– Te escucho hasta que me acabe este vaso -dijo Arandjel tomando un ligero sorbito, con la mirada divertida.
Adamsberg tuvo la sensacion de estar metido en un juego de inteligencia viva en que habia que pensar rapidamente mientras en el vaso iba agotandose el alcohol como si de un reloj de arena se tratase. El final del vaso daria la senal de parar el flujo de las palabras y del saber. Evaluo su tiempo disponible en cinco tragos de
– ?Existe una relacion entre Plogojowitz y el viejo cementerio del norte de Londres, Jaichgueit?
– ?Highgate?
– Si.
– Es mas grave que una relacion, joven. Porque mucho antes de que se modificara ese cementerio, dicen que llevaron a la colina el cuerpo de un turco en su ataud. Que estuvo alla solo mucho tiempo. La gente se confunde, y no era un turco. Era un serbio, y dicen que era el amo
– Plogojowitz es el amo de Londres -murmuro Adamsberg casi desconcertado-. Entonces el que deposita alli los zapatos no le hace ninguna ofrenda. Lo provoca, lucha contra el. Le demuestra su poderio.
Adamsberg dejo de nuevo pasar el coro de sus risas extremas, acechando el nivel de alcohol en la mano de Arandjel. Al cruzar su mirada, este se echo otro sorbo al coleto. Ya solo quedaba un centimetro escaso en el vaso. «El tiempo pasa, elige bien tus preguntas», eso era exactamente lo que parecia decir la sonrisa de Arandjel, como una esfinge que lo pusiera a prueba.
– Arandjel, ?hay alguna persona que fuera particularmente objeto de los ataques de Plogojowitz? ?Es posible que una familia se considere especialmente victima del poder de los Plogojowitz?
– Inepto -dijo Vlad recuperando la expresion de Danglard-. Ya te conteste yo a eso, fue su propia familia la que casco.
Arandjel alzo una mano para hacer callar a Vlad.
– Si -dijo-. De acuerdo -anadio sirviendose otro poco de
Concesion que parecia convenir tambien al anciano. Adamsberg saco su libreta.
– No -dijo Arandjel con firmeza-. Si no eres capaz de recordarlo es que no te interesa lo suficiente. En ese caso, no habras perdido gran cosa.
– Escucho -dijo Adamsberg volviendo a meter la libreta en el bolsillo.
– Al menos una familia fue acosada por Plogojowitz. Sucedio en el pueblo de Medwegya, no muy lejos de aqui, en el distrito de Branicevo. Lo podras leer en el
El Danglard serbio, recordo Adamsberg. No tenia ni idea de que era ese
– El caso fue aun mas sonado que el de Plogojowitz, una autentica deflagracion en todo occidente, que opuso violentamente las opiniones, con su Voltaire burlandose, el emperador de Austria metiendo baza, Luis XV mandando seguir la investigacion, los medicos tirandose de los pelos, otros rezando por su salvacion, los teologos sin saber que hacer. Hubo una cantidad inmensa de literatura y de debates. Venia de alli -anadio Arandjel lanzando una mirada a las colinas de alrededor.
– Lo escucho -volvio a decir Adamsberg.
– Un soldado regreso a su pueblo de Medwegya tras varios anos de campana durante la guerra entre Austria y Turquia. Ya no era el mismo. Conto que habia sido victima de un
– Digalo de todos modos -pidio Adamsberg, temiendo que Arandjel parara de hablar.
– El cuerpo tenia la tez sonrosada, la sangre fresca manaba de todos sus orificios, la piel estaba nueva y tersa, las unas viejas yacian al fondo de la tumba, y no se observo ningun signo de descomposicion. Plantaron una estaca en el cuerpo del soldado, que lanzo un aullido espantoso. Tambien se dice que no aullo, pero que emitio un suspiro inhumano. Lo decapitaron y lo quemaron.
El viejo tomo un sorbo bajo la mirada vigilante de Adamsberg. Ya solo quedaba un tercio del segundo vaso. Si Adamsberg habia escuchado con atencion las fechas, el soldado habia muerto dos anos despues de Plogojowitz.
– Sus cuatro victimas fueron tambien sacadas de sus tumbas y sufrieron el mismo trato. Pero como se temia que el contagio del vampiro de Medwegya se extendiera a sus vecinos de cementerio, decidieron seguir. Se abrio una investigacion oficial en 1731. Se procedio a la apertura de cuarenta tumbas cercanas a la del soldado y se descubrio que diecisiete cuerpos se habian quedado rollizos y rubicundos: alli estaban Militza, Joachim, Ruscha y su nino, Rhode, la mujer de Bariactar y su hijo, Stanache, Millo, Stanoicka y otros. Todos ellos fueron sacados de sus sepulturas y quemados. Y las muertes cesaron.
Ya solo quedaban unas gotas en el vaso de Arandjel, todo dependia de lo que tardara en beberselas.
– Si el soldado habia luchado contra Peter Plogojowitz… -empezo rapidamente Adamsberg-, porque era Plogojowitz, ?verdad?
– Eso dicen.
– Entonces los miembros de su familia no eran vampiros… ?como decir? intencionados, sino que podian considerarse victimas de Plogojowitz, seres capturados y sojuzgados. Hombres y mujeres vampirizados a la fuerza, destruidos por la criatura.
– Sin duda alguna. Eso es lo que son.
Arandjel hizo girar la ultima gota en el vaso, examinando los destellos de las facetas del vidrio al sol.
– ?Y el nombre del soldado? -pregunto precipitadamente Adamsberg-. ?Se sabe todavia?
Arandjel alzo la cabeza hacia el cielo blanco y se echo la gota de
– Arnold Paole. Se llamaba Arnold Paole.
– Plog -deslizo Vladislav.
– Trata de recordarlo -concluyo Arandjel arrellanandose en su butaca-. Es un nombre que no se queda. Como si la succion de los Plogojowitz lo hubiera vuelto inconsistente.
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