– ?No creeis que vos habriais sido la persona mas indicada para el cargo, como rechtaire de la abadia los ultimos diez anos? -pregunto Fidelma con animo de sembrar la discordia.

– Pero ella era la protegida del abad Noe en Roma.

– No sabia que Noe hubiera estado en Roma en calidad eclesiastica.

– Solo fue en peregrinacion, pero no paso mucho tiempo. Alli supongo que conocio a la abadesa y luego la trajo a Fearna para nombrarla su sucesora. A su regreso anuncio que se retiraba de la abadia.

– No es un procedimiento nada habitual -subrayo Fidelma, y reparo en otra posibilidad-. ?Fainder y Noe son acaso parientes?

En las comunidades religiosas, el nepotismo no era nada extrano, y a menudo los abades y abadesas, y hasta los obispos, tomaban posesion de un cargo siguiendo el mismo sistema de sucesion que reyes y nobles. Ademas de ser descendientes de sangre, eran elegidos por su derbhfine, que solia comprender a tres generaciones de la familia, descendientes de un mismo bisabuelo. Hijos, nietos, sobrinos y primos eran a menudo nombrados abades para sustituir a otros de un modo muy similar al que se usaba para designar a reyes y jefes.

Al no obtener respuesta de sor Etromma, Fidelma hizo otra pregunta.

– ?Os complace la manera en que la abadesa gobierna esta comunidad? Me refiero a si os complace su decision de gobernar aplicando los Penitenciales y la forma administrativa de la Iglesia de Roma. Me sorprende que el abad Noe aprobara este cambio, pues siempre crei que era partidario de las reglas de Colmcille.

Sor Etromma se detuvo en seco, a lo cual Fidelma hizo lo mismo; la administradora miro a su alrededor como si quisiera asegurarse de que nadie la oia y dijo a su vez bajando la voz hasta un susurro:

– Hermana, conviene no mencionar tales conflictos en este lugar. Aqui las diferencias entre la Iglesia de Irlanda y la de Roma no son objeto de discusion. Desde que Fainder es nuestra madre superiora, se ha hecho rica y poderosa. No conviene criticar.

– ?A que os referis con que se ha hecho rica? -pregunto Fidelma.

Sor Etromma se encogio de hombros.

– La abadesa no hace ascos a la riqueza material, pese a predicar a los demas la austeridad de los Penitenciales. Parece que se ha enriquecido mucho desde que llego. Quiza se deba a los ricos y poderosos que la auspician. Pero yo no soy quien para senalar.

A Fidelma le parecio evidente que la administradora guardaba rencor a la abadesa.

Con todo, Fidelma no quiso abundar en los prejuicios que pudiera tener sor Etromma. Le preocupaba mas saber como estaba Eadulf.

Sor Etromma reanudo el paso con presteza.

– ?Sabeis algo del hermano Eadulf? -pregunto Fidelma, habiendo dejado pasar un breve instante de silencio antes de traer a colacion el asunto.

– Sera ejecutado manana.

– Me refiero a los hechos por los que lo han juzgado.

– Se que al llegar a la abadia parecia bastante contento de estar aqui y que hablaba bien nuestra lengua.

– De modo que tuvisteis ocasion de tratar con el cuando llego.

– ?Acaso no soy la rechtaire de la comunidad? Es mi obligacion recibir a todos los viajeros, sobre todo a quienes buscan hospitalidad dentro de sus muros.

– ?Cuando llego?

– Hace ahora tres semanas. Solicito a las puertas alojamiento para una noche. Dijo que pensaba tomar un barco rio abajo hasta el lago Garman para embarcar alli hacia el pais de los sajones. Desde el lago Garman zarpan muchos navios sajones.

– ?Y que sucedio?

– Yo no se gran cosa. Como he dicho, llego a ultima hora del dia. Le proporcione una cama en las dependencias para los invitados. Asistio a las oraciones y ceno. Durante la noche, la abadesa se desperto. Me conto que habian hallado el cuerpo de una joven novicia en el muelle junto a la abadia. La encontro el capitan de la guardia. Roban a menudo en los barcos que amarran ahi. En el pueblo entran y salen toda clase de mercancias. Por eso hay guardia permanente en el muelle.

Al parecer, habian agredido y estrangulado a la nina. Se dio la voz de alarma. La abadesa me pidio que la acompanara a la habitacion del sajon.

– ?Y por que el sajon? -Se extrano Fidelma frunciendo el ceno-. ?Que hizo que la abadesa pensara concretamente en el?

Sor Etromma respondio sin apasionamiento:

– Es normal: alguien lo habia identificado.

– ?Quien? ?Como? -Fidelma trato de no mostrar consternacion.

– El capitan de la guardia habia informado a la abadesa de que el sajon era el responsable. Acompane a la abadesa, el capitan de la guardia y otros mas a la hospederia. El sajon estaba haciendose el dormido. Cuando lo sacaron de la cama, tenia manchas de sangre y un trozo del habito de la novicia muerta.

Fidelma reprimio una exclamacion. Las circunstancias era peores de lo que esperaba.

– Eso es grave, pero no me habeis dicho como lo identificaron. No acabo de entender como es posible que el capitan de la guardia senalara al sajon como el responsable de lo ocurrido si, como decis, no estaba en el lugar de los hechos, sino en la cama de las dependencias de invitados cuando fueron a buscarlo. Por cierto, ?como se llama el capitan de la guardia? Puede que me interese hablar con el.

– Se llama Mel.

Los ojos de Fidelma se abrieron al oir el nombre.

– ?El mismo Mel que es comandante de la guardia de Fianamail? ?El hermano de Lassar, la posadera de La Montana Gualda?

Sor Etromma se sorprendio.

– ?Lo conoceis?

– Me hospedo en su posada.

– La captura del sajon le valio que el rey lo nombrara uno de sus comandantes. Solia ser capitan de la guardia de los muelles.

– Pues se gano un buen ascenso -observo Fidelma con sequedad.

– Fianamail puede ser muy generoso con quienes le rinden buenos servicios -concedio la administradora, y a Fidelma le parecio percibir un deje de cinismo en su voz.

– Permitid que repita la pregunta: ?que llevo al capitan de la guardia a dirigirse con tanta conviccion a la cama del hermano Eadulf, al que apenas acababan de incriminar?

Sor Etromma hizo una mueca.

– Se dijo que habian visto a un monje corriendo del muelle a la abadia justo antes de descubrirse el cuerpo.

– ?Cuantos monjes hay en la abadia de Fearna? ?Cien? ?Doscientos? -inquirio Fidelma sin poder evitar una nota de escepticismo.

– Mas bien doscientos, hermana -afirmo sor Etromma sin molestarse.

– ?Doscientos? Con todo, el rastro condujo hasta el sajon. Parece una admirable labor de investigacion por parte del capitan de la guardia.

– La verdad es que no tanto. ?No os lo han dicho?

Fidelma se armo de valor para oir una nueva revelacion.

– Hay muchas cosas que no me han dicho. ?A que os referis exactamente?

– Hay un testigo de la agresion.

Fidelma guardo silencio unos instantes y dijo luego:

– ?Un testigo? ?Alguien que presencio la violacion y el asesinato?

– Asi es. La novicia a la que mataron en el muelle iba con una amiga.

– Quereis decir con esto -dijo Fidelma- que esa novicia… ?Como se llama?

– ?Quien? ?La que presencio el crimen?

– Si.

– Fial.

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