del padre de su madre.

– ?Por que me has preguntado por Finguine? -se intereso Colgu.

– Solo por puro interes, por algo que se me habia ocurrido.

– Bueno, no recuerdo que Finguine abrigara sentimiento alguno de animosidad hacia mi cuando me nombraron presunto heredero de Cathal, sin embargo… -interrumpio lo que estaba diciendo, como si de pronto hubiera recordado algo.

Fidelma levanto la cabeza y lo miro con expectacion.

– ?Que?

– De hecho, ahora recuerdo que hubo cierto enfrentamiento entre Finguine y Donndubhain, cuando este fue elegido mi tanist. Finguine era el favorito para el cargo, pero al parecer acepto la decision. En aquel momento no le sento muy bien. Aunque no lo acabo de entender. Finguine tiene casi mi edad y yo espero vivir muchos anos, asi que las posibilidades de que el llegara a ser rey, aun siendo mi presunto heredero, son escasas, la verdad -razono Colgu, dirigiendo una amplia sonrisa a su hermana-. Pienso ser rey de Muman durante mucho tiempo, pese a conspiraciones y asesinatos.

– En tal caso, hermano -comento Fidelma en voz baja-, si me disculpas, tengo mucho trabajo por delante si quiero asegurarme de que la vista no se oponga a nosotros

.

* * *

Se encontro con Eadulf tras la comida del mediodia y fueron a caminar por los muros del palacio. El viento del sur soplaba con fuerza y era frio. Se habian abrigado con las capas de lana para protegerse de las rafagas heladas y poder pasear por las almenas.

– Al parecer Cashel esta alborotado -comento Eadulf mientras contemplaban la ciudad a sus pies-; ha estado afluyendo gente de aca y aculla para presenciar la vista. Parece que se ha alimentado mucho rencor contra los Ui Fidgente desde que se extendio por el pais la noticia del ataque a Imleach y al tejo sagrado.

Fidelma parecia preocupada.

– ?Habeis jugado alguna vez a tomus? -le pregunto.

– No, es la primera vez que lo oigo.

– La palabra significa «averiguar», «sopesar un asunto». Es el nombre que le damos aqui a un juego de muchas piezas pequenas de madera, que deben encajarse para formar un dibujo.

– ?Tomus, decis? No, no he jugado nunca.

– No importa. Pero me da la sensacion de que tengo todas las piezas delante, sobre una mesa. Es como si hubiera encajado algunas, y como si otras fueran mas enigmaticas y pudieran encajar aqui o alla. Y me faltaria una sola pieza mas, que haria encajar de repente todas las demas y mostraria asi el dibujo completo.

– ?Asi pues, teneis la impresion de estar cerca de hallar la respuesta a este misterio?

Fidelma dejo escapar un hondo suspiro y se lamento:

– Tan cerca… y aun asi…

– ?Fidelma!

Al volverse se encontraron con Finguine, que venia tras ellos. Tambien se habia abrigado para protegerse del frio viento que azotaba la Roca de Cashel. Llevaba la gruesa capa de lana tenida sujeta a la altura del cuello con el broche de plata de granates incrustados formando un simbolo solar.

– Me alegro de que hayais regresado sana y salva. De haber sabido que salisteis ayer de Imleach os habria ofrecido escolta.

Fidelma escruto a su primo, intentando discernir que ocultaba aquella cara risuena.

– Quiza no habria sido una compania grata para Solam -senalo.

Finguine se echo a reir de tal manera que la desarmo.

– ?Solam? Si no hubiera escoltado a ese pequeno huron, dudo que hubiera logrado llegar hasta aqui. ?Habeis oido hablar del odio que se esta incubando contra los Ui Fidgente? La noticia del asalto a Imleach se ha dispersado deprisa. El pueblo no perdonara la destruccion del tejo sagrado.

– ?Asi que todo el mundo ha decidido que han sido los Ui Fidgente? -pregunto Fidelma-. Se que Nion, el bo-aire de Imleach, asi lo cree, con total firmeza.

