– Llamame -dijo-. En cuanto puedas. Estoy muy preocupada.
Una hora mas tarde, volvio a intentarlo. Otra vez el buzon de voz.
Ahora tenia mas e-mails. El te descansaba en la mesa de la recepcion, intacto. El guion que leia en el metro seguia en la misma pagina que cuando se habia bajado. Hasta el momento, ese dia no habia trabajado nada. No habia logrado reservar mesa para almorzar manana en el Caprice para otro de sus jefes, Luke Martin, y se habia olvidado de decirle a Adam que la reunion que tenia esta tarde con el contable de produccion Harry Hicks se habia cancelado. En resumen, el dia entero estaba siendo un desastre total.
En aquel momento sono el telefono y, de repente, empeoro mucho mas.
Capitulo 11
La mujer aun no olia mal, lo que indicaba que no llevaba muerta mucho tiempo. El aire acondicionado del dormitorio de los Bishop contribuia a ello, pues mantenia a raya, eficazmente, el calor corrosivo de agosto.
Las moscardas tampoco habian llegado todavia, pero no tardarian. Tambien llamadas moscas azules -un nombre mas atractivo-, podian oler la muerte a ocho kilometros. Casi a la misma distancia que los periodistas, de cuya especie ya habia uno delante de la verja, preguntando a un agente que vigilaba la entrada y que, por el lenguaje corporal del reportero, no estaba ofreciendo demasiada informacion.
Roy Grace, ataviado con un traje con capucha esterilizado de papel blanco, guantes de goma y chanclos, observo al reportero unos instantes desde la ventana delantera de la habitacion. Era Kevin Spinella, un hombre de rostro anguloso y veintipocos anos, que vestia un traje gris y una corbata mal anudada y mascaba chicle, libreta en mano. Grace ya lo conocia. Trabajaba para el periodico local, el
Caminaba por la habitacion, sin traspasar la cinta que el equipo del SOCO habia colocado sobre la moqueta, haciendo una llamada tras otra con el movil. Estaba organizando el espacio en el centro de investigaciones para el equipo de inspectores y concertando tambien una reunion con un agente de inteligencia para planificar la estrategia que seguir segun el manual de la policia. Cada minuto era valiosisimo en estos momentos, en la «hora de oro». Lo que se hacia durante la primera hora tras llegar a la escena de una muerte sospechosa podia afectar enormemente las probabilidades de conseguir una detencion satisfactoria.
Y en esta habitacion fria, acre por el olor de un perfume fino, la pregunta que le asediaba entre llamada y llamada era: «?Ha sido esta muerte un accidente? ?Una noche de practicas sexuales raras que ha acabado mal?».
?O un asesinato?
En casi todos los homicidios, lo mas probable era que el estado de animo de su autor fuera mucho peor que el tuyo. Roy Grace habia conocido a bastantes asesinos a lo largo de los anos y no habia demasiados que fueran capaces de mantener la calma, no ponerse nerviosos y guardar la compostura, en cualquier caso, nunca en las horas inmediatamente posteriores. La mayoria se encontraban en lo que se denominaba un «estado de irritacion», con la adrenalina descontrolada, la mente confusa, sus acciones -y cualquier plan que tuvieran- trastocadas por el hecho de no haber contado simplemente con la reaccion en cadena de las sustancias quimicas de su cerebro.
Hacia poco habia visto un documental en television sobre la incapacidad de la evolucion humana para seguir el mismo ritmo que el desarrollo del hombre en sociedad. Cuando se veia delante de un inspector de Hacienda, la gente necesitaba mantener la calma y no ponerse nerviosa, pero en lugar de eso, aparecian reacciones instintivas y primitivas que obligaban a «luchar o escapar», las mismas reacciones que se habrian tenido frente a un tigre de dientes de sable en la sabana. Se recibia una descarga enorme de adrenalina que hacia temblar y sudar.
Con el tiempo, esa descarga se rebajaria. Asi que la mejor opcion de conseguir un resultado era atrapar a los malos mientras aun estuvieran en esa fase de excitacion.
