– No estoy seguro de haberos entendido. Repito, vuestro argumento contra Solam es, desde luego, que los Eoghanacht son inocentes de conspiracion, de lo cual se deducira que los Ui Fidgente son culpables de conspirar contra Cashel.

– Sabios jueces -dijo Fidelma con pausa y claridad-, los Ui Fidgente son inocentes de conspirar contra Cashel.

Ahora el silencio era casi asfixiante.

– Es mas -anadio-, no puedo absolver a los Eoghanacht de su responsabilidad en una conspiracion que planeaba provocar una contienda en este reino.

– ?Fidelma! ?Que estas haciendo? -exclamo Colgu, que se habia puesto en pie, palido.

Su voz sono como el chasquido de un latigo incidiendo en el silencio horrorizado de la Gran Sala.

– ?Me has traicionado!

CAPITULO XXIV

En la Gran Sala se desato un pandemonium tras el silencio que causo el arrebato del rey. Los nobles de Muman pusieron el grito en el cielo, y la gente se agitaba entre exclamaciones de indignacion. Desde todos los rincones se proferian gritos de amenaza contra Fidelma, que permanecio de pie ante los jueces sin perder la calma.

El brehon Rumann parecia desconcertado. Iba contra el protocolo que un rey interrumpiera el proceso con semejante arranque. Iba contra todas las normas que un abogado defensor actuara como fiscal y acusara a quien representaba. El clamor era ensordecedor. Rumann no conseguia restaurar el orden con el mazo. El gentilhombre no dejo de golpear el suelo con el baculo hasta que la algarabia hubo amainado y solo se oia un murmullo de desasosiego.

– Colgu de Cashel -ordeno Rumann con severidad dirigiendose al rey-, debeis volver a vuestro lugar.

Angustiado, incapaz de dar credito a lo que habia dicho su hermana, dudo un momento, pero con la ayuda de Cerball, su consejero bardo, volvio a sentarse. El abad Segdae no se habia movido. Estaba palido y parecia sumamente conmocionado por lo ocurrido.

El principe de los Ui Fidgente intercambio una sonrisa triunfante con Solam.

Tras restablecer en parte el orden, el brehon Rumann reprobo a Fidelma.

– Fidelma de Cashel, os he ofrecido mucha libertad en esta vista. Ya no puedo permitirlo. Al comienzo de este juicio os he informado sobre los principios generales que espero en un tribunal. Ningun abogado puede cambiar su alegato y traicionar los intereses de su cliente. Se os declara culpable de contravenir las normas de este tribunal y se os multa…

– ?Brehon Rumann! -solicito Fidelma, en un tono tan cortante que hizo callar al jefe de los brehons-. No he cambiado mi alegato, ni he traicionado los intereses del rey de Muman. Permitid que me explique.

Rumann la miro de forma estupida.

– Es evidente que habeis cambiado vuestro alegato, pues en el discurso inicial habeis dicho con claridad meridiana, ante testigos… -arguyo y, leyendo un papel que le paso un escriba, anadio-: Habeis dicho que no habia ninguna conspiracion por parte del rey de Muman para asesinar al principe de los Ui Fidgente; habeis declarado sin asomo de duda que asi lo demostrariais. Y ahora decis que era una conspiracion del rey de Muman.

Fidelma movio la cabeza, objetando:

– No. Doy un uso muy preciso al lenguaje, como espero que lo haga este tribunal. He dicho que no puedo absolver a los Eoghanacht de la responsabilidad. En ningun momento he dicho que Colgu fuera responsable. Sabio juez -prosiguio Fidelma-, permitidme presentar la resolucion de este asunto a mi manera.

Los brehons Dathal y Fachtna se ladearon hacia Rumann, y los tres jueces sostuvieron una conversacion susurrada. Luego Rumann se dirigio a ella:

– Vuestra peticion es inusitada. Con todo, puesto que al parecer la paz de este reino depende de este asunto, os concederemos permiso para presentar vuestros argumentos.

