– Pues que Ari esta harta, eso es lo que ha pasado.

– ?Harta de que?

– De mi. De nuestra vida. No lo se. No tengo ni idea -dijo mirando al frente-. Ha estado yendo a un monton de cursos de autosuperacion. Ya te conte que no deja de comprarme libros de esos, ?verdad? Los hombres son de Marte y las mujeres de Venus, Por que las mujeres no entienden los mapas y los hombres no encuentran las cosas en la nevera, o alguna chorrada asi. Bueno, pues cada vez se enfadaba mas cuando yo llegaba tarde a casa y ella no podia asistir a los cursos porque tenia que quedarse con los ninos. ?Vale?

Grace se levanto y se sirvio otro whisky. Luego, de repente, le entraron ganas de fumarse un cigarrillo.

– Creia que ella te habia animado a que ingresaras en el cuerpo.

– Si. Y esa es una de las cosas que ahora le cabrean, el horario. Quien entiende a las mujeres.

– Eres inteligente, ambicioso, estas progresando mucho. ?Entiende ella todo eso? ?Sabe que tus superiores tienen una opinion buenisima de ti?

– Creo que esas cosas le importan una mierda.

– ?Controlate, hombre! Trabajabas de guardia de seguridad de dia y de portero de discoteca tres noches a la semana, Glenn. ?Adonde te llevaba eso? Me dijiste que cuando nacio tu hijo tuviste una especie de revelacion. No querias que tuviera que contarles a sus amiguitos del colegio que su padre era portero de discoteca. Querias tener una profesion de la que se sintiera orgulloso. ?Verdad?

Sin conviccion, Branson se quedo mirando el vaso, que de repente ya volvia a estar vacio.

– Si.

– No entiendo…

– Bienvenido al club.

Al ver que al menos la bebida le calmaba, Grace cogio el vaso de Branson, le sirvio un par de dedos mas y volvio a ponerselo en las manos. Estaba pensando en su propia experiencia como policia de patrulla, cuando se habia ocupado de un buen numero de «domesticos». Todos los policias odiaban tener que acudir para «situaciones» domesticas. Basicamente implicaba ir a una casa donde una pareja discutia acaloradamente, por lo general uno -o los dos- borrachos, y lo siguiente que saboas era que te pegaban un punetazo en la cara o un porrazo con una silla por molestar. Pero la formacion adquirida en estos casos habia proporcionado a Grace un conocimiento rudimentario sobre derecho de familia.

– ?Alguna vez has sido violento con Ari?

– Ni de cona. Nunca. Nunca. En la vida -dijo Glenn enfaticamente.

Grace le creyo; no pensaba que formara parte del caracter de Branson ser violento con alguien a quien queria. Dentro de aquella mole, habitaba el hombre mas dulce, amable y tierno del mundo.

– ?Teneis hipoteca?

– Si, conjunta.

Branson dejo el vaso y se echo a llorar de nuevo. Al cabo de unos minutos, con la voz entrecortada, dijo:

– Dios mio. Ojala esa bala me hubiera alcanzado bien. Ojala me hubiera atravesado el corazon, joder.

– No digas eso.

– Es verdad. Es lo que siento. No puedo ganar. Se enfadaba conmigo cuando trabajaba veinticuatro horas al dia, siete dias a la semana, porque no estaba nunca en casa, y ahora esta harta porque llevo siete semanas en casa. Dice que estoy todo el rato encima de ella.

Grace se quedo pensando un momento.

– Es tu casa, tanto como la de ella. Puede que este cabreada contigo, pero no puede echarte. Tienes tus derechos.

– Si, y ya conoces a Ari.

Si, la conocia. Era una mujer de casi treinta anos bastante atractiva y muy tozuda, y que siempre habia dejado clarisimo quien mandaba en casa de los Branson. Tal vez fuera Glenn quien llevaba los pantalones, pero asomaba la cabeza por la bragueta.

