cuatro hombres para reducirle y tuvieron que protegerle de la multitud que queria lincharlo. Pero el parroco de St. Andrew's Cornhill los contuvo e hizo que desistieran de su intento, y a Sampson lo arrastraron a la prision. Su indulto sera corto. Apuesto cualquier cosa a que el tribunal le condenara antes de que empiece el juicio.

– Me gustaria estar tan cierto de esto como lo estas tu -dijo Lucas con aire taciturno, porque sabia por triste experiencia que no era facil condenar a un hombre a la horca. Habia meditado muchas veces por que los jurados eran tan reacios a ver ahorcar a un hombre y habia sacado la conclusion de que la tristemente famosa indulgencia de los jurados estaba paradojicamente relacionada con la dureza de las leyes. Daba igual que un hombre matara accidentalmente, en defensa propia o con premeditacion y alevosia, en cualquier caso se les acusaba de asesinato. Podia alegar «infortunio» o «justificacion», pero tenia que probarlo en el tribunal y muchos hombres se escapaban antes de arriesgarse a someterse a la justicia real. A un hombre se le podia ahorcar tambien por robo, podia pagar tambien con su vida un crimen de hambre o desesperacion. El resultado era que los jurados rehusaban a menudo acusar, aun en casos en que las pruebas parecian exigirlo.

El escepticismo de Lucas tenia perplejo a Justino, pero Jonas lo comprendia perfectamente.

– Los dos hemos visto a hombres librarse de la horca cuando sabiamos que eran tan culpables como Cain -le explico a Justino-. Pero esta vez no. Ese estupido de Sampson acuchillo a un hombre delante de mas de una docena de testigos, incluida la propia mujer de la victima y el cura parroco. No, este es un tipo que sabe exactamente lo que le espera: una breve danza al extremo de una larga soga.

– ?Cuando podemos interrogarlo? -pregunto Justino-. Es una pena que no puedan esperar hasta despues del juicio. Sampson estara probablemente mas dispuesto a hablar una vez que sepa que no hay esperanza. Pero si se le juzga y se le encuentra culpable, sera demasiado tarde, porque las ejecuciones se llevan a cabo casi siempre inmediatamente. Solo las mujeres embarazadas pueden aprovecharse de una demora. Si se le declara culpable, llevaran inmediatamente a Sampson a la horca.

– Podemos ir a la carcel esta tarde. -Jonas expreso con palabras la propia inquietud de Justino, diciendo-: Pero tal vez no este dispuesto a hablar contigo. ?Por que ha de estarlo? Tal vez este esperando que ocurra un milagro: un jurado tan ciego, tan sordo y tan mudo que no sean capaces de condenarlo. O simplemente que se muestre reacio por puro resentimiento. Asi que puede muy bien ocurrir que no tengas mejor suerte con el que la que tuvimos con el Flamenco.

Justino sintio un estremecimiento de aprension e inquietud, porque esta era su ultima oportunidad de enterarse de la verdad sobre el asesinato del orfebre. Pero Lucas meneo la cabeza.

– Dejamelo a mi -dijo- porque yo conozco a Sampson y le hare hablar. -Y cuando Justino le pregunto como, el contesto con una enigmatica sonrisa: «Ya lo vereis».

Newgate era una de las mas estrategicas torres de entrada de Londres, custodiando al acceso por el lado oeste. Era una estructura de piedra impresionante, de varios pisos, cuyo origen se remontaba a la epoca romana, en que el nombre de Londres era Londinium, a la sazon bajo el poder del Imperio romano. Newgate se habia reconstruido hacia cinco anos y se utilizaba ahora como carcel de la ciudad. No tenia una historia sordida como la prision que habia junto al rio Fleet ni albergaba tantos fantasmas y recuerdos de dolores pasados. Pero era tambien un lugar triste y desolado, a un mismo tiempo imponente y desamparado. El hedor era el mismo. Justino sintio tan pronto como les dejaron entrar en la prision su repugnante vaharada como una bofetada en el rostro. Familiares olores de reclusion y hacinamiento y el mas penetrante de todos: el olor al miedo.

A los prisioneros mas afortunados se les tenia en las celdas superiores; cuanto mas baja era la categoria de un hombre, mas bajo el piso donde se le alojaba. Los peores, los mas peligrosos de todos, estaban recluidos en una mazmorra que llamaban «el pozo». Cuando llevaron a Sampson al cuarto de guardia era evidente que venia de alli, porque entornaba los ojos a la debil luz de la lampara.

Sampson era tan ancho como alto, con un torax corpulento, pero no obeso. Seria un mal enemigo en cualquier pelea de taberna, e incluso peor en una calle oscura y desierta. Este era el primer encuentro de Justino con Sampson cara a cara y se sintio sorprendido al pensar en el temerario valor del asesinado buen samaritano. Sampson era mas joven de lo que el hubiera creido, no contaba mas de veinticinco anos, pero sus ojos de color azul claro no tenian edad. Recorrian la habitacion de un lado a otro, atraidos por las ventanas cerradas y protegidas con barras. Una vez que se convencio de que la habitacion no ofrecia oportunidad para escaparse, concentro su atencion en los hombres. Su mirada iba indiferentemente de Justino a Jonas. Pero una expresion de hostilidad se reflejo en su rostro al ver, y reconocer, a Lucas.

