Samradan.
El hermano Bardan asintio rapidamente y explico:
– Iba a buscar al hermano para acompanarlo junto al principe de Cnoc Aine, que habia prometido protegernos.
– ?De modo que habiais informado a mi primo Finguine del paradero de Mochta y las Santas Reliquias?
– No exactamente. Vi a Finguine en el angelus de medianoche, le dije que sabia donde se ocultaba el hermano Mochta con las Santas Reliquias y le esclareci que se debia a que el hermano temia por la seguridad del relicario y por su propia vida.
– ?Le dijisteis que se ocultaba en una cueva?
– Si, pero no le dije en cual. Prometi a Finguine que iria a buscar al hermano Mochta y que lo llevaria a un lugar concreto a la manana siguiente.
– Yo os vi hablando con Finguine en la capilla aquella noche -recordo Eadulf.
– ?Que acordasteis exactamente? -pregunto Fidelma.
– Acordamos que Finguine se encargaria de proteger las Reliquias y de escoltar a Mochta hasta Cashel.
Eso explicaba la presencia de Finguine y sus hombres en el bosque, pero, ?por que le acompanaba Solam?
– ?Os dijo algo Finguine sobre hacer participe a Solam de este secreto? -inquirio al monje.
– ?Solam? ?El
– Pero le hablasteis del crucifijo.
– El ya lo sabia y, de no haber sido asi, igualmente se habria enterado.
– Y para desorientarnos, identificasteis falsamente el antebrazo amputado asegurando que era del hermano Mochta, ?cierto?
– Yo sabia que vos y Solam andabais buscando a Mochta. Al hermano y a mi nos hacia falta tiempo para pensar que ibamos a hacer. Y no sabiamos en quien podiamos confiar. Cuando le explique el asunto a Finguine, lo comprendio.
– ?Y antes confiasteis en Finguine que en mi?
El hermano Bardan no sabia donde mirar.
– No os mortifiqueis, Bardan. Mochta me explico por que no acudisteis a mi. Es ridiculo, pero creo que es compresible. Veo que ahora si confiais en mi.
– Samradan y sus hombres dijeron lo suficiente para convencerme de que habiamos cometido un error al no confiar en vos.
– ?Samradan! Si, contadnos como terminasteis encerrado aqui -se intereso Eadulf.
– Con el objeto de cumplir mi compromiso con Finguine me levante de buena manana. Raudo, me adentre en el tunel para ir en busca del hermano Mochta y poder llevarlo al encuentro con Finguine. Entonces llegue a una camara con dos pasadizos.
– La conocemos -lo interrumpio Fidelma-. Proseguid.
El hermano Bardan puso gesto de perplejidad.
– ?La conoceis…? -quiso preguntar, pero se contuvo, pues ya tendria tiempo de hacer preguntas-. Bueno, cuando llegue alli oi un ruido procedente del otro tunel. Recuerdo haberme dirigido hacia alli dentro. Temia por la seguridad de Mochta y se me ocurrio que podrian haberlo descubierto… y nada mas. Creo que me asestaron un golpe en la cabeza y perdi el conocimiento, porque aun me duele mucho.
– Habeis mencionado a Samradan… -lo animo a seguir Fidelma.
– Asi es. Al recobrar el conocimiento estaba atado y amordazado, tal cual me habeis hallado, pero metido en la parte posterior de un carro, bajo una tela de lona. Daba sacudidas al avanzar por un camino con baches. Recuerdo haber oido la voz de Samradan. La conozco bastante bien por las veces que ha estado en la abadia.
– Continuad -apremio Eadulf.
– Tras otro lapso inconsciente, me recupere otra vez. Tras cierto tiempo, los carreros se detuvieron, creo que despues del mediodia. Se habian parado a comer. Fue entonces cuando oi que os maldecian con sana, a vos y al hermano sajon, por interferir y trastocar sus planes. Luego oi algo extrano.
