Mierda. Idiota. ?Como habia podido quedarse dormido? La voz de su hija sonaba destrozada, temblorosa. Habia estado en Racksta. Mahler saco las piernas de la cama, se sento.
– Si… Hola. ?Como estas?
– Papa, Elias ha desaparecido. -Mahler tomo aire para contarselo, pero no tuvo tiempo, Anna continuo-: Acaban de estar aqui dos hombres preguntando si yo… si yo habia… Papa, es que… esta noche… los muertos se han despertado por todas partes.
– ?Quienes eran esos hombres?
– ?Papa, escucha lo que te
– Anna, Anna, tranquilizate. Esta aqui. -Mahler miro a Elias, su cabeza descansaba sobre la almohada, le acaricio la frente con la mano-. Esta aqui. En mi casa. -Se hizo un silencio al otro lado del hilo-. ?Anna?
– ?Esta… vivo? ?Elias? ?Me estas diciendo que…?
– Si. Bueno… -Se oyeron unos golpes en el telefono-. ?Anna? ?Anna? -A traves del auricular, a lo lejos, oyo abrirse y cerrarse una puerta.
«Joder…».
Se levanto, aun medio dormido. Anna venia hacia aca. El debia…
?Que debia hacer?
«Aliviar, tranquilizar…».
Las persianas del dormitorio estaban bajadas, pero no bastaba para ocultar el aspecto de Elias. Mahler saco rapidamente una manta del armario y la colgo encima de la barra de las cortinas. Se colaba algo de luz por las rendijas de los lados, pero la habitacion estaba bastante mas oscura.
«?Deberia encender una vela? No, entonces va a parecer un velatorio».
– ?Elias? ?Elias?
No hubo respuesta. Con manos temblorosas, Mahler absorbio con la jeringuilla lo que quedaba en el vaso y se lo acerco a los labios a Elias. Quiza fuera solo un espejismo, puesto que la habitacion estaba muy oscura, pero Elias no solo bebio, a Mahler le parecio que incluso llego a mover un poco los labios para sujetar con ellos la jeringa.
No tuvo tiempo de pensar en ello, porque oyo como se abria escaleras abajo la puerta del portal y fue hacia la entrada para encontrarse con su hija. Pasaron diez segundos durante los cuales se le desbocaron las ideas; luego, sono el timbre, respiro profundamente y abrio la puerta.
Anna vestia solo una camiseta y las bragas. Iba descalza.
– ?Donde esta? ?Donde esta?
Entro corriendo en el apartamento, pero Gustav la agarro y la sujeto.
– Anna… escuchame un momento… Anna…
Ella forcejeo.
– ?Elias! -grito, e intento soltarse.
– ?ESTA MUERTO, ANNA! -rugio Mahler a todo pulmon.
Ella dejo de pelear, le miro desconcertada, parpadeo y dijo con labios temblorosos:
– ?Muerto? Pero… pero… si has dicho… si has dicho…
– ?Puedes escucharme un momento?
Anna se quedo de repente sin fuerzas, se habria desplomado alli mismo si Mahler no la hubiera cogido y la hubiera sentado en una silla al lado del telefono. Su cabeza se agitaba de un lado a otro como movida por una fuerza invisible. Mahler se puso delante de su hija, bloqueandole el camino hacia el dormitorio, se agacho y la tomo de la mano.
– Anna. Escuchame. Elias vive…, pero esta muerto.
Ella sacudio la cabeza y se apreto las sienes con las manos.
– No entiendo, no entiendo que dices, no entiendo…
El le sujeto la cabeza entre las manos con firmeza y la obligo a mirarle a los ojos.
– Ha permanecido un mes bajo tierra. No parece el de antes. En absoluto. Tiene un aspecto… bastante desagradable.
– Pero ?como puede haber…? Tiene que…
– Anna, no se nada. Nadie lo sabe. Elias no habla ni se mueve. Es Elias y esta vivo. Pero esta muy cambiado. Esta… como muerto. Tal vez se pueda hacer algo, pero…
– Quiero verlo.
El asintio.
– Si, claro que quieres, pero debes estar preparada para… Intentar estar preparada para…
«?Para que? ?Como puede alguien estar preparado para una cosa asi?».
Mahler se hizo a un lado. Anna continuo sentada en la silla.
– ?Donde esta?
– En el dormitorio.
Ella apreto los labios y se inclino ligeramente hacia delante para poder ver la puerta del dormitorio. Se habia tranquilizado. Ahora parecia mas bien asustada.
– ?Esta… destrozado? -inquirio, indecisa, senalando la puerta con la mano. Miro a su padre con ojos suplicantes. El nego con la cabeza.
– No. Pero esta… deshidratado. Esta… negro.
Anna se cruzo con fuerza las manos sobre la rodilla.
– ?Fuiste tu quien…?
– Si.
Ella asintio y dijo con la voz apagada:
– Me lo preguntaron.
Y, levantandose, se encamino hacia la puerta del dormitorio. Mahler la siguio, medio paso detras. Mentalmente iba repasando el contenido del cajon de las medicinas, a ver si tenia algun tranquilizante en caso de que Anna… No. No tenia ningun tranquilizante. Solo sus palabras, sus manos. En la medida en que pudieran servir de algo.
Anna no se derrumbo. No grito. Se acerco despacio al lecho y miro lo que habia en el. Se sento al borde de la cama. Despues de permanecer asi un minuto sin decir nada, le rogo:
– ?Puedes salir un momento, por favor?
Mahler salio y cerro. Se quedo detras de la puerta escuchando. Al cabo de un rato oyo un sonido como de un animal herido, un gemido prolongado, monotono. El se mordio los nudillos, pero no abrio la puerta.
Despues de cinco minutos reaparecio Anna. Tenia los ojos rojos, pero parecia entera. Al salir cerro la puerta con cuidado. Entonces fue Gustav quien se puso nervioso. Aquello no era lo que el habia esperado. La mujer fue hasta el sofa y se sento, Mahler la siguio, se sento a su lado y le cogio la mano.
– ?Que tal?
Anna estaba mirando la pantalla apagada del televisor con ojos inexpresivos.
– No es Elias -afirmo.
Mahler no dijo nada. El dolor del pecho se le extendio por el hombro y el brazo, de modo que se reclino en el sofa e intento ordenar al corazon que se tranquilizara, que dejara de fibrilar. Retorcio la cara en un gesto de dolor cuando una mano ardiendo le agarro el corazon, se lo apreto… y solto. Los