– ?Que estais haciendo aqui? -Su voz, pronunciada en un susurro, tenia un tono tan ronco y gutural que las palabras le salian como un grunido.

Lucas sonrio mecanicamente.

– He decidido darme este gusto, Sampson. Estoy aqui para ver como te ahorcan.

Sampson dedico al auxiliar del justicia la mirada mas asesina que Justino habia visto jamas. Cogio una silla, se sento todo lo comodamente que se lo permitian sus grilletes, echo la silla hacia atras hasta que pudo poner los pies sobre la mesa y le hizo un gesto obsceno a Lucas, un gesto corriente pero al que confirio suficiente veneno como para compensar su falta de imaginacion. Lucas miro de reojo a Jonas e hizo un gesto afirmativo de cabeza, casi imperceptible. Jonas no dijo nada y Justino no estaba seguro de si habia captado la senal de Lucas. El sargento habia estado apoyado contra la pared, con los brazos cruzados, pero se puso de repente en movimiento, echandose hacia adelante y, con una patada bien dirigida, tiro la silla de Sampson y le hizo dar la vuelta.

El forajido cayo al suelo despatarrado en la estera del suelo, enredado en las cadenas, pues llevaba esposas en las munecas y grilletes en los tobillos. Escupiendo juramentos, forcejeo para ponerse de pie y, por espacio de un momento, Justino creyo que se iba a tirar sobre Jonas. Pero al encontrarse con sus ojos, cambio de opinion y, en su lugar, puso la silla derecha con toda la dignidad de que fue capaz.

– ?Por que habeis hecho eso? -protesto Sampson, en tono mas de queja que de desafio.

Jonas no se molesto en contestarle, y se volvio a colocar contra la pared. Justino no habia visto nunca a un hombre con un aspecto tan relajado y al mismo tiempo tan temible. Este era un terreno desconocido para el y se contento de momento con observar y dejar que Lucas y Jonas marcaran la pauta a seguir.

Lucas pidio una silla.

– No fui totalmente franco contigo, Sampson, cuando te dije que estaba aqui para ver como te ahorcaban. Por supuesto que pienso quedarme hasta ese dia, no me lo pierdo por todo el vino de Francia. Pero tu arresto fue un obsequio inesperado, porque lo que realmente me trajo a Londres fue ese asesino amigo tuyo, Gilbert el Flamenco.

– ?Quien? -Sampson empezo a inclinar la silla otra vez, miro a Jonas y cambio de opinion-. ?Quien? -repitio, sonriendo como si estuviera satisfecho de su propio ingenio.

Lucas estaba tambien sonriendo, una sonrisa con una buena dosis de mofa.

– No pierdas el tiempo con preguntas tan lamentables, Sampson. Despues de todo, te queda muy poco tiempo. Sabemos todo lo que hay que saber de Gilbert y de ti. Ha confesado haber sido el autor del crimen de Alresford Road.

– ?Si? -se burlo Sampson-. ?Y cuando ocurrio eso, tomando unas copas en la taberna de la localidad?

– No… Creo que fue en la carcel de la ciudad despues de un interrogatorio que duro toda la noche. Pareces sorprendido, ?se me olvido decirte que cogimos a Gilbert el viernes en la feria de caballos de Smithfield? Tal vez podamos arreglar las cosas para que os ahorquen a los dos el mismo dia, por aquello de que erais viejos amigos.

– Estais mintiendo -dijo Sampson, pero no parecia estar muy convencido.

– ?Por que estas tan sorprendido? La suerte del Flamenco tenia que terminar antes o despues, lo mismo que la tuya. Eso si, se puede decir que tu tropezaste y te entregaste, en cambio a Gilbert lo entrego una mujer, pero ambos caminos llevan a la horca.

– ?Una mujer? -Sampson se quedo con la boca abierta-, Bien le dije que no confiara en esa puta irlandesa, ?se lo dije!

Los ojos de Lucas brillaban a la luz de la lampara, verdes y relucientes como los de un gato.

– Te debia haber hecho caso.

Sampson permanecio en silencio un momento, meditando sobre la mala suerte de su compinche.

– ?Que estupido! -dijo, con una manifiesta carencia de compasion-. Yo no hubiera dejado que una puta me enganara.

Вы читаете El hombre de la reina
Добавить отзыв
ВСЕ ОТЗЫВЫ О КНИГЕ В ИЗБРАННОЕ

0

Вы можете отметить интересные вам фрагменты текста, которые будут доступны по уникальной ссылке в адресной строке браузера.

Отметить Добавить цитату