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Con la vista puesta en el pestillo vio como este se iba doblando hasta que salto de la armella, la puerta que se abrio de golpe contra la pared de la cabina, la sonrisa de triunfo en la cara de Micke Siskovs, lo sabia.
Porque el juego no era asi.
Ni el habia corrido el pestillo ni los otros habian saltado la pared de su cabina en tres segundos, porque esas no eran las reglas del juego.
La euforia de los cazadores era de los otros; el terror de la victima, suyo. Cuando le cogieran se acabaria la diversion, y la paliza propiamente dicha seria una obligacion impuesta. Si se rendia demasiado pronto corria el riesgo de que pusieran toda su energia en el castigo en lugar de ponerla en la persecucion. Lo que seria peor.
Jonny Forsberg asomo la cabeza.
– Levanta la tapa si vas a cagar… Vamos, chilla como un cerdo.
Oskar chillo como un cerdo. Estaba previsto. A veces, si lo hacia le perdonaban el castigo. Se esforzo al maximo temiendo que, si no, durante el castigo le obligaran a levantar las manos y descubrir su asqueroso secreto.
Arrugo la nariz como si fuera el hocico de un cerdo grunendo y chillando, grunendo y chillando. Jonny y Micke se reian.
– Joder, Cerdo. Venga, mas.
Oskar siguio. Apreto los ojos y siguio. Cerro los punos con tanta fuerza
Se habian ido.
Se quedo alli, acurrucado encima de la tapa del retrete, mirando al suelo. Habia una mancha roja en el azulejo que estaba debajo de el. Mientras miraba, cayo al suelo otra gota de sangre de su nariz. Cogio un trozo de papel higienico y se tapo las fosas nasales.
Le pasaba a veces, cuando tenia miedo. Empezaba a sangrar por la nariz, sin mas. Esto le habia ayudado en algunas ocasiones justo cuando iban a pegarle; entonces lo dejaban, puesto que ya estaba sangrando.
Oskar Eriksson permanecia acurrucado con un trozo de papel en una mano y su bola del pis en la otra. Sangraba, se orinaba y hablaba demasiado. Tenia escapes en todos los agujeros. Pronto empezaria a cagarse tambien. El Cerdo.
Se levanto y salio de los lavabos. Dejo la mancha de sangre en el suelo. Para que alguien la viera y sospechara. Para que creyera que alguien habia sido asesinado alli, puesto que alguien habia
Hakan Bengtsson, un hombre de cuarenta y cinco anos con incipiente barriga, incipiente calva y direccion desconocida para la autoridad, iba en el metro mirando por la ventana, estudiando la que iba a ser su nueva casa.
La verdad es que esto era algo feo. Norrkoping era mas bonito. De todas formas, estas poblaciones del oeste no se parecian en nada a los suburbios de Estocolmo que el habia visto por la television; Kista y Rinkeby y Hallonbergen. Esto era diferente.
– PROXIMA ESTACION, RACKSTA.
Algo mas acabado y mas acogedor. Aunque ahi se veia un autentico rascacielos. Alzo la vista para poder ver el ultimo piso de la torre de oficinas de Vattenfall. No recordaba un edificio semejante en Norrkoping. Aunque claro, nunca habia estado en el centro.
Se tenia que bajar en la proxima estacion, ?no? Miro el mapa de la red del metro pegado encima de las puertas. Si, la proxima.
– ATENCION A LAS PUERTAS. CIERRE DE PUERTAS.
No le miraba nadie, ?verdad?
No, en el vagon solo iban unas pocas personas ocupadas con sus periodicos de la tarde. Manana hablarian de el en esos periodicos.
Fijo la vista en un anuncio de ropa interior. Una mujer posaba provocadora con bragas negras y sujetador de encaje. Era una locura. Por todas partes piel desnuda. ?Y eso estaba permitido! ?Como influia realmente aquello en las personas, en el amor?
Le temblaban las manos y las apoyo en las rodillas. Estaba muy nervioso.
Ninguna otra manera. No habia mas remedio que hacerlo. Sin torpezas. Habia consultado el mapa en la guia de telefonos y elegido una zona de bosque que probablemente iria bien, despues hizo la bolsa y salio.
Habia cortado el logotipo de Adidas con el cuchillo que llevaba en la bolsa, entre los pies. Esa era una de las cosas que habian ido mal en Norrkoping. Alguien habia recordado la marca de la bolsa y luego la policia la habia encontrado en el contenedor en el que el la habia tirado, no muy lejos de su piso.
Hoy se la llevaria a casa. Tal vez la cortaria en trozos pequenos y los echaria al retrete. ?Se hacia asi?
– FINAL DEL TRAYECTO. POR FAVOR, ABANDONEN LOS VAGONES.
El metro vomito su carga y Hakan siguio a los otros pasajeros con la bolsa en la mano. Le parecio que pesaba, aunque lo unico pesado que habia en ella era la botella de gas. Trato de andar con naturalidad, no como un hombre camino de su propia ejecucion. La gente no tenia que fijarse en el.
Pero sus piernas parecian de plomo, como si quisieran soldarse al anden. ?Y si se quedara alli? ?Si se quedara totalmente quieto sin mover ni un musculo y permaneciera asi? Esperando a que llegara la noche, a que alguien se fijara en el y llamara a… alguien que le buscara, que le llevara a otro sitio.
Siguio andando a paso normal. Pierna derecha, pierna izquierda. No podia fallar. Ocurririan cosas terribles si fallaba. Lo peor que se pudiera imaginar.
Arriba, junto a los torniquetes, miro a su alrededor. Tenia muy mal sentido de la orientacion. ?Hacia que lado estaria esa zona del bosque? Logicamente, no podia preguntarselo a nadie. Probaria suerte. No habia mas que seguir adelante, acabar con ello de una vez. Derecha, izquierda.
Pero no se le ocurria nada. Habia ciertos requisitos, ciertos criterios
Lo habia hecho ya dos veces, y las dos la habia cagado. En Vaxjo no tanto, pero lo suficiente como para verse obligado a marcharse de alli. Hoy lo iba a hacer bien, recibiria muchos elogios.
Caricias, tal vez.
Dos veces. Ya estaba condenado. ?Que importancia podia tener una tercera vez? Absolutamente ninguna. El castigo de la sociedad seria probablemente el mismo: cadena