manipulados no perdonarian al hombre que lo hiciera.

– Senor Orme -comenzo Tremayne su turno de preguntas, el cual con toda probabilidad se prolongaria hasta el aplazamiento para el almuerzo y tambien buena parte de la tarde, quizas hasta ultima hora-. ?Trabajo usted con el senor Durban desde que sacaron del rio el cuerpo del nino hasta que el mencionado senor Durban fallecio a finales del ano pasado?

– Si, senor, asi es.

– Ya hemos oido que el senor Durban demostro un gran interes por este caso. Segun sepa usted de primera mano, ?podria describirnos lo que se hizo con vistas a resolverlo, tanto por parte de el, de lo que tendra usted pruebas, como por la suya?

– Si, senor. -Orme se puso mas rigido-. Desde el principio fue obvio que habian asesinado al nino y que antes habia sufrido malos tratos -dijo con claridad, haciendo llegar su voz al ultimo rincon de la sala. Nadie se movia ni susurraba en la tribuna del jurado ni en la galeria-. Teniamos que averiguar su identidad y sus origenes. No llevaba nada encima que nos diera un nombre, pero por la manera en que lo habian tratado parecia probable que hubiese caido en manos de uno de esos que venden ninos a burdeles, pornografos y demas gentes de esa ralea.

Pronuncio las ultimas palabras con hiriente indignacion.

– ?Pudieron deducir todo eso partiendo de un cuerpo? -dijo Tremayne, fingiendo cierta sorpresa.

Aquello era exactamente lo que Rathbone habia esperado y lo que el haria si invirtieran sus papeles: sacar toda la informacion dandole forma de relato y con detalles que el jurado nunca olvidaria. Los pobres diablos tendrian pesadillas durante anos. Se despertarian banados en sudor oyendo correr el agua.

– Si, senor, es muy probable -contesto Orme-. Muchos ninos, y tambien ninas, estan famelicos. Son pobres, no tienen eleccion. Pero lo de las quemaduras es distinto.

– ?No es posible que un hombre pobre y de talante violento, tal vez borracho, pegue incluso a sus propios hijos llevado por la desesperacion? -insistio Tremayne.

– Si, senor -reconocio Orme-. Por supuesto que lo es. Pero los pobres no tienen cigarros. No es el mal genio lo que te hace encender un cigarro, fumarlo hasta que esta bien caliente y luego sostenerlo contra el cuerpo de un nino hasta quemarle la piel, causandole marcas en carne viva que sangran hasta que se forman costras.

Varias personas de la galeria gritaron, pero callaron de inmediato, y uno de los miembros del jurado dio la impresion de estar mareado. Tenia el rostro sudoroso y la tez de un tono ligeramente verdoso. El hombre que tenia al lado le asio del brazo para tranquilizarlo.

Tremayne aguardo un momento antes de proseguir.

Rathbone lo entendio. El habria hecho lo mismo y le paso por la cabeza que posiblemente Tremayne no estuviera fingiendo su repugnancia o su afliccion.

– ?Eso dio lugar a que siguieran un curso concreto en sus investigaciones? -pregunto Tremayne, como si le costara mantener la compostura,

– Si, senor-contesto Orme-. Visitamos los lugares donde sabiamos que habia gente que tenia chicos de esa edad para utilizarlos. Los habiamos investigado a conciencia, senor. No era ayudante de deshollinador ni jornalero de ninguna clase. Bastaba con verle las manos. Ni rastro de hollin, ni callos de recoger estopa ni de ningun otro trabajo de esa clase. Pero si me perdona, senor, por decirlo en publico, habia otras partes de su cuerpo que habian sido muy usadas.

Estaba colorado, la emocion le quebraba la voz.

– El forense no menciono nada a ese respecto -senalo Tremayne a reganadientes. Su cuerpo presentaba una rigidez extrana, habia perdido su acostumbrada elegancia.

– No le preguntamos, senor. No es una cuestion medica, es sentido comun -le dijo Orme.

– Entiendo. ?Eso les condujo a investigar en algun lugar concreto?

– Probamos suerte en muchos sitios a lo largo del rio. Saber donde estan es parte de nuestro trabajo.

– ?Y averiguaron de donde habia salido?

– No, senor; no con seguridad.

– Aqui solo vale la seguridad, senor Orme.

