Stella. Incluso tardo un instante en darse cuenta de que venia acompanada.
Stella los presento y explico el motivo de la visita. El hombre era el hijo de la senora Cordwainer; si era tan anciana como habia dado a entender la senora Myers, sin duda lo habia dado a luz siendo ya algo mayor.
– Por supuesto -dijo el, sonriendo a Hester y a Scuff-, seguro que mi madre estara encantada de contarles cuanto sepa.
Les hizo pasar a una salita soleada donde habia una anciana sentada en un sillon, envuelta en un chal liviano, a todas luces dormida. El libro del senor Cordwainer, una traduccion de las obras de Sofocles, estaba abierto alli donde lo habia dejado para ir a abrir la puerta.
Solo cuando Stella se sento en otra de las sillas, Hester reparo con asombro, para acto seguido atar cabos, en que Cordwainer no la habia guiado ni le habia indicado donde se encontraba la silla. Stella tenia que estar bastante familiarizada con la estancia para no necesitar asistencia, y el lo sabia de sobra. Tal vez Cordwainer tuviera la delicadeza de no cambiar nada de sitio por ella.
?Seria ese el secreto que no debia contar? Cordwainer tal vez era unos veinte anos mayor que Stella, y resultaba evidente que estaba enamorado de ella.
No habia tiempo para tales consideraciones. La senora Cordwainer ya estaba despierta y sumamente interesada. Sin apenas apuntarle nada, se acordo de Mary y de su madre, y del nacimiento del bebe.
– Fue muy duro -dijo con sus penetrantes ojos grises rebosantes de tristeza-. No fue la ultima que haya visto morir, pero si la primera, y nunca me he olvidado de ella, pobrecita. Tan joven, por mas que la nina rondara ya los cinco anos, segun calculamos. -Suspiro-. La dimos en adopcion al cabo de un ano, mas o menos. Una buena familia que estaba entusiasmada con la idea de hacerse cargo de ella. Webb, se llamaban, o algo parecido. Pero no pudieron quedarse con el bebe, no podian cuidar de un bebe. La esposa era minusvalida. No nos gusta separar a los hermanos pero teniamos muchas bocas que alimentar, y ellos la querian de veras.
– ?Que fue del chiquillo? -pregunto Hester a media voz. Se lo imaginaba creciendo sin madre, uno de tantos, atendido pero sin ser especial para nadie; alimentado, vestido, quizas incluso ensenado, pero no amado. Resultaba muy facil comprender que se hubiese inventado una felicidad que jamas habia existido.
– Era un crio muy majo -dijo la senora Cordwainer en tono sonador-. Pelo rizado, bastante guapo, aunque un poco rebelde de vez en cuando. Pero eso no es algo que me importe en un nino. Tenia brio. Solia hacerme reir. Yo era joven, entonces. Siempre se salia con la suya porque me hacia reir. Y el lo sabia.
– ?Que fue de el? -insistio Hester.
– No lo se. Se quedo aqui hasta que cumplio ocho anos, luego lo dejamos marchar.
– ?Adonde? ?Quien se lo llevo?
– ?Llevarselo? Bendita sea, no se lo llevo nadie. Ya era lo bastante mayor para buscarse la vida. No se adonde fue.
Hester miro a Scuff, que parecio entenderla a la perfeccion. Encogio los hombros y se metio las manos en los bolsillos. Hester cayo en la cuenta de que lo mas probable era que hubiese estado mas o menos solo a partir de esa edad. Quiza Durban tambien habia sido rapinador.
– ?Se llamaba Durban la madre? -pregunto Hester.
– Nunca llegamos a saber su nombre -contesto la anciana-. Ni siquiera recuerdo haberselo preguntado. Le pusimos Durban por un hombre de Africa que nos dono dinero una vez [8]. Nos parecio que ese nombre estaba bien, y el no puso reparos.
– ?Alguna vez regreso?
– Se marcho a Africa otra vez, que yo sepa.
– El hombre no, el nino.
– Oh. Yo diria que no. Fue a buscar a su hermana, la pequena Mary, pero no la encontro. Nos lo conto el mismo. No se nada mas. Lo siento. Todo eso paso hace mucho tiempo.
– Muchisimas gracias. Ha sido usted de gran ayuda -dijo Hester con sinceridad.
La senora Cordwainer la miro, arrugando el semblante.
– ?Que le paso? ?Usted lo sabe?
