la daga por mi trabajo. Creo que eso es todo. ?Oh, tambien le rompi la mandibula a una mujer, pero no era mas que una ramera que estaba intentando enganarme! Y Gib y yo atracamos a un hombre en la Watling Street Road. Puesto que no habiamos llegado todavia a Londres, ?cuenta tambien eso?
– Gilbert se estaba descuidando al dejar con vida a un testigo. ?O se sentia caritativo aquel dia?
Sampson no capto la ironia de Lucas.
– Gib tenia intencion de matarle, pero se escapo corriendo hacia el bosque y decidimos que no valia la pena ir detras de el. -Agitando la bota, se dio cuenta de que quedaba suficiente vino para un trago mas y se lo echo al coleto-. ?Que otra cosa quereis saber?
Habian estado hablando en ingles, pero Lucas se paso ahora al frances, excluyendo deliberadamente a Sampson.
– Supongo que quieres continuar tu a partir de ahora, De Quincy. No tiene ninguna prisa por volver al «pozo» y debe de contarte lo que necesites saber sobre el asesinato del orfebre. Espero que lo compartas despues conmigo, porque deseo esclarecer el crimen Fitz Randolph tanto como lo deseas tu. Pero supongo que tendras que obtener primero el consentimiento de la reina, ?no es asi?
– Si, lo obtendre -asintio Justino-. Pero le contare a la reina que si no hubiera sido por ti, no habriamos conseguido que Sampson hablara.
Lucas sonrio.
– Si quieres elogiarme ante la reina, no me opongo a ello. ?Pero me debes todavia el dinero que le di a aquel canalla! -Levantandose de un salto, le dirigio a Sampson una mirada dura y acerada-. El sargento y yo tenemos que hacer un recado. El senor De Quincy te hara las preguntas mientras estemos fuera. Contestalas bien y te traere una bota de vino. Mientele y pasaras la noche en el cepo, desnudo hasta los mismisimos cojones.
Dicho esto se dirigio a la puerta. Jonas le siguio, dejando a Justino solo con el prisionero. El otro hombre lo estaba mirando con indiferencia. No mostraba antagonismo alguno ni hacia alarde del resentido recelo con que habia obsequiado a Lucas y a Jonas. Pero Justino no estaba preocupado, porque Lucas le habia ensenado como se podia domenar a Sampson.
– Toma -dijo, y le tiro su propia bota de vino al corpulento forajido, esperando mientras bebia con avidez. Habia sentido una punzada involuntaria de compasion, viendo como Lucas le quebrantaba a Sampson el espiritu con una habilidad tan brutal. Pero esa compasion se habia desvanecido tan pronto como Sampson empezo su desenfadada confesion. Al escuchar esa fria letania, saco pronto la conclusion de que el idiota de Sampson no era menos merecedor de odio que el sanguinario Flamenco.
Sampson echo otro largo trago de la bota.
– Asi que vos sois el que echo a perder nuestra emboscada en el camino de Alresford. Vuestro aspecto me resultaba conocido. ?Que quereis?
– Quiero que me hables de ese asesinato. ?Como empezo y por que?
– ?Que creeis? Se nos pago para que le esperaramos escondidos. ?Por que otra razon ibamos a estar congelandonos el culo en el bosque? No hay hombre con dos dedos de frente que se embarque en un robo en medio de una tormenta de nieve, a no ser que sepa que sus esfuerzos valen la pena.
Justino sintio una repentina excitacion al darse cuenta de que no le faltaba mas que una pregunta para esclarecer el misterio del asesinato del orfebre.
– ?Y quien os pago?
– Un amigo de Gib.
Justino se quedo helado. ?Santo Cristo! ?Que pasaria si Sampson no supiera quien los habia contratado, en caso de que Gilbert fuera el que firmo el pacto? Adoptando otra tactica, pregunto:
– ?Por que habia que matarlo? ?Que habia hecho?
La respuesta que recibio fue totalmente inesperada.
– No desperdicieis vuestra compasion porque bien se lo gano. Lord Harald juro que habia trucado los dados y yo me crei lo que el me dijo. No lo habia visto jamas en un estado de colera semejante. Dijo que nos dividiriamos el dinero, pero tenia que saber que nos quedariamos con la mayor parte. Supongo que a el le bastaba con vengarse y recuperar la sortija. Le daba mucho valor. Yo lamente que el infeliz no la llevara puesta porque a mi tambien me gustaba. Era de plata, con una piedra roja montada en ella, tal vez un granate o…
– ?Pero de que demonios me estas hablando? -Nada de toda esta retahila de cosas tenia ningun sentido para Justino-. ?Quien es lord Harald?
