Fidelma cogio la bolsa y miro dentro, palpando el interior con la mano, antes de devolversela.

– Eso parece.

Salieron del establo y se dirigieron sin prisa a la puerta del patio, para luego detenerse junto al caballo de Donndubhain.

– Bueno, pondre a los centinelas sobre aviso de este asesinato -dijo Donndubhain, desatando el caballo-. ?Quereis esperar a que monte la guardia y venga luego para que os acompane hasta el palacio?

– No -rechazo Fidelma-. Volveremos por nuestra cuenta. No queda lejos. No os preocupeis, Donndubhain, estaremos seguros.

Tras montarse en el caballo y alejarse trotando en medio de la oscuridad, ellos regresaron tranquilamente a la casa para pasar por su interior y salir a la calle principal, donde habia alguna que otra persona, ademas de juerguistas tardios que se afanaban por salir de tabernas y posadas y regresar al hogar. Nadie les increpo, ni se enfrento con ellos, de camino a los elevados muros del palacio.

– Bueno -se atrevio a decir Eadulf-, ahora los caballos disipan cualquier posible duda de la implicacion de Samradan. Habran estado alli desde el dia del asesinato.

– No. Hace menos de media hora que los han dejado ahi -lo contradijo Fidelma, convencida-. Todavia estaban sudados por el esfuerzo de haber sido traidos, de dondequiera que estuvieran escondidos, a ese almacen.

Eadulf la miro, boquiabierto. Mas se asombro todavia al oirla soltar una risilla. Fidelma se detuvo junto a la luz de una taberna para mostrarle algo.

Eadulf acerco la cabeza para verlo mejor. Era una minuscula moneda de plata.

– La he encontrado en una esquina de la alforja. Lo habiais pasado por alto.

– ?Que es? -pregunto Eadulf.

– Una moneda de Ailech, capital de los reyes de los Ui Neill del norte. Se llama piss.

– ?Que significa?

– Mi querido Eadulf -le dijo, y el no habia percibido tanta satisfaccion en su voz desde hacia varios dias-, esta noche se me ha revelado la verdad sobre todo este asunto. Dijo una vez mi mentor, el brehon Morann: «Si descartamos lo imposible, la respuesta residira en lo que quede, por improbable que sea». Ya se quien esta detras del asesinato y la conspiracion. Pese a los intentos por confundirme con pistas falsas y, debo confesarlo, pese a haberme despistado hasta esta noche, ?acabo de ver al zorro!

CAPITULO XXIII

La Gran Sala de Cashel estaba abarrotada cuando Fidelma entro con Eadulf. Todos se habian vestido con formalidad para la ocasion. Incluso Eadulf se habia puesto su mejor atuendo y habia traido el bordon, que ahora usaba para realzar su posicion. Todo un ejercicio de egocentrismo por su parte.

Eadulf sonrio a Fidelma al separarse de ella para sentarse junto a los que habian acudido al tribunal como meros observadores. En los tribunales irlandeses se concedia una gran importancia al protocolo, y ahora Eadulf entendia muchas cosas que antes constituian un misterio para el.

Fidelma cruzo la sala hasta el centro, donde tomo asiento junto a Solam, el dalaigh de los Ui Fidgente, que estaba sentado al lado de su principe, Donennach. Los litigantes siempre se sentaban con sus abogados en el airecht airnaide, el tribunal de espera.

Delante de ellos habia tres sillas colocadas tras una mesa larga y baja, donde se apilaban diversos textos juridicos. Formaban el lugar reservado a los brehons, o jueces, que constituian el airecht, es decir, el tribunal propiamente dicho. Tras las sillas de los jueces, sobre una plataforma que presidia la sala, se hallaba Colgu sentado en la silla oficial de madera labrada, y a su lado derecho, Segdae, el cual no estaba alli como abad sino como obispo y comarb de Ailbe, el Primer Apostol de la Fe en Muman. A su izquierda estaba el ollamh de Colgu, Cerball, su bardo principal y consejero. Eran los tres hombres mas ilustres del reino y se les conocia como el cul-airecht, el tribunal del fondo, encargado de supervisar el adecuado ejercicio de la justicia.

