aproximativo.

Si la forma novelesca oscurece el pensamiento de Orwell, ?acaso le da algo a cambio? ?Ilumina el misterio de las situaciones a las que no tienen acceso ni la sociologia ni la politicologia? No: las situaciones y los personajes son de una supina insipidez. ?Se justifica al menos, pues, como vulgarizacion de buenas ideas? Tampoco. Porque las ideas trasladadas a una novela ya no actuan como ideas, sino precisamente como novela, y, en el caso de 1984, actuan como una mala novela con toda la nefasta influencia que puede ejercer una mala novela.

La influencia nefasta de la novela de Orwell radica en la implacable reduccion de una realidad a su aspecto puramente politico y en la reduccion de este mismo aspecto a lo que tiene de ejemplarmente negativo. Me niego a perdonar esta reduccion con el pretexto de que era util como propaganda en la lucha contra el mal totalitario. Porque este mal es precisamente la reduccion de la vida a la politica y de la politica a la propaganda. Asi, la novela de Orwell, pese a sus intenciones, forma ella misma parte del espiritu totalitario, del espiritu de propaganda. Reduce (y ensena a reducir) la vida de una sociedad odiada a la simple enumeracion de sus crimenes.

Cuando hablo con checos, un ano o dos despues del final del comunismo, oigo en el discurso de cada uno ese giro que ya se ha hecho ritual, ese obligatorio preambulo a todos sus recuerdos, a todas sus reflexiones: «despues de esos cuarenta anos de horror comunista», o: «esos horribles cuarenta anos», o sobre todo: «esos cuarenta anos perdidos». Miro a mis interlocutores: no fueron obligados a emigrar, ni fueron encarcelados, ni despedidos de su trabajo, ni mal vistos; todos vivieron su vida en su pais, en su vivienda, en su trabajo, tuvieron sus vacaciones, sus amistades, sus amores; con la expresion «cuarenta horribles anos» reducen su vida a un unico aspecto politico. Pero ?han vivido realmente como un unico bloque indiferenciado de horrores la historia politica de los cuarenta anos transcurridos? ?Han olvidado acaso los anos en que veian las peliculas de Forman, leian los libros de Hrabal, frecuentaban los pequenos teatros no conformistas, contaban centenares de chistes y, en medio de la alegria, se burlaban del poder? Si hablan, todos, de cuarenta anos horribles es porque han «Orwellizado» el recuerdo de su propia vida, que, asi, a posteriori, en su memoria y en su cabeza, ha pasado a desvalorizarse o incluso anularse del todo (cuarenta anos perdidos).

K., incluso en la situacion de extrema privacion de libertad, es capaz de ver a una joven fragil cuyo cantaro se llena lentamente. He dicho que estos momentos son como ventanas que se entreabren fugitivamente a un paisaje situado lejos del proceso de K. ?A que paisaje? Precisare la metafora: las ventanas abiertas en la novela de Kafka dan sobre el paisaje de Tolstoi; sobre el mundo en el que los personajes, incluso en los momentos mas crueles, conservan una libertad de decision que da a la vida esa feliz incalculabilidad que es la fuente de la poesia. El mundo extremadamente poetico de Tolstoi es el opuesto al mundo de Kafka. Sin embargo, gracias a la ventana entreabierta, entra en la historia de K. y permanece presente en ella como un soplo de nostalgia, como una brisa apenas sensible.

Tribunal y proceso

A los filosofos de la existencia les gustaba insuflar una significacion filosofica a las palabras del lenguaje hablado. Me resulta dificil pronunciar las palabras angustia o parloteo sin pensar en el sentido que les dio Heidegger. Los novelistas precedieron, en este punto, a los filosofos. Al examinar las situaciones de sus personajes, elaboran su propio vocabulario con, muchas veces, palabras clave que tienen el caracter de un concepto y van mas alla del significado definido por los diccionarios. Asi, Crebillon hijo emplea la palabra momento como palabra-concepto del juego libertino (la ocasion momentanea en que una mujer puede ser seducida) y lo lega a su epoca y a otros escritores. Asi, Dostoievski habla de humillacion, Stendhal de vanidad. Kafka, gracias a El proceso, nos lega al menos dos palabras-concepto indispensables hoy para la comprension del mundo moderno: tribunal y proceso. Nos las lega: quiere decir que las pone a nuestra disposicion para que las utilicemos, las pensemos y volvamos a pensarlas en funcion de nuestra propia experiencia.

El tribunal; no se trata de la institucion juridica destinada a castigar a los que trasgreden las leyes de un Estado; el tribunal en el sentido que le dio Kafka es una fuerza que juzga, y que juzga porque es fuerza; es su fuerza y nada mas la que confiere al tribunal su legitimidad; cuando ve a los dos intrusos entrar en su cuarto, K. reconoce al instante esta fuerza y se somete.

