La voz de Justino se fue apagando. Estaba mas asombrado que encolerizado, anonadado por la absoluta nimiedad de lo ocurrido. Gervase no habia muerto porque su hijo estuviera deseando entrar en un monasterio o porque su hija estuviera consumida de concupiscencia por el oficial que trabajaba a sus ordenes en la orfebreria. Ni fue la carta secreta a la reina lo que le habia causado la muerte. Habia sido victima de un guijarro que se habia incrustado en la herradura de un semental tordo.
Sampson comprendio finalmente lo que Justino estaba diciendo.
– ?Asi que el hombre que asesinamos no era Fulk de Chesney? Eso explica que no llevara la sortija. -Penso en ello un momento mas y se echo a reir-. Pobre desgraciado, ?el fue a quien se le gasto la broma!
19. LONDRES
Caminaban a grandes zancadas por los Shambles hacia la carcel de Newgate, cuando Lucas y Jonas se quedaron sorprendidos al ver a Justino que los esperaba en la calle. Al mirar su rostro, Lucas acelero el paso.
– ?Que ha pasado? ?Se nego ese hijo de puta a informarte sobre el asesinato del orfebre?
– No, me ha dicho todo lo que yo necesitaba saber.
– Entonces, ?por que estas como si fueras a un entierro? He visto a hombres camino de la horca con una expresion mas alegre en el rostro que la tuya.
– ?Conoces a un jugador tramposo de Winchester conocido por el nombre de lord Harald?
– Por supuesto que lo conozco. Mas suave que la crema es ese tipo, pero con mas mala leche… Pero ?que tiene que ver con el asesinato de Fitz Randolph?
– Es el que pago a Gilbert y a Sampson para que organizaran la emboscada.
Lucas emitio un sordo silbido.
– Pero ?por que? ?Que tenia contra el orfebre?
– Nada en absoluto -dijo Justino amargamente-. Mataron al hombre a quien no tenian que matar. La victima en cuestion era un truhan que le hizo trampas a Harald jugando a los dados, un tal Fulk de Chesney.
– ?Dios Todopoderoso! ?El arrogante patan que iba a lomos del semental tordo?
Justino asintio y explico, para que se enterara Jonas.
– De Chesney salio a caballo de Winchester esa misma manana, pero tuvo que darse la vuelta porque su caballo empezo a cojear.
Jonas lo comprendio enseguida.
– Y asesinaron al orfebre por equivocacion. ?Mala suerte la de Gervase!
– Si -asintio Justino, tan laconicamente, que Lucas le dirigio una mirada sagaz y especulativa.
– Si me hubieran pedido apostar a que tu resolverias el asesinato del orfebre, yo le habria llamado a esto la apuesta de un tonto. Pero lo has hecho, De Quincy, bien sabe Dios que lo has hecho. Entonces, ?por que no te alegras pensando en tu triunfo?
– No estoy seguro. Todo ello me parece inutil, Lucas. Un hombre no debe perder la vida por mor de la mala suerte.
– ?Habrias preferido que hubiera muerto a manos de su hijo? De una manera u otra, muerto esta. Al menos no le tendran que decir a la senora Ella que su monjecito urdio un crimen por el amor a Cristo -reflexiono Lucas, encogiendose de hombros.
– Tienes razon -reconocio Justino, y el auxiliar de justicia sonrio.
– Generalmente la tengo. Vayamos ahora dentro y terminemos de interrogar a Sampson. Llevo mucho tiempo tratando de coger a Harald con las manos en la masa. Quiero ponerlo todo por escrito y hacer que Sampson ponga la senal de su dedo antes de que se le haya despejado la cabeza. Al dar los primeros pasos hacia la entrada de la carcel, Jonas lo siguio. Pero Justino se quedo donde estaba.
– ?Y tu, De Quincy? ?No vienes con nosotros?
– No -replico Justino, y es que el papel que habia estado desempenando en el asesinato del orfebre habia concluido. O estaba a punto de concluir.
Justino siempre penso que rebosaria de jubilo si tenia la suerte de esclarecer la cuestion del asesinato de Gervase Fitz Randolph. Pero ahora que parecia haberlo conseguido, no sentia el menor jubilo; el pozo estaba seco. Le molestaba en parte la intervencion del azar en el asesinato del orfebre. Era todavia muy joven y pensaba que la vida debia tener coherencia. No habia aprendido todavia la leccion de las Escrituras, de que los juicios de Dios son insondables y sus decisiones inescrutables para los mortales.
Pero no era el tipo de muerte del orfebre lo que carecia de sentido. Durante casi diez semanas habia estado implicado en el crimen de Fitz Randolph y durante nueve de ellas no habia pensado en otra cosa. Lo unico que le importaba era serle fiel a la reina, no defraudarla. No habia pensado que haria despues. Pero una vez que comunicara a Leonor la informacion conseguida, ella no le necesitaria ya. Seria dejado a la deriva, sin amarras ni costa de salvacion a la vista. No se dio cuenta de lo que habia significado para el ser el hombre de la reina hasta el momento en que todo estaba a punto de terminar.
Al llegar a la Torre, segun caminaba hacia el cuerpo central, Justino oyo que le llamaban por su nombre. La voz era seductora, con cadencias de las tierras fertiles del sur banadas por el sol, el acento seductor de Aquitania. Hasta ayer, le habia hecho pensar en miel derretida. Ahora solo le traia a la memoria un mito que le habian contado: como las sirenas de las fabulas atraian a los marineros a la muerte con el encanto de sus canciones. Se volvio con cautela, muy lentamente, esperando que Claudine cruzara el patio hacia el.
– Tu vas cuando yo ya estoy de vuelta -le dijo ella, moviendo la mano hacia su muia ensillada y las companeras que la esperaban-. Tenemos que tratar de compaginar nuestros horarios. -Le sonrio con la mirada de unos ojos que resplandecian a la luz del sol, coqueta, afectuosa y despreocupada, la mas inocente de los espias.
– ?Son contagiosos los dolores de cabeza? Tu aspecto parece indicar que has cogido el mio -pregunto ella mientras le alargaba la mano para que se la besara.
– Bebi demasiada cerveza anoche.
– ?Quieres decir con eso que te fuiste a ahogar tus penas despues de traerme aqui? Eso es muy halagador, carino.
– ?Lo crees asi?
– Naturalmente. ?A que mujer no le gustara creer que puede impulsar a un hombre a la bebida?
– Si es asi, no tienes por que preocuparte. Eso, Claudine, es algo que puedes hacer definitivamente.
– Tengo que marcharme. Pero estoy en deuda contigo por lo de anoche, y no lo olvidare -dijo ella con pesar, y se echo a reir amablemente.
– Yo tampoco -dijo Justino amablemente-. Yo tampoco…
Leonor miro fijamente a Justino y se levanto bruscamente.
– Seguidme -dijo, y atraveso el salon hacia la mayor intimidad de su aposento. Pero ni siquiera eso la satisfizo y, con Justino detras, cruzo la entrada que daba a la capilla de San Juan-. Dejadnos solos -ordeno al sorprendido sacerdote, y tan pronto como la puerta se cerro tras el, le hizo senas a Justino para que se adelantara.
– Habeis descubierto algo.
– ?Como lo sabeis?
– Vuestro rostro es facil de leer, por lo menos para mi. Decidme de que os habeis enterado, Justino. No omitais nada.
– Me he enterado -replico Justino- de la razon por la que murio Gervase Fitz Randolph.
– ?Era la carta?