– ?Ya lo se! -De repente el caracter de Orme estaba a punto de aflorar; le costaba dominar sus sentimientos-. Sabemos que Jericho Phillips mantenia a muchos chicos, sobre todo jovenes, tan pequenos como de cinco o seis anos. Los recogia alli donde los encontraba y les daba cama y comida. Muchos de ellos vivian en su barco, pero nunca encontramos nada en el. Tenia vigias que siempre nos reconocian.

Rathbone considero la opcion de objetar que Orme estaba exponiendo conclusiones en vez de pruebas, pero apenas merecia la pena senalarlo. Decidio no hacerlo.

– ?De modo que nunca vio nada raro en ese barco? -dedujo Tremayne.

– No, senor.

– En tal caso, ?por que se plantearon siquiera su nombre? -dijo Tremayne amablemente, como si estuviera desconcertado-. ?Que fue lo que atrajo su atencion, aparte de la creciente desesperacion por averiguar aunque solo fuera el nombre del nino?

Orme exhalo un suspiro.

– Un informante vino a decirnos que Jericho Phillips tenia una especie de cruce entre burdel y peep-show en su barco. Obligaba a chicos jovenes a realizar ciertos… actos… -Se callo, sinceramente avergonzado. Desvio la mirada hacia la galeria, consciente de que debia haber mujeres, entre el publico. Enseguida miro hacia otro lado, enojado consigo mismo por su flaqueza.

Tremayne no lo ayudo. La expresion de su rostro, el mohin de sus labios, dejaba claro que encontraba repulsivo el asunto y que solo lo abordaba porque se lo debia a los muertos y tambien a la verdad.

– Actos antinaturales, con ninos -dijo Orme abatido-. Chicos. Usaba camaras para sacar fotos que luego vendia a la gente. Asi ganaba mas dinero que cobrando solo a los que miraban.

Tenia el semblante congestionado, el color le subia hasta el pelo.

Tremayne fue exquisitamente prudente.

– ?Eso es lo que les conto el informante, senor Orme?

– Si, senor.

– Entiendo. -Tremayne cambio de postura-. ?Y le pidieron que los condujera alli para poder cerciorarse de que fuese verdad? Al fin y al cabo, podria haberse inventado toda la historia, ?no es cierto?

– Si, senor, podria haberlo hecho. Pero se nego a acompanarnos y a prestar declaracion. Dijo que le estaban haciendo chantaje porque habia visto las fotos. En mi opinion, es probable que hubiese comprado unas cuantas. Estaba muerto de miedo.

Esta vez si que Rathbone se puso de pie y protesto.

– El testigo puede opinar lo que guste, senoria, pero eso no es una prueba.

Tremayne inclino la cabeza, acato esbozando una sonrisa y se volvio de nuevo hacia Orme.

– ?Les dijo eso, senor Orme?

– No, senor, ni siquiera quiso darnos su nombre.

Tremayne encogio los hombros con un ligerisimo y elegante ademan de confusion.

– ?Tenia algun proposito al presentarse, si estaba dispuesto a decirles tan poco y no jurar nada de ello?

– No, senor, la verdad es que no -admitio Orme-. Quiza solo nos ayudo a limitar la busqueda, por decirlo asi. Al senor Durban se le daba bastante bien dibujar. Hizo un bosquejo del rostro del nino muerto y luego un dibujo del aspecto que podria haber tenido de pie y vestido. Lo mostramos un par de semanas o asi para ver si alguien podia ponerle nombre o decirnos algo sobre el.

– ?Y fue asi?

– Si, senor. Nos dijeron que habia sido rapinador [4]. Un chavalito nos conto que recogian carbon en las tierras que cubre la marea alta cuando tenian seis o siete anos. Solo sabia que le llamaban Fig, pero estaba seguro de que era el por la forma tan curiosa en que le crecia el pelo por delante. No sabia su nombre completo ni de donde procedia. Quiza fuese exposito y nadie supiera mucho mas. Desaparecio pocos anos atras, aunque su amigo rapinador no supo decirnos exactamente donde ni cuando. No se acordaba, y de nada sirvio insistir. Encontramos a unos cuantos chicos mas que confirmaron lo que nos habia contado. Todos lo conocian como Fig.

Tremayne se volvio hacia Rathbone, pero no tenia sentido refutar la identificacion. Que se tratara o no del mismo nino no afectaria en absoluto a los cargos. Era el hijo de alguien.

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