Habia una continuacion en ese poema, algo como
Una respiracion, otra. La suya.
36
Danica entro sin llamar en la habitacion de Vladislav, encendio la lampara de la mesilla, sacudio al joven.
– No ha vuelto. Son las tres de la manana.
Vlad levanto la cabeza, la dejo caer de nuevo en la almohada.
– Es un madero, Danica -mascullo sin tomarse el tiempo de pensar-. No actua como los demas.
– ?Un madero? -repitio Danica conmocionada-. Dijiste que era un amigo que habia sufrido un shock mental.
– Un shock psicoemocional. Lo siento, Danica, se me paso. Pero es madero. Que ha sufrido un shock psicoemocional.
Danica se cruzo los brazos en el pecho turbada, ofendida, revisitando la noche anterior en los brazos de un policia.
– ?Y que pinta aqui? ?Sospecha de alguien de Kiseljevo?
– Esta tras la pista de un frances.
– ?Quien?
– Pierre Vaudel.
– ?Por que?
– Alguien de aqui podria haberlo conocido hace tiempo. Dejame dormir, Danica.
– ?Pier Vaudel? No me suena -dijo Danica mordisquaeandose la una del pulgar-. Pero no recuerdo los nombres de los turistas. Habria que mirar en el registro. ?Cuando fue? ?Antes de la guerra?
– Mucho antes, creo. Danica, son las tres de la manana. ?Que haces exactamente en mi habitacion?
– Ya te lo he dicho. No ha vuelto.
– Ya te he contestado.
– No es normal.
– Nada es normal con un madero, eso lo sabes.
– Aqui no hay nada que hacer por las noches, ni siquiera para un policia. No se dice «madero», Vladislav, se dice «policia». No te has convertido en un joven muy educado. Pero tu Dedo tampoco lo era.
– Deja a mi Dedo, Danica. Y deja los convencionalismos. Tu tampoco los respetas tanto.
– ?Que quieres decir?
Vlad hizo un esfuerzo y se sento en la cama.
– Nada. ?Tanto te preocupa?
– Si. ?Lo que venia a hacer aqui era peligroso?
– No tengo ni idea, Danica, estoy cansado. No conozco el caso, me importa un rabano, solo he venido a traducir. Hubo un asesinato cerca de Paris, una cosa bastante horrible. Y otro antes en Austria.
– Si hay asesinatos -dijo Danica atacando profundamente su una-, puede decirse que hay peligro.
– Se que en el tren pensaba que lo seguian. Pero todos los maderos son un poco asi, ?no? No miran a los demas como nosotros. Igual ha vuelto a casa de Arandjel. Creo que tenian montones de cosas divertidas que contarse.
– Eres idiota, Vladislav. ?Como quieres que hable con Arandjel? ?Con las manos? No sabe ni una palabra de ingles.
– ?Como lo sabes?
– Son cosas que se sienten -replico Danica incomoda.
– Bien -dijo Vlad-. Ahora dejame dormir.
– Los policias -dijo Danica atacando los dos pulgares a la vez- los matan los asesinos cuando se acercan a la verdad, ?no, Vladislav?
– Si quieres mi opinion, se aleja de ella a marchas forzadas.
– ?Por que? -pregunto Danica soltando sus pulgares brillantes de saliva.
– Si sigues comiendote las unas, un dia te comeras un dedo entero. Y al dia siguiente lo buscaras por todas partes.
Danica sacudio la masa de su pelo rubio, impaciente, y reanudo su labor de recorte.
– ?Estas seguro de que se aleja? ?Por que?
Vlad se rio suavemente y puso las manos sobre los hombros torneados de la patrona.
– Porque cree que el frances y el austriaco asesinados son Plogojowitz.
– ?Y eso te hace reir? -dijo Danica levantandose-. ?Te hace reir?
– Eso hace reir a todo el mundo, Danica, hasta a los maderos de Paris.
– Vladislav Moldovan, no tienes mas cerebro que tu Dedo Slavko.
– Entonces eres como los demas, ?eh?
Danica le tapo la boca con la mano.
– Callate, por el amor de Dios. ?Que tratas de hacer? ?Atraerlo? No solo no eres educado, Vladislav, eres tonto y presuntuoso. Y eres mas cosas que el viejo Slavko no era. Egoista, perezoso, cobarde. Si Slavko estuviera todavia aqui habria buscado a tu amigo.
– ?Ahora?
– ?No iras a dejar a una mujer sola salir en la noche?
– No vamos a ver nada en la noche, Danica. Despiertame dentro de tres horas, sera el amanecer.
A las seis de la manana, Danica habia aumentado el grupo de busqueda con el cocinero Bosko y su hijo Vukasin.
– Conoce los caminos -les explico Danica-. Iba a pasearse.
– Puede haberse caido -dijo sobriamente Bosko.
– Vosotros id hacia el rio -dijo Danica-, Vladislav y yo iremos hacia el bosque.
– ?Y su movil? -pregunto Vukasin-. ?Vladislav tiene el numero?
– Ya he probado -dijo Vlad que todavia parecia divertirse-, y Danica ha insistido desde las tres hasta las cinco de la manana. Nada. Esta fuera de cobertura o sin bateria.
– O en el agua -dijo Bosko-. Hay un mal paso junto a la piedra grande, si no se conoce. Las tablas se mueven, el sitio no es bueno. Unos cabezas de chorlito, estos extranjeros.
– ?Y al lugar incierto? ?Nadie va? -pregunto Vlad.
– Guarda tus diversiones, hijo -dijo Bosko.
Y, por una vez, el joven se callo.
Danica estaba conmocionada. Eran las diez de la manana y servia el desayuno a los tres hombres. Tenia que admitir que sin duda tenian razon. No se habia encontrado ni rastro de Adamsberg. No se habia oido ni una llamada, ningun quejido. Pero el suelo del viejo molino habia sido pisoteado, eso era seguro, la capa de excrementos de pajaros estaba movida. Y las huellas seguian por la hierba hasta la carretera, donde unas marcas de neumaticos habian quedado bien visibles en la corta porcion de tierra.
– Puedes estar tranquila, Danica -decia con voz suave el muy imponente Bosko, de cabeza calva equilibrada por una gran barba gris-. Es un policia, ya habra estado en situaciones asi y sabra lo que hace. Habra pedido un