Scott en su celda de Fort Charles. El oficial nunca fue arrestado.
Para el capitan Hunter, ahora protagonista de todos los brindis de la ciudad, quedaba un problema por resolver: Andre Sanson. El frances estaba ilocalizable, y se decia que habia huido a las colinas del interior. Hunter hizo correr la voz de que recompensaria generosamente cualquier informacion sobre Sanson; a media tarde le llego una noticia sorprendente.
Hunter, que habia establecido su cuartel general en el Jabali Negro, recibio la visita de una vieja vulgar. Hunter la conocia; era propietaria de un burdel y se llamaba Simmons. Se acerco a el nerviosamente.
– Habla, mujer -dijo, y pidio un vaso de ron para calmar sus miedos.
– Vereis, senor -comento, bebiendo su ron-, hace una semana, un hombre llamado Carter llego a Port Royal. Estaba muy enfermo.
– ?Se trata de John Carter, un marinero?
– En efecto.
– Habla -dijo Hunter.
– Decia que lo habia recogido un navio postal ingles de St. Kitts. Avistaron una hoguera en un islote pequeno y deshabitado y pararon a investigar. Encontraron a Carter alli perdido y lo trajeron hasta aqui.
– ?Donde esta ahora?
– Oh, se marcho. Esta aterrorizado ante la idea de encontrarse con Sanson, el villano frances. Ahora esta en las colinas, pero me conto su historia.
– ?Que historia? -pregunto Hunter.
La vieja vulgar se la conto rapidamente. Carter iba a bordo del balandro Cassandra, cargado con parte del tesoro del galeon, a las ordenes de Sanson. Encontraron un violento huracan, a causa del cual el barco naufrago en el arrecife interior de una isla; la mayoria de la tripulacion murio. Sanson reunio a los que habian sobrevivido y les ordeno desembarcar el tesoro y enterrarlo en la isla. A continuacion, construyeron una barca con los restos del balandro.
Entonces, segun Carter, Sanson los mato a todos, a los doce hombres, y se marcho el solo con la barca. Carter habia quedado malherido, pero de alguna manera habia logrado sobrevivir y volver a casa para contar su historia. Tambien dijo que no conocia el nombre de la isla, ni la localizacion exacta del tesoro, pero que Sanson habia grabado un mapa en una moneda, que se habia colgado al cuello.
Hunter escucho la historia en silencio, dio las gracias a la mujer y le entrego una moneda por las molestias. Mas que nunca deseaba encontrar a Sanson. Se quedo en el Jabali Negro escuchando pacientemente a todas las personas que llegaron con algun rumor sobre el paradero del frances. Escucho al menos una docena de versiones distintas: Sanson se habia ido a Port Moran; Sanson habia huido a Inagua; Sanson se habia ocultado en las colinas.
Cuando por fin salio a la luz la verdad, esta fue asombrosa. Enders irrumpio en la taberna.
– ?Capitan, esta a bordo del galeon!
– ?Que?
– Si, senor. Habia seis de nuestros hombres de guardia. Ha matado a dos y ha mandado al resto en un bote para contaroslo.
– ?Contarme que?
– O se le concede el perdon, y renunciais publicamente a vengaros de el, o hundira el barco, capitan. Lo hundira donde esta anclado. Debeis comunicarle vuestra decision antes de medianoche, capitan.
Hunter solto un juramento. Fue a la ventana de la taberna y miro hacia el puerto. El Trinidad se balanceaba tranquilamente sujeto a su ancla, pero estaba lejos de la costa, en aguas profundas, demasiado profundas para rescatar el tesoro si se hundia.
– Es listo como el demonio -dijo Enders.
– Ya lo creo -coincidio Hunter.
– ?Respondereis a su peticion?
– Ahora no -contesto Hunter. Se aparto de la ventana-. ?Esta solo en el barco?
– Si, si es que importa…
Sanson valia por una docena de hombres o mas en una batalla cuerpo a cuerpo.
El galeon del tesoro no estaba anclado cerca de otros bar- eos en el puerto; casi un cuarto de milla de agua lo rodeaba por todas partes. Se veia esplendido en su impenetrable aislamiento.
– Debo pensar -dijo Hunter, y volvio a sentarse.
Un barco anclado en mar abierto, en aguas tranquilas, era tan seguro como una fortaleza rodeada de un foso. Y lo que hizo Sanson a continuacion lo volvio aun mas seguro: echo al mar restos y deshechos alrededor del barco para atraer a los tiburones. De todos modos habia muchos escualos en el puerto, de modo que llegar nadando a El Trinidad era un suicidio seguro.
Tampoco podia acercarsele ningun bote sin ser avistado.
En consecuencia, el acercamiento tenia que ser a cara descubierta y parecer inofensivo. Pero una barca abierta no ofrecia ninguna posibilidad de escondite. Hunter se rasco la cabeza. Paseo arriba y abajo por el Jabali Negro y entonces, todavia inquieto, salio a la calle.
Alli vio a uno de esos prestidigitadores tan habituales en aquellos tiempos, que escupia chorros de agua de colores por la boca. Era una practica prohibida en la colonia de Massachu- setts porque se consideraba un vehiculo para obras diabolicas; pero ejercian una extrana fascinacion sobre Hunter.
Observo con atencion al prestidigitador que bebia y escupia diversos tipos de agua. Al poco rato se decidio a abordarlo.
– Quiero conocer vuestros secretos.
– Muchas mujeres de clase alta de la corte del rey Carlos me han pedido lo mismo, ofreciendo mas de que lo que me habeis ofrecido vos.
– Os ofrezco -indico Hunter- vuestra vida. -Y le apunto con una pistola cargada en la cara.
– No me intimidareis -dijo el prestidigitador.
– En cambio yo creo que si.
Poco despues, estaban en la tienda del prestidigitador, escuchando los detalles de sus hazanas.
– Las cosas no son lo que parecen -dijo el prestidigitador.
– Mostradmelo -pidio Hunter.
El prestidigitador conto que, antes de salir en publico, se tragaba una pildora compuesta de hiel de vaquilla y harina cocida.
– Para limpiar el estomago.
– Entendido. Seguid.
– A continuacion, tomo una mezcla de nueces del Brasil y agua, hervidas hasta que se vuelven de color rojo oscuro. Me lo trago antes de salir a trabajar.
– Seguid.
– Despues, lavo los vasos con vinagre blanco.
– Seguid.
– Y algunos vasos no los aclaro demasiado.
– Seguid.
Entonces, explico el prestidigitador, bebia agua de los vasos limpios, y al regurgitar el contenido del estomago, producia los calices de «clarete». En otros vasos, que tenian una capa de vinagre, el mismo liquido se volvia «cerveza», de un color marron oscuro.
Bebiendo y vomitando mas agua producia un liquido de un rojo mas claro, que el llamaba «jerez».
– Este es el unico secreto -concluyo el prestidigitador-. Las cosas no son lo que parecen y se acabo. -Suspiro-. El truco es distraer la atencion del publico hacia otro lado.
Hunter le dio las gracias y fue a buscar a Enders.
– ?Conoceis a la mujer que nos ayudo a salir de la prision de Marshallsea?
– Se llama Anne Sharpe.
– Encontradla -dijo Hunter-. Y conseguid una tripulacion para la barca formada por los mejores seis hombres que encontreis.
– ?Para que capitan? -Vamos a hacerle una visita a Sanson.