Fidelma dejo escapar un suspiro de alivio.

– Este no ha sido un caso corriente. De hecho, durante cierto tiempo me confundio otro asunto que parecia relevante para resolverlo, pero que solo resulto ser una serie de acontecimientos que, sin estar relacionados, se toparon con una de las conspiraciones mas horrendas que se han urdido para destruir el reino de Muman.

La sala prorrumpio en un clamor, y Rumann tuvo que golpear con el martillo varias veces.

Solam se puso en pie.

– ?Afirmais ahora que hemos conspirado para derrocar el reino de Colgu? -refuto-. ?No se que pensar! Parece decir una cosa distinta a cada momento.

Fidelma alzo las manos al aire.

– Sabios jueces, el camino mas corto hacia la verdad es que se me conceda tiempo para explicarme a mi manera.

– Ese permiso ya se os ha concedido -confirmo Rumann-. No habra mas interrupciones hasta que la abogada de Cashel haya concluido.

Solam volvio a su asiento de mala gana.

– Muy bien -dijo Fidelma-. No es necesario decir que existen tensiones entre Muman y el reino del norte de Ulaidh. Los Ui Neill y los Eoghanacht han estado en desacuerdo desde que se repartieran el pais en una epoca inmemorial, cuando Eremon gobernaba en el norte y Eber Fionn gobernaba en el sur. Los Ui Neill, descendientes de Eremon, creian, al igual que el propio Eremon, que les correspondia gobernar los cinco quintos de Eireann. Este ha sido, y sigue siendo, el origen de las tensiones en este pais. Incluso ahora, cuando ya queda atras un pasado pagano, los jefes de la Fe se han dividido segun esas definiciones politicas. En Armagh, el comarb de Patricio apoya al rey de los Ui Neill, mientras que en Muman, el comarb de Ailbe guarda lealtad a los Eoghanacht.

– ?Historia! -se burlo Solam casi hablando para si-. ?Es necesario perder el tiempo con una leccion de historia? ?Que necesidad hay de ser tan vago?

Fidelma se dirigio a el con enfado.

– Sin historia estariamos condenados a seguir siendo ninos, sin saber quienes somos ni de donde venimos. Si no conocemos el pasado, no comprenderemos el presente; y si no entendemos el presente, no podremos crear un futuro mejor -le aclaro, y volvio a dirigirse a los jueces-: Sabios jueces, tened presente esas tensiones historicas, pues son importantes.

Hizo una breve pausa. En la Gran Sala no se oia ni un resuello. Todos recordaban la tirantez y las envidias que habia descrito Fidelma. Y no menos los Ui Fidgente, a quienes los ambiciosos monarcas Ui Neill habian apoyado en diversas tentativas contra Cashel.

– A continuacion precisare los hechos. Permitidme empezar diciendo que en el reino de Muman hay un joven principe que esta poseido por una ardiente ambicion. Ansia, busca el poder y, para hacerse con el, no contempla ni la ley ni la moralidad.

– ?Decid quien es! -saltaron varias personas.

– Asi lo hare -respondio Fidelma sin inmutarse-. Pero a su debido tiempo. En su ansia de poder, este joven planeo derrocar al rey de Muman con el proposito de ocupar el vacio de poder. Muman es un reino grande y fuerte, pero tiene una debilidad. ?Y cual es?

Fidelma se volvio hacia Donennach, el principe de los Ui Fidgente, que se ruborizo y torcio el gesto.

– Se sabe que los Ui Fidgente han reivindicado desde hace tiempo su derecho a ocupar el trono en Cashel - dijo.

– No lo negare -respondio Donennach con desafio-. Es un hecho historico, como vos misma habeis subrayado: es un hecho historico.

– Exactamente -coincidio Fidelma con una sonrisa-. A lo largo de los siglos, los Eoghanacht se han enfrentado

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