Finguine puso mala cara.

– ?Nion? Si, esta seguro de que hay algun tipo de conspiracion… aqui, en Cashel.

– ?Por eso os ha acompanado hasta aqui? -pregunto Fidelma con sutileza.

– ?De modo que habeis visto a Nion por el palacio? Pues si, por eso me ha acompanado, para testificar. Cuando lo haga, quienes pretenden vender Cashel a los Ui Fidgente caeran.

Fidelma parpadeo ante el curioso tono que empleo Finguine, como si insinuara algo.

– ?Compartis la conviccion de Nion?

– A nadie le cabe la menor duda. Como dalaigh de Cashel que sois, se esperara de vos que aplasteis al principe de los Ui Fidgente en la vista. Sobre vos estaran puestas las miradas de todos los nobles de Muman. Se exigira una gran indemnizacion a los Ui Fidgente, lo cual hara que esten en deuda con nosotros para siempre y que no vuelvan a sublevarse jamas.

– Eso se parece demasiado a infligir un castigo mas, y no tanto a imponer una indemnizacion -observo Fidelma.

Finguine endurecio la voz.

– Por descontado. Plantemos ahora las semillas de la destruccion entre los Ui Fidgente. Han sido una molestia para los Eoghanacht de Muman durante demasiado tiempo. Si queremos que nuestros hijos vivan en paz, ?debemos cerciorarnos de que nuestra furia los hunda, para que jamas osen mirar a Cashel con envidia!

– En la epistola a los Galatas esta escrito: «Lo que el hombre sembrare, eso cosechara» -cito Fidelma.

– ?Bobadas! -exclamo Finguine con brusquedad-. ?Decis con esto que defendeis a los Ui Fidgente? Recordad que vuestro deber es servir a Cashel. ?Vuestro deber es servir a vuestro hermano!

Fidelma enrojecio de furia.

– No teneis que recordarme cual es mi deber, principe de Cnoc Aine -respondio con frialdad.

– En tal caso, recordad lo que escribio Euripides, ya que siempre os ha gustado citar a los antiguos. Los dioses dan a cada uno su merecido a su debido tiempo. El Ui Fidgente recibira su merecido, y el momento se aproxima.

El principe de Cnoc Aine dio media vuelta y se fue indignado, claramente vencido por su mal humor.

Eadulf movio la cabeza, asombrado.

– Ahi va un joven cuyo ardor domina su razon -comento.

– Sembrara espinas, creyendo que cosechara rosas, a menos que se le disuada -coincidio Fidelma con seriedad.

El viento habia remitido un poco cuando Fidelma y Eadulf llegaron a una almena resguardada. Se apoyaron para contemplar la ciudad. Aunque ya se estaba haciendo tarde, parecia estar viva, pues caballos, jinetes, carros y personas atestaban las calles.

– Es como un publico que espera a que de comienzo la funcion -observo Eadulf-. Esto empieza a parecerse a un mercado.

Fidelma no dijo nada. Sabia que las palabras de Finguine, su primo, eran el sentir de muchos de los que alli se reunian ahora. Sin embargo, si tal era la rabia que sentia por los Ui Fidgente, ?que habia estado haciendo con Solam? Fidelma no acababa de aceptar la idea de que solo lo hubiera escoltado hasta Cashel por obligacion. ?Para que buscaban por el bosque al hermano Mochta y las Santas Reliquias? ?Que sabian de todo aquello? No, algo no encajaba.

De pronto clavo los ojos en un almacen al otro lado de la plaza del mercado. Fidelma parpadeo. El almacen de Samradan.

– El almacen de Samradan -dijo Fidelma, reflexionando en voz alta-. Creo que alli encontraremos parte de la respuesta.

– No se si os he entendido bien -se excuso Eadulf, mirando asimismo al edificio.

– No importa. Esta noche, cuando haya oscurecido, haremos una visita al almacen de Samradan. Alli comenzo este misterio, y tengo la corazonada de que alli se resolvera.

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