estaba sentado con el cuerpo encorvado, deshecho. Lejos del campo de golf, los pantalones de cuadros escoceses y los zapatos de dos colores que llevaba quedaban un poco ridiculos.
Branson no pudo evitar sentir lastima por el. Por mucho que lo intentara, no podia borrar de su mente la imagen de Clive Owen en la pelicula Crupier. En otras circunstancias tal vez le habria preguntado a Bishop si eran parientes. Y aunque no tuviera ninguna relacion con la tarea que le habian encomendado, tampoco podia dejar de preguntarse por que los clubes de golf, cuyos codigos de vestimenta, como llevar corbata dentro del edificio, siempre le habian parecido absurdamente formales y anticuados, permitian a sus miembros salir al campo como si fueran a participar en una obra de teatro.
– ?Puedo preguntarle cuando fue la ultima vez que vio a su esposa, senor Bishop?
Branson vio la duda antes de que el hombre contestara.
– El domingo por la tarde, sobre las ocho.
La voz de Bishop era melosa, pero deliberadamente inexpresiva, y no podia percibirse ningun rasgo de clase social, como si hubiera trabajado en ella para perder cualquier acento que hubiera tenido en su dia. Era imposible decir si provenia de una familia privilegiada o si era un hombre hecho a si mismo. Su Bentley rojo oscuro, que seguia aparcado en el club de golf, era el tipo de vehiculo ostentoso que Branson asociaba mas con los futbolistas que con una persona de clase alta.
La puerta se abrio. Eleanor Hodgson, la ayudante de apoyo a la gestion de Grace, una mujer de cincuenta y tantos anos, mojigata y nerviosa, entro con una bandeja redonda con tres tazas de cafe y un vaso de agua. Bishop apuro el agua antes de que Eleanor se marchara de la sala.
– ?No habia visto a su mujer desde el domingo? -dijo Branson, con un punto de sorpresa en su voz.
– No. Paso la semana en Londres, en mi piso. Voy a la ciudad los domingos por la tarde, y normalmente vuelvo el viernes por la noche.
Bishop miro su cafe y luego lo removio con cuidado, con precision dificultosa, usando el palito de plastico que Eleanor Hodgson les habia dado.
– Entonces, ?solo se veian los fines de semana?
– Dependia de si teniamos algo en Londres. Katie venia a veces, a cenar, o de compras. O a lo que fuera.
– ?Lo que fuera?
– Teatro. Amigos. Clientes. A ella… le gustaba ir, pero…
Hubo un largo silencio.
Branson espero a que continuara, mirando a Nicholl, pero no obtuvo nada del joven inspector.
– Pero… -le animo a proseguir.
– Su vida social estaba aqui. El bridge, el golf, sus obras beneficas.
– ?Que obras beneficas?
– Participa… Participaba en varias. Principalmente en la Sociedad Nacional para la Prevencion de Abusos a Menores. Y en una o dos mas. Un centro para mujeres maltratadas. Katie era generosa. Una buena persona. - Brian Bishop cerro los ojos y enterro la cara entre las manos-. Mierda. Dios mio. ?Que ha pasado? ?Pueden decirmelo, por favor?
– ?Tienen hijos, senor? -pregunto Nick Nicholl de repente.
– Juntos no. Yo tengo dos de mi primer matrimonio. Mi hijo que se llama Max, tiene quince anos. Y mi hija, Carly… trece. Max esta con un amigo en el sur de Francia. Carly esta visitando a unos primos en Canada.
– ?Quiere que avisemos a alguien? -continuo Nicholl.
Bishop nego con la cabeza, parecia perplejo.
– Le asignaremos un agente de Relaciones Familiares para que le ayude con todo. Me temo que todavia no podra regresar a su casa durante algunos dias. ?Hay alguien con quien pueda quedarse?
– Tengo mi piso en Londres.