A la derecha del lugar que ocupaba el rey se sentaba en unos bancos el taeb-airecht, o tribunal lateral, constituido por escribas e historiadores cuya labor consistia en dejar constancia de los acontecimientos. Junto a ellos se sentaban los reyes menores y los nobles, con el tanist Donndubhain, Finguine de Cnoc Aine y otros a la cabeza, los cuales debian asistir al juicio para verificar que la defensa del reino fuera correcta y se cinese a la ley.

A la izquierda del rey estaba el airecht fo leithe, el tribunal aparte, donde se reunia a todos los posibles testigos. Entre otros, alli estaba el hermano Mochta. Eadulf se sorprendio al saber que Solam habia nombrado al monje testigo principal contra Muman. Aunque lo mas sorprendente fue ver alli, bajo vigilancia, el relicario de Ailbe. El hermano Madagan tambien formaba parte del airecht fo leithe, a la espera de ser llamado a declarar, asi como el hermano Bardan, Nion el bo-aire de Imleach, Gionga y Capa.

Eadulf reparo en que la presencia de Mochta y el relicario no habian sorprendido a Fidelma, que, tras tomar asiento, guardaba silencio con las manos plegadas sobre el regazo y la vista al frente, sin mirar nada en concreto. Eadulf estaba algo molesto con ella, pues, tras revelarle que creia tener la respuesta al misterio, se habia negado en redondo a explicarle nada mas. Se sentia desdichado. A lo largo de las ultimas semanas la habia notado mas irritable que de costumbre, menos abierta a hacerle confidencias. Habia llegado a considerarse un «amigo del alma», un anam-chara que todos los religiosos de Eireann tenian para hablar de problemas seculares y espirituales. De modo que se sentia desdichado cuando no le confiaba las cosas.

El gentilhombre de Colgu se adelanto y, con el baculo oficial, dio tres golpes al suelo para llamar al tribunal al orden, sacando a Eadulf de sus tristes cavilaciones.

De acuerdo con el protocolo, el brehon de Cashel, Dathal, fue el primero de los jueces en entrar, porque el juicio se celebraba en Cashel. Dathal era conocido por el apodo de «el agil», que aludia a su rapidez mental en asuntos legales. No era joven, pero aun no tenia el pelo canoso. Tenia unos ojos oscuros y perspicaces que se movian con rapidez, sin perder detalle; cuando miraba a los ojos, parecia penetrar en lo mas hondo del alma ajena. Era delgado, enjuto y de piel casi cetrina. Se enfadaba con facilidad y los majaderos no eran de su agrado, sobre todo cuando se trataba de abogados defendiendo un caso ante el. Dathal se dirigio sin demora hasta el banco de los jueces y tomo asiento a la derecha.

Fachtna, el brehon de los Ui Fidgente, no tardo en tomar asiento en el lado izquierdo. Era algo mayor que Dathal. Tambien era alto y de aspecto escualido. Mostraba unas facciones huesudas, donde la carne se pegaba firmemente, por lo que parecia mas una calavera que una cara. Tenia la piel apergaminada y una linea rosada y oblicua sobre cada pomulo. Los ojos eran grises e inquietos, y los labios una fina abertura roja. Era canoso y llevaba el pelo con raya en medio peinado hacia atras y atado con una cinta. Ofrecia el aspecto de una persona a la que le habria ido bien un buen agape.

Por ultimo, entro el brehon Rumann de Fearna, que ocupaba el asiento central. De hecho, no solo iba a presidir el tribunal de jueces, sino que se encargaria de tomar las decisiones, pues todos los reunidos en la Gran Sala consideraban que, seguramente, el juicio de los brehons de Cashel y el juicio de los Ui Fidgente serian tendenciosos por querer reflejar el deseo de sus respectivos principes.

El brehon Rumann se dirigio hacia su lugar, si bien no parecia un juez en absoluto. Era bajo, y de figura y rostro rollizos. Sobre la nuca le caia una melena rizada y plateada. La carne de sus rasgos benignos era como la piel fresca y rosada de un nino recien lavado. Sus labios eran rojos y carnosos como si los hubiera realzado con zumo de moras. Tenia los ojos castanos, mas poseian tal brillo, que a primera vista parecian de un color palido. Le rodeaba un aura de genialidad. Pese a la presencia de sus companeros, el era quien

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