Eran casi las cinco de la madrugada cuando Grace saco unas sabanas y una manta del armario de la caldera y preparo la cama de invitados para su amigo. La botella de whisky y la de brandy estaban casi vacias y habia varias colillas aplastadas en el cenicero. Casi habia dejado de fumar del todo -despues de que le ensenaran, hacia poco, los pulmones ennegrecidos de un fumador en el deposito de cadaveres-, pero las largas sesiones de alcohol doblegaban su fuerza de voluntad.

Cuando su movil sono le parecia que solo habian transcurrido unos minutos. Entonces miro el reloj digital junto a la cama y vio, horrorizado, que eran las nueve y diez.

Como estaba casi seguro de que lo llamaban del trabajo, dejo que el telefono sonara varias veces, para intentar despertarse bien y no tener voz de dormido; notaba la cabeza como si se la estuvieran rebanando con un cortador de queso. Durante aquella semana le tocaba asumir las funciones de investigador jefe y tendria que haber estado en el despacho a las ocho y media, para estar preparado para cualquier incidente importante que pudiera ocurrir. Al final, pulso la tecla para contestar.

– Roy Grace -dijo.

Era un recepcionista de voz muy seria llamado Jim Walters; le telefoneaba desde la sala de control. Grace habia hablado algunas veces con el, pero no lo conocia personalmente.

– Comisario, un sargento de la central de Brighton ha solicitado que se encargue de una muerte sospechosa en una casa en Dyke Road Avenue, en Hove.

– ?Que detalles puedes darme? -pregunto Grace, plenamente alerta ahora, mientras alargaba la mano hacia su Blackberry.

En cuanto colgo, se puso el batin, lleno de agua el vaso del cepillo de dientes, cogio dos capsulas de paracetamol del armario del bano y se las trago. Luego saco otras dos del blister de la lamina, entro sin hacer ruido en la habitacion de invitados, que apestaba a alcohol y a olor corporal, y sacudio a Glenn Branson para despertarlo.

– Arriba, ?tu terapeuta desde el infierno!

Branson abrio un ojo, a medias, como un caracol marino desde la seguridad de su caparazon.

– ?Que cono pasa, tio? -Entonces se llevo las manos a la cabeza-. Mierda, ?cuanto bebi anoche? La cabeza me esta…

Grace levanto la taza y las capsulas.

– Te he traido el desayuno a la cama. Ahora tienes dos minutos para ducharte, vestirte, tragarte esto y comer algo rapido en la cocina. Nos vamos a trabajar.

– Olvidalo. Estoy de baja. ?Aun me queda una semana!

– Ya no. Ordenes de tu terapeuta. ?Se acabo la baja! Tienes que volver a trabajar ya, hoy, ahora mismo. Vamos a ver un cadaver.

Lentamente, como si cada movimiento le doliera, Branson saco las piernas de la cama. Grace vio la marca redonda, descolorida, en el abdomen musculado, unos centimetros por encima del ombligo, donde habia penetrado la bala. Parecia tan diminuta… Poco mas de un centimetro. Aterradoramente diminuta.

El sargento cogio las pastillas, las ingirio con un trago de agua, luego se levanto y se paseo por la habitacion en calzoncillos unos momentos, desorientado, rascandose los huevos.

– Mierda, tio, aqui no tengo nada, solo esta ropa apestosa. No puedo ir a ver un cadaver asi.

– Al muerto no le importara -le aseguro Grace.

Capitulo 6

El movil de Skunk sonaba y vibraba. Priiip-priiip-bnnnzzzz-priiip-priiip-bnnnzzzz. Parpadeaba, se deslizaba en la superficie del lavabo, como un escarabajo grande, enloquecido y herido.

Despues de treinta segundos llamando, consiguio despertarle. El se incorporo de repente y, como le pasaba casi todas las mananas, se golpeo la cabeza con el techo de su autocaravana destartalada.

– Mierda.

El telefono cayo del lavabo y aterrizo en la estrecha franja de suelo enmoquetado, donde continuo su ruido del

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