sonriendo a los brehons con serenidad-. Esperaba que, en lugar de presentar una protesta en este momento del juicio, el sabio Solam, como representante de la acusacion, se hubiera asegurado de que alguien representara al rey en ese sentido, antes de presentar el caso ante vos; esperaba que se hubiera asegurado de citar a un sustituto para que se sentara en esta silla -anadio, senalando la silla vacia donde tendria que haber estado el acusado- como forma simbolica de representar al rey.

Un murmullo de regocijo y apoyo a Fidelma se extendio por la Gran Sala.

Solam rabiaba. Se dispuso a ponerse en pie, cuando el brehon Rumann le indico con una sena que permaneciera sentado. El regocijo del brehon Dathal era indiscutible.

– ?Algun miembro del tribunal se opone a que un sustituto ocupe la silla del acusado? -pregunto-. ?Alguien se opone a que un sustituto que represente fisicamente al rey se siente ante nosotros?

El brehon Rumann hizo un gesto de fastidio. Era evidente que habia pasado por alto aquella ley y, aunque Fidelma se habia marcado un tanto legal, Eadulf sabia que aquello no la habia dejado en buen lugar frente al jefe de los brehons. El desagrado del brehon Fachtna saltaba a la vista.

– No veo motivo alguno por el cual sentar a alguien en la silla. Partiremos del hecho de que la silla vacia representa simbolicamente al rey de Muman -dijo Rumann en tono malhumorado-, Y ahora, ?hay alguna otra protesta o contrademanda, o procedemos al objeto de este juicio?

Solam se aclaro la garganta y se afano por levantarse otra vez.

– Estoy de acuerdo con vos, noble brehon -comenzo a decir, forzando una sonrisa, al tiempo que trataba de calmar los animos que el mismo habia encendido-. Creo en la formalidad de estos procedimientos, a la que os habeis referido en vuestro discurso de apertura. La correcta practica de los mismos no es motivo para la frivolidad.

– Nos complace saber que estais de acuerdo con la decision del tribunal -lo interrumpio con sarcasmo el brehon Dathal.

El brehon Rumann habia adquirido una postura petrea, y no estaba claro que Solam hubiera salido airoso en su intento por mitigar su irritacion.

Se hizo un silencio. Al ver que Rumann no decia nada mas, Solam reanudo su discurso.

– Sabios jueces, es un asunto muy serio el que presento ante vos. Nada menos que un caso de intento, duinethaide, de asesinato del principe de los Ui Fidgente. La acusacion se presenta contra el rey de Muman y contra aquellos que actuan en su nombre y hacen cumplir sus ordenes. ?Sostenemos que Colgu de Cashel conspiro con otras personas para matar al principe Donennach!

Solam hizo una pausa y miro en derredor, como esperando alguna reaccion tras aquella declaracion inicial. En la Gran Sala siguio pesando el silencio. Nadie reaccionaba. Todos en Cashel sabian de que trataba la vista.

El brehon Rumann seguia mostrandose cortante.

– Imagino que ahora procedereis a la exposicion de los hechos en que basais la acusacion -comento con mordacidad.

Solam hizo acopio de serenidad.

– Sabios jueces -dijo, hizo una pausa, carraspeo, y siguio exponiendo sin mas dilacion-, era el dia de la fiesta de Ailbe, patron de este reino, el mismo dia que el principe Donennach vino a Cashel con una pequena comitiva para discutir formas y maneras de cimentar la amistad entre su dinastia, los Dal gCais, y la de los Eoghanacht de Cashel. Colgu de Cashel, acompanado de un pequeno sequito, acudio al Pozo de Ara al encuentro de Donennach y desde alli condujo a nuestro principe y a su comitiva hasta Cashel, lugar al que Donennach venia en son de paz, amistad e inocencia.

La viva voz de Solam gano fuerza. Extendio un brazo para conferir un efecto dramatico a sus palabras.

– La comitiva del principe entro a caballo en la plaza del mercado de la ciudad, al pie de los muros de este castillo. Sin sospechar el destino que se habia planeado contra el, el principe se adentro en la plaza. Sin previo aviso, fue alcanzado por la flecha del arco de un asesino. Gracias a Dios, el arquero erro el tiro. Acaso el aliento de Dios desvio el vuelo del proyectil… acaso el ojo del Todopoderoso…

El brehon Rumann levanto una mano, exasperado.

