucciones del ministerio, en Lisboa, para concederle todo el apoyo que necesite. Las investigaciones relacionadas con los quinientos anos del descubrimiento de Brasil se consideran de interes estrategico para el desarrollo de las relaciones entre ambos paises, por lo que, creame, no le estoy haciendo ningun favor, me limito a cumplir con mis obligaciones.
– De cualquier modo, se lo agradezco -vacilo-. ?Ha conseguido obtener las informaciones de las que le hable por telefono?
El embajador asintio mientras masticaba un trozo de carne:
– La muerte del profesor Toscano significo el acabose en los trabajos del consulado. No se imagina las dificultades que tuvimos para trasladar el cuerpo a Portugal. -Suspiro-. Fue un verdadero calvario, no sabe hasta que punto. ?Valgame Dios! Eran papeles por aqui y formularios por alla, mas el interrogatorio policial, los problemas en el deposito de cadaveres y hasta una serie de autorizaciones, sellos y mas burocracia. Despues vinieron las dificultades planteadas por la compania aerea. En fin, una fenomenal pelicula de terror. -Miro al agregado-. Y Lourenco paso las de Cain, ?no fue asi, Lourenco?
– Ah, senor embajador, ni me hable de eso.
– En cuanto a la informacion que me solicito, estuvimos viendo los papeles del profesor Toscano y descubrimos que hizo casi todas las investigaciones en la Biblioteca Nacional, pero tambien en parte en el Real Gabinete Portugues de Lectura.
– ?Donde esta eso?
– En el centro de la ciudad. -Bebio un trago de vino-. Caramba, este tinto esta realmente delicioso -exclamo, alzando la copa a contraluz y analizando el nectar oscuro; miro a Tomas-. Pero usted no debe de tener muchas cosas por descubrir, ?sabe? El profesor Toscano estuvo aqui solo tres semanas antes de que le diese el patatus… Eh, perdon…, antes de fallecer.
– Claro, no debe de haber visto muchas cosas.
– Tuvo poco tiempo el infeliz.
Tomas carraspeo.
– Usted ha dicho, senor embajador, que estuvo viendo los papeles del profesor Toscano…
– Aja…
– Supongo que los habra enviado a Lisboa.
– Claro.
El agregado cultural tosio, interponiendose en la conversacion.
– No es exactamente asi -interrumpio Lourenco de Mello.
– ?Como que no es asi? -dijo sorprendido el consul.
– Hubo un problema con la valija diplomatica y los papeles del profesor Toscano aun estan aqui. Saldran manana.
– ?Ah, si? -exclamo el embajador Alvaro Sampayo, antes de mirar a Tomas-. Mire, al final, los papeles aun estan aqui.
– ?Puedo verlos?
– ?Los papeles? Claro que si. -Miro al agregado-. Lourenco, vaya a buscarlos, por favor.
El agregado se levanto y desaparecio tras la puerta.
– ?Y? ?Que tal ese lomo asado? -pregunto el consul, senalando el plato del invitado.
– Una maravilla -elogio Tomas-. Y esta idea de poner batatas en medio de las patatas es formidable.
– ?A que si?
Lourenco de Mello regreso con una cartera en la mano. Se sento, la abrio sobre la mesa y saco fajos de papeles.
– Son sobre todo fotocopias y apuntes -explico.
Tomas cogio los papeles y los examino. Se trataba de fotocopias de libros antiguos, por el tipo de impresion y de texto calculo que serian del siglo xvi; habia textos en italiano, otros en portugues antiguo y algunas cosas en latin, todo lleno de
Entre aquellos garrapatos, Tomas descubrio una hoja suelta, dos lineas firmes, tres palabras redactadas con inusitado esmero, con todas sus letras escritas con mayuscula; parecian rasgar el papel, la caligrafia revelaba contornos oscuros, insinuantes, como si encerrase una formula magica arcaica, creada por antiguos druidas y