– Se convirtio en un buen hombre -contesto Hester-. Ingreso en la Policia Fluvial y fallecio hara cosa de seis meses, dando su vida para salvar la de otros. Estoy buscando a Mary Webber para contarselo y darle sus pertenencias, si en efecto es su hermana. Pero es dificil dar con ella. El la estuvo buscando antes de morir, pero nunca la encontro.
La senora Cordwainer meneo la cabeza pero no dijo nada.
Los visitantes declinaron la invitacion a tomar un te, pues no querian causar mas molestias a la anciana senora y a su hijo, y el senor Cordwainer los acompano a la puerta. Una vez abierta, estando Scuff y Stella ya fuera, retuvo a Hester cogiendole el brazo.
– No encontrara a Mary -dijo en voz muy baja. Se lo veia sumamente afligido-. Es una larga historia. Era descuidada, estaba sola, deseaba agradar y quiza se confio demasiado, pero no fue culpa suya, de verdad que no.
Hester se encontro perdida otra vez.
– ?De que me esta hablando? -pregunto susurrando a su vez.
– De Mary-contesto el-. Esta en prision. Mi madre siguio en contacto con ella por el bien del muchacho. Luego, cuando se hizo mayor, en cierto modo ocupe su lugar.
– ?En que prision esta?
Hester sintio que la pena le hacia un nudo en el estomago. No era de extranar que Durban no la hubiese encontrado. ?O si la encontro? ?Y el final de su busqueda fue una tragedia? Cuanto debio de dolerle. ?Por eso estaban relacionados Mary y Jericho Phillips? De subito Hester deseo con toda el alma no haber preguntado nada a la senora Myers ni a la senora Cordwainer, pero ya era demasiado tarde.
– En Holloway -contesto Cordwainer. La estaba observando, viendo el sufrimiento y la desilusion de su rostro-. No es una mala mujer -dijo con delicadeza-. Se caso con un proveedor de buques llamado Fishburn. Murio en un accidente, aplastado por un carro. Le dejo la casa pero poco mas. Ella la vendio y compro otra a kilometros de alli, en Deptford. La convirtio en una casa de huespedes. Se hacia llamar Myers para escabullirse de los acreedores de Fishburn. Al parecer era un poco jugador. -Suspiro-. Uno de los inquilinos era ladron. Ella no lo sabia pero cuando la detuvieron, la pillaron con lo que el habia robado. Se lo habia quedado a cuenta de los alquileres que le debia pero la policia no la creyo. Le cayeron seis meses y perdio la casa, por supuesto.
– Lo lamento -dijo Hester, sintiendolo de verdad-. ?Que sera de ella cuando salga?
La tristeza del senor Cordwainer fue suficiente respuesta.
– A lo mejor puedo encontrarle un empleo -dijo Hester sin pensar en lo que eso conllevaria. Quiza no le cayera bien. Solo contaba con la palabra de Cordwainer de que realmente no era ladrona ni perista.
El sonrio y asintio lentamente con la cabeza.
Stella y Scuff estaban aguardando. Hester dio las gracias a Cordwainer de nuevo y los siguio por el sendero.
Una vez en el hospital dio las gracias a Stella, que la miro con inquietud y le recordo la promesa. Hester le aseguro que no la habia olvidado y se dirigio hacia la salida.
Pero cuando estaba llegando a la puerta principal se topo con la senora Myers. Espero sinceramente no tener que mentirle, aunque estaba mas que dispuesta a hacerlo si resultaba necesario. Habia dado su palabra a Stella conforme no revelaria nada sobre su romance con el hijo de la anciana. No obstante, habia estado fuera tanto rato que no podia fingir no haber visto a la senora Cordwainer. Tambien era muy consciente de que tenia a Scuff a su vera, y la opinion del chico acerca de su honestidad le importaba mas de lo que hubiese imaginado.
La senora Myers sonrio.
– ?Stella la ha llevado a ver a la senora Cordwainer, finalmente?
– La he convencido -contesto Hester, pensando en como podia dar explicaciones haciendo que pareciera que toda la informacion se la habia facilitado la senora Cordwainer, sin dar a entender siguiera que su hijo habia estado presente. No se le ocurrio nada. Solo le quedaba mentir. Le habria resultado mucho mas facil si Scuff no estuviese con ella.
La senora Myers asintio.
– Me figuro que no le habra costado mucho. -Hester no dijo nada. Estaba mas incomoda de lo que esperaba-. ?Ha podido ayudarla? -pregunto la senora Myers.
Otra mentira. Pero tenia que elegir entre eso o admitir que el senor Cordwainer habia estado presente. La