– ?Extrano en que sentido? -lo animo Fidelma, al ver que vacilaba.
– Oi cascos de caballos que se aproximaban, y sin duda llegaron hasta donde estaban Samradan y sus hombres. Alguien, seguramente el cabecilla de los jinetes, saludo al mercader por su nombre. No reconoci su voz, pero puedo asegurar que no era de Muman, pues tenia un acento con un leve matiz del norte.
»Lo cierto es que, tras el intercambio de saludos, oi que alguien toqueteaba la lona. Me quede tumbado con los ojos cerrados. Una mano me sacudio, pero yo segui respirando profundamente, sin reaccionar. Una voz dijo entonces: 'Aun esta inconsciente. Podemos hablar sin temor alguno'. Volvieron a taparme con la lona y segui escuchandoles.
– ?Que dijeron?
– Samradan empezo a lamentarse de que hubieran destruido la forja del herrero en el ataque porque tendria que hallar una nueva forma de extraer la plata del mineral. No tengo ni idea de que hablaba. El hombre al que se dirigia simplemente solto una carcajada. Dijo que no habia podido evitarse. Las actividades ilegales de Samradan no eran asunto suyo ni del
El otro arguyo que, para el, Samradan no era mas que un mensajero entre el
Fidelma se inclino hacia el para preguntarle con mucho interes:
– ?Los dos mencionaron al
– Si. El hombre dijo que lo que hiciera Samradan no era asunto suyo, que el cumplia ordenes, que solo respondia ante el poder del
Fidelma contuvo un gemido de desazon.
– ?Y estais seguro de que se menciono el titulo de
Al hermano Bardan no le ofendio la pregunta, se limito a contestar con calma:
– ?Creeis que desconozco la importancia de ese titulo? Solo hay dos
Eadulf solto un leve silbido, pues acababa de entender por que Fidelma estaba tan tensa.
– ?Que sucedio luego? -pregunto Fidelma acto seguido-. ?Oisteis algo mas?
– Poco despues oi marcharse a los jinetes. Tras un breve instante, alguien aparto la lona. Era Samradan. No tuve tiempo de fingir mi inconsciencia. Samradan me quito la mordaza y me amenazo con volver a ponermela si decia algo. Luego me dio algo de comer y de beber y, en cuanto hube terminado, me puso otra vez la mordaza. Estoy seguro de que creyo que acababa de recuperarme y que nada habia oido acerca de la conversacion con los jinetes. Volvio a cubrirme con la lona y, no mucho mas tarde, reanudamos la marcha.
»Fue un viaje horrible. Note que empezaba a caer la noche. Todo estaba a oscuras. Los carros se detuvieron. Tuve un sueno intranquilo. No habia actividad. De vez en cuando me despertaba y me parecia oir voces. Percibi unos movimientos y, en un momento dado, me parecio oir vuestra voz, sor Fidelma.
Fidelma sonrio con amargura.
– Y asi fue. Os detuvisteis en una posada del Pozo de Ara y pasasteis alli la noche hasta el amanecer. Luego Samradan y sus carros llegaron a Cashel. Creo que anoche estuve a escasos metros de vos.
El hermano Bardan miro a Fidelma con curiosidad.
– ?Que ha sucedido? -pregunto-. ?Como me habeis encontrado?
– Antes, seguid con la historia, hermano Bardan -le insto Fidelma.
– Bueno, es como habeis dicho. Cuando nos detuvimos definitivamente, estabamos en un gran almacen. Me sacaron del carro y me metieron en esta suerte de sotano, y aqui he permanecido, en absoluta oscuridad, hasta que habeis dado conmigo.
Fidelma apoyo la espalda contra la pared, pensando vertiginosamente.
– Bien, lo primero que hay que hacer es sacaros de aqui, hermano Bardan, y llevaros a un lugar seguro.
– ?Estoy en peligro, hermana?
– Creo que si, y bastante. Si Samradan hubiera mencionado vuestra presencia a los jinetes, ya estariais