El dormitorio ocupaba toda la anchura de la casa, una vivienda que sabia, sin envidia alguna, que el nunca podria permitirse. Y aunque pudiera, algo que sucederia solo si le tocaba la loteria -un hecho improbable, ya que la mayoria de las semanas olvidaba comprar el boleto-, no habria comprado esta casa en concreto. Una de esas viejas fincas georgianas tal vez, con un lago y unos cientos de hectareas de terreno ondulado. Algo con estilo, con clase. Si. Grace, el pequeno aristocrata. Ya lo veia, en algun lugar de los recovecos inhospitos de su mente.
Pero no esta mole vulgar imitacion Tudor detras de un imponente muro encalado y una verja electrica de hierro forjado, en la calle residencial mas ostentosa de Brighton y Hove, Dyke Road Avenue. Imposible. Lo unico bueno que tenia, tal como lo veia en estos momentos, era un Jaguar MK23.8 blanco bastante bien restaurado bajo su funda en el garaje, que demostraba que, en su opinion, los Bishop tenian al menos algo de gusto.
Los otros dos coches de los Bishop que habia en la entrada no le impresionaron tanto. Uno era un BMW serie 3 cabriole azul oscuro y el otro un Smart negro. Detras, embutido en la zona circular de gravilla delante de la casa, estaba la mole cuadrada del vehiculo del centro de investigaciones, un coche patrulla y varios vehiculos mas de miembros del SOCO. Y pronto se uniria a ellos el Saab amarillo descapotable de uno de los patologos del Ministerio del Interior, Nadiuska de Sancha, que estaba en camino.
En el otro extremo de la habitacion, a izquierda y derecha de la cama, la vista desde las ventanas se extendia sobre los tejados de la ciudad hacia el mar, a kilometro y medio de distancia aproximadamente, y abarcaba un jardin con cesped en las terrazas, en el centro del cual, y mas prominente que la piscina que habia detras, se alzaba una fuente decorativa coronada con una replica del Manneken Pis, el pequeno querubin que orinaba, y que, sin duda, se iluminaria de noche con luces de colores estridentes, penso Grace, mientras realizaba otra llamada mas.
Telefoneo a un inspector veterano, Norman Potting, un hombre no muy popular en el equipo pero que, gracias a una investigacion anterior culminada con exito, Grace sabia que era una bestia de carga en quien podia confiar. Sumo a Potting al caso y le pidio que coordinara la tarea de obtener todas las cintas de las camaras de seguridad que hubiera en un radio de tres kilometros alrededor de la escena del crimen y en todas las rutas de entrada y salida de Brighton. Despues organizo un equipo que iria casa por casa para interrogar a los vecinos mas cercanos.
Luego centro su atencion, una vez mas, en la imagen macabra de la cama
Tenia los dedos de los pies cortos y gruesos, y las unas pintadas de esmalte rosa desconchado. Su ropa estaba esparcida por el suelo, como si se hubiera desvestido a toda prisa. En medio habia un osito de peluche viejo. Aparte de la marca del biquini color porcelana alrededor de la zona del pubis, estaba totalmente bronceada, bien por el caluroso verano ingles que estaban viviendo, bien porque habia estado de vacaciones en el extranjero, o tal vez por ambas razones.
Alrededor del cuello, justo encima de la gargantilla, tenia una marca color carmesi, muy probablemente de una atadura, lo que indicaba la causa aparente de la muerte, aunque Grace habia aprendido hacia tiempo a no precipitarse a la hora de sacar conclusiones.
Mientras miraba a la mujer muerta se esforzo por no seguir pensando en su esposa desaparecida, Sandy.
«?Podria ser esto lo que te ocurrio a ti, carino mio?»
Al menos habian conseguido sacar de la casa a la histerica senora de la limpieza. Solo Dios sabia cuanto habria contaminado ya la escena del crimen, pues le habia quitado la mascara a la mujer y se habia puesto a correr como un pollo sin cabeza.