Callo con expectacion, como si esperara la confirmacion de que el nombre era correcto.

Bishop lo miro sin comprender.

– Mmm… Parece que la senora Bishop no respiraba. Una ambulancia ha acudido a las 8.52 y los tecnicos sanitarios han informado que no respondia a las comprobaciones para hallar senales de vida. Un medico de la policia se ha personado a las nueve y media; lamento decirle que ha certificado la muerte de su mujer, senor.

Bishop abrio la boca, le temblaba la cara; momentaneamente parecio que sus ojos se desconectaban y se ponian en blanco, como si no vieran nada, no se centraran en nada. Un graznido debil escapo de su garganta:

– No. Por favor, digame que no es verdad. Por favor. -Luego se desplomo hacia delante y hundio la cara entre sus manos-. No. No. ?No me lo creo! ?Por favor, digame que no es verdad!

Hubo un largo silencio, salpicado solamente por los sollozos de Bishop.

– ?Por favor! -suplico-. No es cierto, ?verdad? ?No es Katie? No es mi amada… Mi amada Katie…

Los dos policias permanecieron sentados, inmoviles, profundamente incomodos. Glenn Branson, a quien le estallaba la cabeza por culpa de la poderosa resaca, se maldecia por permitir que Roy Grace lo obligara a volver al trabajo antes de tiempo y verse metido en esta situacion. Para los agentes de Relaciones Familiares, que tenian formacion en terapia del dolor, era normal comunicar este tipo de noticias, pero su superior no actuaba siempre de esta forma. Ante una muerte sospechosa, Grace queria hacer las cosas el mismo, o bien que alguno de los miembros mas cercanos de su equipo trasladara la noticia y observara las reacciones inmediatas. Ya habria tiempo mas adelante para que los agentes de Relaciones Familiares desempenaran su tarea.

Desde que se habia despertado en casa de Roy esa manana, el dia de Glenn habia sido una pesadilla. Primero habia tenido que presentarse en la escena de la muerte: una atractiva mujer pelirroja, de unos treinta anos, desnuda en una cama, maniatada con dos corbatas, una mascara antigas de la Segunda Guerra Mundial a su lado y una linea delgada amoratada alrededor del cuello, quiza producida por una atadura. La causa probable de la muerte: estrangulamiento; pero era demasiado pronto para saberlo. ?Un juego sexual que se habia torcido o un asesinato? Solo el patologo del Ministerio del Interior, que estaria llegando ahora al lugar, podria establecer con seguridad la causa de la muerte.

El cabron de Grace, a quien idolatraba por completo -a veces no estaba seguro de por que-, le habia ordenado que fuera a casa a cambiarse y que luego diera la noticia al marido. Pudo haberse negado, aun estaba de baja, y seguramente lo habria hecho si se lo hubiera pedido otro policia. Pero a Grace no podia decirle que no. Y por algun motivo, en ese momento agradecio poder distraerse de sus penas.

Cuando habia vuelto a su casa, acompanado por el inspector Nick Nicholl, que no dejo de parlotear sobre su hijo recien nacido y las alegrias de ser padre, descubrio con alivio que Ari no estaba. Asi que ahora, afeitado, trajeado y calzado, se encontraba en este club de golf dando la noticia y observando como un halcon las reacciones de Bishop, intentando separar la emocion del trabajo que habia ido a realizar. Que consistia en evaluar al hombre.

Era un hecho comprobado que alrededor de un 70 % de todas las victimas de asesinato en el Reino Unido morian a manos de un conocido. Y, en este caso, el marido era el primer sospechoso.

– ?Puedo ir a casa y verla? Mi amor. Mi…

– Me temo que no puede ir a su casa, senor, no sera posible hasta que los forenses terminen. Su esposa sera trasladada al deposito, seguramente en el transcurso de la manana. Alli podra verla. Y me temo que necesitaremos que identifique el cadaver.

Branson y Nicholl observaron en silencio mientras Bishop permanecia sentado, la cara hundida entre las manos, meciendose en el sofa.

– ?Por que no puedo ir a casa? ?A mi casa? ?Nuestra casa! -espeto de repente.