El proceso incoado por el tribunal es siempre absoluto; quiere decir: concierne no a un acto aislado, a un crimen determinado (un robo, un fraude, una violacion), sino a la personalidad del acusado en su conjunto: K. busca su falta en «los hechos mas infimos» de toda su vida; Bezujov, en nuestro siglo, seria, pues, acusado a la vez por su amor y por su odio hacia Napoleon. Y tambien por emborracharse, ya que, al ser absoluto, el proceso concierne tanto a la vida publica como a la privada; Brod condena a K. a muerte porque no ve en las mujeres sino «la mas rastrera sexualidad»; recuerdo los procesos politicos de Praga en 1951; en enormes tiradas se distribuyeron las biografias de los acusados; entonces fue cuando por primera vez lei un texto pornografico: el relato de una orgia durante la cual el cuerpo desnudo de una acusada cubierto de chocolate (?en plena epoca de penuria!) era lamido por los demas acusados, futuros ahorcados; al principio del descalabro gradual de la ideologia comunista, el proceso contra Karl Marx (proceso que culmina hoy con el derrumbamiento de sus estatuas en Rusia y en otros lugares) empezo por el ataque a su vida privada (el primer libro anti-Marx que lei: el relato de sus relaciones sexuales con su criada); en La broma, un tribunal de tres estudiantes juzga a Ludvik por una frase que habia enviado a su chica; el se defiende diciendo que la escribio a toda prisa, sin pensar; le contestan: «asi al menos sabemos que se oculta en ti»; porque todo lo que dice, murmura, piensa el acusado, todo lo que oculta en el quedara a merced del tribunal.

El proceso es absoluto tambien por cuanto no permanece en los limites de la vida del acusado; si pierdes el proceso, le dice su tio a K., «seras barrido de la sociedad, y todos tus parientes contigo»; la culpabilidad de un judio comporta la de los judios de todos los tiempos; la doctrina comunista, bajo la influencia del origen de clase, incluye en la falta del acusado la falta de sus padres y abuelos; en el proceso al que somete a Europa por el crimen de la colonizacion, Sartre no acusa a los colonos, sino a Europa, a toda Europa, a la Europa de todos los tiempos: pues «el colono esta en cada uno de nosotros», pues «un hombre, aqui, quiere decir un complice, ya que nos hemos aprovechado todos de la explotacion colonial». El espiritu del proceso no reconoce prescripcion alguna; el pasado lejano esta tan vivo como un hecho de hoy; e incluso una vez muerto, no escaparas: hay chivatos en el cementerio.

La memoria del proceso es colosal, pero es una memoria muy particular que podemos definir como el olvido de todo lo que no es crimen. El proceso reduce, por tanto, la biografia del acusado a criminologia; Victor Farias (cuyo libro Heidegger y el nazismo es un ejemplo clasico de criminologia) halla en la primera juventud del filosofo las raices de su nazismo sin preocuparse en absoluto de donde estan las raices de su genio; los tribunales comunistas, para castigar una desviacion ideologica del acusado, ponian en el indice toda su obra (de modo que en los paises comunistas estaban, por ejemplo, prohibidos Lukacs y Sartre, incluso con sus textos procomunistas); «?por que nuestras calles llevan todavia los nombres de Picasso, Aragon, Eluard, Sartre?» se pregunta, en 1991, en plena ebriedad poscomunista, un periodico de Paris; uno siente la tentacion de responder: ?por el valor de sus obras! Pero en su proceso contra Europa, Sartre nos dijo que representaban los valores: «nuestros queridos valores pierden sus alas; mirandolos de cerca no encontraremos ni uno que no este manchado de sangre»; los valores han dejado de ser valores; el espiritu del proceso es la reduccion de todo a la moral; es el nihilismo absoluto con relacion a todo lo que es trabajo, arte, obra.

Justo antes de que los intrusos fueran a detenerlo, K. ve a una vieja pareja que, desde la casa de enfrente, le mira «con una curiosidad del todo insolita»; asi, desde el principio, el coro antiguo de las porteras entra en juego; Amalia, de El castillo, nunca fue acusada ni condenada, pero es notoriamente sabido que el invisible tribunal se ha disgustado con ella y esto basta para que todos los habitantes del pueblo, de lejos, la eviten; pues si el tribunal impone un «regimen de proceso» a un pais, todo el pueblo se moviliza en las grandes maniobras del proceso y centuplica su eficacia; cada cual sabe que puede ser acusado en cualquier momento y va rumiando de antemano una autocritica; la autocritica: esclavitud del acusado impuesta por el acusador; renuncia a uno mismo; modo de anularse en cuanto individuo; despues de la revolucion comunista de 1948, una joven checa de familia rica se sintio culpable de sus privilegios no merecidos de nina mimada; para expiar su culpa, paso a ser una comunista hasta tal punto ferviente que renego publicamente de su padre; hoy, tras la desaparicion del comunismo, la someten otra vez a un juicio y otra vez se siente culpable; pasada por la trituradora de dos

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