– Sugeriria que, en el caso que nos ocupa, el abogado evitara especular sobre los actos divinos y se concentrara en los actos humanos -le aconsejo.

Solam trago saliva, haciendo subir y bajar la nuez del cuello.

Fidelma bajo la mirada y apreto los labios, pues la vision de Solam parpadeando, confuso, le resultaba comica.

– Eh… Si, si, claro. El arquero… la flecha no se clavo en el lugar pretendido. La flecha alcanzo a Donennach en el muslo. La herida fue grave, cierto, pero no fue una herida de muerte y, como veis -senalo a Donennach, que ocupaba su lugar, impaciente- el principe se ha recuperado.

– Bueno, parece evidente que no ha muerto -comento el brehon Dathal en voz alta.

Un murmullo de regodeo se extendio por la sala.

Solam hizo una pausa, parpadeo, y prosiguio con cierto esfuerzo.

– Se levanto un alboroto. Donennach cayo del caballo, lo cual evito que recibiera otra flecha del asesino. Gionga, el capitan de la escolta del principe Donennach, que siempre esta alerta, descubrio la procedencia de la flecha. Cruzo a caballo la plaza del mercado y vio a los dos asesinos, los cuales habian atacado desde la azotea de un almacen. Estos corrian por sus caballos para huir. Al enfrentarse a dos implacables enemigos, Gionga se vio obligado a abatirlos con la espada.

«Llevaron los dos cuerpos ante el principe y otros testigos. La verdad sobre la identidad de los asesinos pudo establecer en sus cuerpos. Uno de ellos llevaba el collar de la Orden de la Cadena de Oro que, como todos sabemos, constituye la elite guerrera del rey de Cashel…

Al parecer a Solam le encantaban las pausas dramaticas, pero la sala volvio a devolverle un espeso silencio, pues hasta el momento no habia dicho nada nuevo para ninguno de los presentes.

– El segundo era hermano de un clerigo superior de la abadia de Ailbe, la mas importante de este reino. Este hombre llevaba consigo una de las Santas Reliquias de Ailbe, el crucifijo del mismo nombre para ser exactos. Sostenemos que el conservador de las Santas Reliquias le dio el crucifijo, pues esta Santa Reliquia simbolizaba que el asesinato gozaba de la bendicion del comarb de Ailbe. Demostrare que el asesino portaba el crucifijo como talisman cuando perpetro este acto de vileza. La Santa Reliquia solo podia haber salido de la abadia de Imleach con la aprobacion del comarb de Ailbe. Lo cual implica que ambos, el rey y su principal representante eclesiastico, participaron en el intento de asesinar al principe de los Ui Fidgente.

Esta vez un murmullo de rabia y asombro recorrio la sala. El abad Segdae sofoco un grito. Fue a levantarse, cuando Colgu se adelanto poniendole una mano sobre el brazo, y moviendo la cabeza para advertirle que no interrumpiera el juicio.

El brehon Rumann dio un golpe seco en la mesa con el mazo para llamar al orden.

– Proseguid -ordeno a Solam.

Solam reanudo el discurso con ademanes nerviosos.

– Poco mas voy a anadir a esta declaracion inicial. Solo puedo decir que Muman nunca ha querido la paz con los Ui Fidgente y que pretendia eliminar a su principe, acaso para enviar un ejercito al pais de los Dal gCais despues de la confusion que esperaba crear con ese acto. Deseaba dominar a los Ui Fidgente y hacer que se cumpliera la vana pretension que Muman ha mantenido a lo largo de los siglos: la de que son reyes, por derecho, sobre nuestro pueblo.

Dicho esto, se sento abruptamente.

El brehon Rumann se dirigio a Fidelma.

– ?Estais preparada con vuestra contrademanda inicial, sor Fidelma?

Fidelma se puso en pie.

– Lo estoy. Sabios jueces, tengo la intencion, durante este proceso, no solo de refutar las acusaciones de los Ui Fidgente, sino de demostrar asimismo donde reside la verdadera culpa.

– ?Poneis en duda los hechos que Solam acaba de exponer? -pregunto Rumann en un tono poco amistoso-.

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