– Necesitaremos volver a hablar con usted. Seria mas practico si durante los proximos dias pudiera quedarse por la zona de Brighton y Hove. ?Tal vez con algun amigo o en un hotel?
– ?Que pasa con mi ropa? Necesito mis cosas, mis efectos personales, para asearme…
– Si le dice lo que necesita al agente de Relaciones Familiares se lo traeran.
– ?Pueden decirme que ha pasado, por favor?
– ?Cuanto tiempo llevaba casado, senor Bishop?
– Cinco anos… Celebramos nuestro aniversario en abril.
– ?Diria que su matrimonio era feliz?
Bishop se recosto y meneo la cabeza con incredulidad.
– ?Que diablos es esto? ?Por que me estan interrogando?
– No le estamos interrogando, senor. Tan solo le hacemos algunas preguntas para hacernos una idea del contexto. Es el procedimiento habitual, senor.
– Creo que ya les he contado suficiente. Quiero ver a mi… mi amor. Quiero ver a Katie. Por favor.
La puerta se abrio y Bishop vio que entraba un hombre vestido con un arrugado traje azul, camisa blanca y corbata de rayas azules y blancas. Media aproximadamente un metro setenta y cinco y tenia un aspecto agradable, los ojos azules y atentos, el pelo claro, corto y fino. Iba mal afeitado y su nariz habia vivido dias mejores. Le extendio a Bishop una mano fuerte y curtida, con las unas arregladas.
– Comisario Grace -dijo-. Soy el investigador jefe de esta… situacion. Lo siento muchisimo, senor Bishop.
Bishop le estrecho la mano con sus dedos largos, huesudos y sudorosos, en uno de los cuales lucia un sello con un emblema.
– Por favor, cuenteme que ha pasado.
Roy Grace miro a Branson, luego a Nicholl. Habia estado observando durante algunos minutos desde la sala contigua, pero no iba a revelarle aquella informacion.
– ?Estaba jugando al golf esta manana, senor?
Los ojos de Bishop se movieron, brevemente, hacia la izquierda.
– Si. Estaba jugando al golf.
– ?Puedo preguntarle cuando fue la ultima vez que jugo?
Bishop parecio abatido por la pregunta. Grace, que no dejaba de mirarle, se percato de que sus ojos se movian hacia la derecha, luego hacia la izquierda, despues muy claramente hacia la izquierda otra vez.
– El domingo pasado.
Ahora Grace seria capaz de hacerse una idea de si Bishop mentia o decia la verdad. Observar los ojos era una tecnica eficaz que habia aprendido gracias a su interes en la programacion neurolinguistica. Todas las personas tienen dos hemisferios en el cerebro, una parte contiene la memoria, la otra hace funcionar la imaginacion -el lado creativo- y la mentira. Es el lado de la «construccion». Los hemisferios en los que se encuentran varian en cada persona. Para determinarlo, se formulaba una pregunta de control a la que era improbable que la persona contestara con una mentira, como la pregunta aparentemente inocente que acababa de hacerle a Bishop. Asi que en el futuro, cuando le preguntara algo al hombre, si sus ojos se movian hacia la izquierda, estaria diciendo la verdad, pero si se desplazaban hacia la derecha, hacia el lado de la construccion, seria un indicador de que estaba mintiendo.
– ?Donde durmio anoche, senor Bishop?
Con la mirada resueltamente fija al frente, sin revelar nada de manera intencionada o no, Bishop contesto:
– En mi piso de Londres.
– ?Hay alguien que pueda confirmarlo?
Con aspecto agitado, los ojos de Bishop se movieron rapidamente hacia la izquierda. Hacia la memoria.
– El conserje, Oliver, supongo.
– ?Cuando lo vio?
– Ayer por la tarde, sobre las siete… Cuando regrese del despacho. Y luego esta manana otra vez.
– ?A que hora ha llegado al campo de golf esta manana?
– Pasadas las nueve.
– ?Y ha ido en coche desde Londres?
– Si.
– ?A que hora ha salido?