Sampson sonrio con sorna, asombrado de tal ignorancia.
– Todo Winchester conoce a lord Harald. ?Ciertamente, ese punetero justicia lo conoce! No es un lord, por muchos aires que se de de serlo. Sazona sus discursos con palabras que nadie comprende y se pavonea con su rica vestimenta, como un pavo real cuando hace la rueda. Escurridizo como el hielo, es el mejor ratero que he conocido jamas. Tiene gran talento con los dados y esos juegos con cascaras de nuez y guisantes secos. Se ha vanagloriado siempre de su habilidad en el juego, asi que me imagino que por eso llevo tan mal el perder. No es que le censure, porque he oido decir que el hijo de puta no dejo de cacarear su exito, fanfarroneando de como…
– ?De que juego de dados estas hablando? ?Cuando tuvo lugar? -Justino hizo estas preguntas con tal brusquedad que Sampson le miro sorprendido.
– ?Como voy a saberlo? Y ademas, ?que importa?
– Claro que importa -replico Justino con gravedad-. El crimen tuvo lugar la manana del dia de Epifania. Pero, ?cuando ocurrio esa partida de dados? ?Tengo que saberlo!
– Estoy tratando de recordarlo -protesto Sampson-, asi que ?tened paciencia! El dia de Epifania era miercoles, ?verdad? Tuvimos una reunion con Harald el dia anterior, el martes. Habia descubierto que el hombre en cuestion salia de Winchester la manana siguiente y queria asegurarse, sin lugar a dudas, de que estariamos esperandolo. Ahora recuerdo, la partida de dados tuvo lugar el domingo. Harald nos confeso que no tenia que haber jugado a juegos de azar el dia del Senor, que era un mal presagio. Gib se echo a reir afirmando que era ciertamente un pecado jugar o hacer apuestas en domingo; pero, en cambio, era un hecho de buena suerte cometer un asesinato en un dia de fiesta como el de la Epifania.
– Eso no es asi. Gervase Fitz Randolph estaba todavia en Francia el domingo. No regreso a Winchester hasta el martes por la tarde.
Sampson estaba perplejo.
– ?Quien es Gervase Fitz Randolph?
– El hombre al que Gilbert y tu tendisteis una emboscada y a quien asesinasteis vilmente.
Sampson movio lentamente la cabeza.
– No, eso no tiene sentido. No recuerdo el nombre, pero dudo que fuera Gervase.
– ?Por los clavos de Cristo! -exclamo Justino en un susurro, porque en aquel mismo momento, lo comprendio todo-. ?Asi que nunca lo visteis?
– No. ?Por que? No habia necesidad, porque Harald nos explico como reconocerlo. De apariencia prospera, nos dijo, con el pelo castano, cabalgando a la grupa de un palafren tordo y de gran alzada. Habia tan pocos viajantes en el camino que fue muy facil identificarlo. Ese estupido de Harald se olvido de mencionar al criado, pero… ?Que pasa? ?Por que me mirais asi?
– ?Se llamaba el hombre que teniais que matar Fulk de Chesney?
A Sampson se le ilumino el rostro.
– ?Ese es! Pero ?que pasa con el otro nombre? Le acabais de llamar Gervase.
– Ese era su nombre -contesto Justino, apretando los dientes-. Al menos acuerdate, ?demonios, le debes tanto!
– ?Por que estais tan enfadado?
– Porque asesinasteis al hombre que no teniais por que asesinar.
Sampson seguia perplejo.
– ?Y como ocurrio esto?
– Fulk de Chesney era el que hacia trampas con los dados, el hombre para cuyo asesinato os pagaron. Pero su caballo empezo a cojear y tuvo que darse la vuelta. El hombre que asesinasteis era un orfebre de Winchester. Cabalgaba en un semental ruano y vosotros, estupidos, lo confundisteis con el de De Chesney. El hombre sucumbio sin razon logica que justificara su muerte. Que Dios lo ayude, estaba donde no debia estar y cuando no debia estar.