muerto. Por suerte, asi como los jinetes consideraban que la actividad minera ilegal de Samradan no era asunto suyo, este pensaba que vos os habiais topado por accidente con las excavaciones ilegales. Aunque en realidad, lo que os ha puesto en peligro es el hecho de ser testigo de una conspiracion. Os llevaremos a casa de una amiga. Permanecereis alli hasta manana por la noche.

– ?Por que manana por la noche?

– Porque entonces iremos por vos para trasladaros a hurtadillas al palacio de Cashel. No quiero que nadie sepa que estais aqui.

– Samradan lo sabra al ver que he desaparecido.

– Buena observacion -murmuro Eadulf.

– No lo habia pasado por alto. En cuanto el hermano Bardan este en un lugar seguro, iremos a hablar con Samradan.

– ?Y el hermano Mochta y las Santas Reliquias? -protesto Bardan-. ?Y la proteccion de Finguine? ?Se le presto al hermano Mochta?

Fidelma movio la cabeza en senal de negacion y dijo con una sonrisa:

– Ahora estais bajo la proteccion de Cashel y encontrareis al hermano Mochta en el mismo lugar al que os vamos a llevar, junto con las Santas Reliquias.

Salieron del sotano. Eadulf se encargo de cerrar la trampilla y de correr los cerrojos. Luego, a su pesar, apago la vela de un soplido. Sin embargo, parecia que empezaba a despejar y que la luz de la luna llena y radiante empezaba a ser regular. Entre sombras, Fidelma los guio hasta la puerta trasera para salir del almacen.

El hermano Bardan necesito la ayuda de Eadulf, pues le costaba andar despues de tanto tiempo atado. Desde la parte posterior del almacen, Fidelma los condujo por las afueras de la ciudad tan rapido como lo permitio la debilidad de Bardan, procurando no llamar la atencion de los perros guardianes, a los que aun se oia ladrar no muy lejos.

– Gracias a Dios, habran atraido su atencion un lobo o algun otro carronero que se haya acercado demasiado a la ciudad -susurro Fidelma, mientras esperaban a que el hermano Bardan se recuperara del entumecimiento.

Les llevo un buen rato llegar a su destino: la casa de la mujer recluida, Della.

Fidelma llamo a la puerta con delicadeza con la contrasena que habian acordado.

Della no tardo nada en abrir. Bajo la luz de la lampara vieron un semblante palido y azorado.

– ?Fidelma! ?Gracias a Dios que habeis venido!

– ?Que ocurre, Della? -pregunto Fidelma, sorprendida ante la turbacion de su amiga.

– Se trata del hombre al que habeis traido aqui… el hermano Mochta…

Fidelma entro y miro a Della de frente. La mujer temblaba, estaba casi histerica. Algo la aterraba.

– ?Que sucede con el hermano Mochta? ?Donde esta?

Entonces reparo en el desorden reinante en la habitacion.

– ?Se lo han llevado! -exclamo Della, muy sofocada.

– ?Que se lo han llevado?

– A el y el relicario que no soltaba por nada. Se lo han llevado y, con el, el receptaculo. No he podido hacer nada por evitarlo.

Fidelma cogio a la mujer por los hombros para tranquilizarla.

– Sosegaos, Della. Por lo menos no os han hecho dano. Esto -dijo, senalando el estropicio con la mano- puede ordenarse y repararse con facilidad. Decid, ?que ha sido de Mochta y del relicario?

Della contuvo la respiracion y se calmo.

– Lo habiais dejado a mi cuidado y se lo han llevado.

Fidelma trataba de no perder la paciencia.

– Eso habeis dicho. ?Quien se lo ha llevado?

– Vuestro primo. Finguine, el principe de Cnoc Aine.

Con un gesto de consternacion, Fidelma solto los hombros de la mujer y dejo caer los brazos a los lados.

La reaccion del hermano Bardan fue de gran alivio.