Branson miro a Nicholl, que observaba oportunamente por la ventana ancha a cuatro golfistas en el noveno hoyo. ?Cual era la manera delicada de decirlo, joder? Mirando de nuevo a Bishop con atencion, observando su rostro, en particular sus ojos, dijo:

– No podemos entrar en detalles, pero estamos tratando su casa como la escena de un crimen.

– ?La escena de un crimen? -Bishop parecia desconcertado.

– Eso me temo, senor -dijo Branson.

– ?A que…, a que tipo de escena del crimen se refiere?

Branson se quedo pensando unos momentos, concentrandose con todas sus fuerzas. No habia una forma facil de decirlo.

– Las circunstancias que rodean la muerte de su mujer son sospechosas, senor.

– ?Sospechosas? ?Que quiere decir? ?Que? ?En que sentido?

– Me temo que no puedo decirselo. Tendremos que esperar al informe del patologo.

– ?Del patologo? -Bishop sacudio la cabeza lentamente-. Es mi mujer. Katie. Mi mujer. ?No puede decirme como murio? Soy… Soy su marido. -Volvio a hundir la cara entre las manos-. ?La han asesinado? ?Es eso lo que me esta diciendo?

– No podemos entrar en detalles, senor, por ahora no.

– Si que puede. Puede entrar en detalles. Soy su marido. Tengo derecho a saberlo.

Branson lo miro desapasionadamente.

– Lo sabra en cuanto lo sepamos nosotros, senor. Le agradeceriamos que nos acompanara a la comisaria central para que podamos hablar con usted sobre lo ocurrido.

Bishop levanto las manos.

– Estoy… Estoy en mitad de un torneo de golf. Yo…

Esta vez Branson establecio contacto visual con su companero y ambos registraron la ceja levantada del otro. Era una prioridad extrana, pero para ser justos habia que decir que cuando una persona estaba en estado de shock a menudo decia cosas raras. No merecia la pena interpretar nada. Ademas, una parte de Branson estaba ocupado en intentar recordar cuantas horas hacia que se habia tomado el ultimo paracetamol y en si era seguro tomar un par de capsulas mas. Tras decidir que no pasaba nada, se metio la mano en el bolsillo a escondidas, saco un par del envoltorio y se las introdujo en la boca. Intentando tragarselas solo con saliva, noto como si no acabaran de bajarle por la garganta.

– Ya les he explicado la situacion a sus amigos, senor. Van a seguir jugando. -Intento tragar de nuevo.

Bishop nego con la cabeza.

– He fastidiado sus opciones. Los descalificaran.

– Lo siento mucho, senor.

«Cosas que pasan», quiso anadir. Pero tuvo tacto y se callo.

Capitulo 10

Blinding Light estaba inmersa en la preproduccion de una pelicula de terror que iba a rodarse en Malibu y en Los Angeles. Trataba de un grupo de ninos ricos que celebraban una fiesta en una casa en Malibu y que eran devorados por unos microorganismos hostiles del espacio exterior. En el informe original del guion, Sophie Harrington habia escrito: «Alien mas The OC».

Desde que vio El mago de Oz de nina, habia querido, de algun modo, por muy pequena que fuera su participacion, formar parte del mundo del cine. Ahora tenia el empleo de sus suenos, trabajando con unos tipos que habian realizado docenas de peliculas juntos, algunas de las cuales habia visto, tanto en el cine como en cinta de video o DVD, y estaba segura de que algunas de las que se encontraban en fase de desarrollo estaban destinadas, si no a los Oscar, al menos si a conseguir cierto exito comercial.

Dio una taza de cafe, con leche y dos terrones de azucar, a Adam, y otra de te de jazmin, solo, a Cristian; luego se sento a su mesa con su taza de te (con leche y dos terrones), accedio al sistema y vio que un monton de e-mails invadian su bandeja de entrada.

Todos requerian respuesta, pero en aquel momento -mierda- ella solo tenia una prioridad. Se llevo el movil al oido y volvio a marcar su numero.

Le salto directamente el buzon de voz,

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