esforzase, parecia incapaz de resolver la mitad de los problemas que Constanza, con su sentido practico, solucionaba en todo momento.
– No te preocupes: ire contigo a ver al doctor Oliveira.
Constanza parecio calmarse. Se recosto en el sofa y bostezo.
– Bien, me voy a acostar.
– ?Ya?
– Si, tengo sueno -dijo incorporandose-. ?Te quedas?
– Si, me quedare un ratito mas. Voy a leer algo y despues me ire tambien a la cama.
La mujer se inclino sobre el, lo beso levemente en los labios y se marcho, dejando el aroma calido de su Chanel 5 perfumando la sala. Tomas se dirigio a la estanteria de los libros, rascandose la cabeza, indeciso; acabo eligiendo los
Sono el movil, interrumpiendo su lectura cuando ya iba por la tercera pagina del cuento.
– ?Digame?
El acento era brasileno, pero pronunciado por un extranjero de lengua inglesa; por el tono nasal, Tomas supuso que era estadounidense.
– Soy yo. ?Quien habla?
– Mi nombre es Nelson Moliarti, soy un
– ?Como esta?
– Estoy
– No, de ninguna manera.
La voz quedo en suspenso, como esperando confirmacion.
– No, no la conozco.
– No importa. La American History Foundation es una organizacion estadounidense sin fines de lucro dedicada a apoyar estudios en el ambito de la historia del continente americano. Nuestra sede se encuentra en Nueva York y tenemos en marcha, en este momento, un importante proyecto de investigacion. Pero ha surgido un problema complicado que amenaza con arruinar todo el trabajo ya hecho. El
Se hizo una pausa.
– ?Si?
– ?Profesor Noronha?
– Si, si, estoy aqui.
– Usted es la solucion.
– ?Como?
– Usted es la solucion para nuestro problema. ?Seria posible que nos viesemos en Nueva York?
Capitulo 2
Una nube de vapor se elevo desde el suelo con inusitado fulgor, como si la hubiese expelido un volcan oculto en el asfalto, y se disolvio rapidamente en el aire frio y seco de la noche. Tomas sintio el olor nauseabundo a fritos que habia liberado la nube, reconocio el olor peculiar del
Tomas habia desembarcado horas antes en el JFK. Una soberbia limusina negra, colocada a su disposicion por la American History Foundation, lo habia llevado del aeropuerto al Waldorf-Astoria, el magnifico e imponente hotel art deco que ocupaba una manzana entera entre Lexington y Park Avenue. Demasiado excitado para ser capaz de apreciar los primorosos detalles de la decoracion y arquitectura de aquel edificio monumental, el visitante recien llegado dejo apresurado el equipaje en la habitacion, le pidio un mapa de la ciudad al
La noche ya habia caido sobre aquella inusitada selva de asfalto; al principio, aun con calor en el cuerpo, el frio no lo afectaba; se sentia de tal modo a gusto que, al internarse por la East 50th Street, fue apreciando los gigantescos edificios que buscaban el cielo, en particular el vecino General Electric Building, en Lexington Avenue, otro monumento art deco. Pero, cuando cruzo la Avenue of the Americas y llego a la Septima Avenida, el frio comenzaba ya a afectarlo seriamente; le dolia la nariz, los ojos se le enturbiaban y el cuerpo temblaba con convulsiones incontrolables, aunque el mayor sufrimiento fuese el de las orejas, que parecian estar a punto de que la hoja de un cuchillo las desgarrase, de que las cortase una fuerza invisible, unas manos crueles.
La vision del resplandor de luz de Times Square, a la izquierda, dio momentaneo calor a su alma y le suministro fuerzas para proseguir. Bajo por la Septima Avenida y se interno en el corazon del Theatre District. La animacion iluminada de Times Square lo recibio en la confluencia de la Septima con Broadway; un espectaculo de luz invadio sus sentidos, se sintio asaltado por sucesivas explosiones cromaticas e inundado por aquella embriagante orgia de claridad; alli se hacia el dia, multiples soles expulsaban la sombra de la noche y tenian de colores la agitada plaza. El trafico era intenso, caotico; los transeuntes se amontonaban como hormigas, algunos caminaban con un proposito definido, otros solo paseaban y llenaban sus ojos con aquel espectaculo prodigioso, irreal. Brillaban neones de colores en todos los edificios, desfilaban apresuradamente enormes palabras por los grandes
Tomas sintio la vibracion del movil en los pantalones. Saco el telefono del bolsillo y se lo acerco al oido.
– ?Digame?
– ?Profesor Noronha?
– Si, soy yo.
– Le habla Nelson Moliarti. ?Como esta? ?Que tal el viaje?
– Hola; muy bien, gracias.
– ?El chofer lo trato bien?
– Estupendamente bien.
– ?Y le gusta el hotel?
– Una maravilla.
– Si, el Waldorf-Astoria es una de nuestras atracciones. ?Sabia que todos los presidentes americanos se hospedan alli cuando vienen a Nueva York?
– ?Ah, si? -se admiro Tomas, sinceramente impresionado-. ?Todos?
– Claro. Desde 1931. El Waldorf-Astoria tiene mucho prestigio. Estadistas, grandes estrellas del cine, artistas