– ?Asi que aqui es donde habiais traido al hermano Mochta con las Reliquias? Bueno, gracias a Dios, al fin esta bajo la proteccion de Finguine. Ya podemos descansar tranquilos.

Fidelma se dio la vuelta como si fuera a reprenderle, pero vacilo y prefirio decir:

– ?Seguro que podemos estar tranquilos?

Volvio a dirigirse a Della.

– ?Quien mas iba con Finguine? ?Finguine ha destrozado vuestras cosas?

– No, ha sido un guerrero. Finguine se lo ha reprochado, diciendo que era innecesario. El guerrero era el jefe del grupo que acompanaba al principe de los Ui Fidgente el dia que entro en Cashel. Lo reconoci al verlo cabalgar con Donennach.

Eadulf exclamo con incredulidad:

– ?Gionga? ?Os referis a Gionga, el capitan de la escolta de Donennach?

Della se encogio de hombros, visiblemente apesadumbrada.

– Era Ui Fidgente, pero no se como se llama. Solo se que, cuando Donennach entro en Cashel, ese hombre estaba a cargo de la proteccion del principe.

Fidelma guardo silencio, como si asi ordenara pensamientos dispersos.

– Creo que tenemos un problema -dijo sin alzar la voz.

El hermano Bardan los miraba, desconcertado.

– No entiendo nada.

Fidelma no se molesto en dar explicaciones. Se limito a mirar a Della, a la que dirigio una sonrisa tensa.

– Debo pediros un favor mas, Della. Eadulf y yo debemos irnos ya. Debo pediros que cuideis del hermano Bardan hasta que Eadulf o yo volvamos por el manana por la noche.

– ?No puedo! -protesto Della-. Ya veis lo que han hecho…

– Un rayo nunca cae dos veces en un mismo sitio, Della. Ahora que tienen al hermano Mochta y el relicario, a nadie se le ocurrira buscar aqui al hermano Bardan.

El monje tenia el semblante desencajado, de tan confuso.

– No entiendo nada en absoluto. ?Por que debo esconderme ahora? Finguine protege al hermano Mochta y tiene las Santas Reliquias a buen recaudo.

Sin contestarle, Fidelma siguio dirigiendose a su amiga.

– Della, es menester que hagais esto por mi.

La mujer dedico unos instantes a mirarla a los ojos y suspiro.

– De acuerdo. Aunque, como el hermano, desearia saber que sucede.

– Sed comprensivos y entended que el bienestar del reino de Muman depende de que hagais exactamente lo que os he dicho.

– De acuerdo.

Fidelma abrio la puerta e hizo una sena a Eadulf para regresar con ella a la oscuridad nocturna. Della fue hasta la puerta y forzo una sonrisa pese a su gesto de preocupacion.

– La soledad es la mejor compania y una breve abstinencia de ella apremia su dulce regreso -dijo.

Fidelma le devolvio la sonrisa. Sintio pena por ella, pues sabia que habia tenido una vida muy triste. Acerco una mano para tocarle el brazo.

– Todos estamos condenados a la soledad, Della -dijo-, pero algunos de los muros que nos protegen no son mas que nuestra piel y, por tanto, no hay puerta que nos permita salir de la soledad y entrar en la vida. Estamos condenados a la soledad de por vida.

Dejaron atras la casa donde vivia recluida la antigua prostituta y volvieron a los oscuros callejones de la ciudad.

– ?Como sabia Finguine que habiais ocultado a Mochta y el relicario? -pregunto Eadulf.

– ?Recordais cuando dijisteis que habiais visto a Nion aqui, a las puertas de una taberna? Pues se informo debidamente a Finguine de que habiamos salido por una calle lateral. Finguine no habra tenido que investigar mucho para descubrir que aqui tengo una amiga y que esa amiga es Della. Debe de haber atado cabos. Quizas haya visto enseguida que yo he recuperado el relicario y al hermano Mochta, cuando el habia fracasado en el

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